47. Reflexiones sobre la negligencia

Por Yihan, China

En diciembre de 2021, comencé a practicar la revisión de videos. Al principio, estudiaba y reflexionaba con todo mi corazón. Siempre que me encontraba con algo confuso, buscaba soluciones de la hermana que era mi compañera. Además, ella a menudo hablaba conmigo sobre los problemas que identificaba en los videos. De cada vez, yo resumía mis defectos y desviaciones y luego intentaba buscar y aprender los principios pertinentes. Durante los debates de grupo sobre los principios, escuchaba atentamente la enseñanza de todos y reflexionaba minuciosamente para compensar mis deficiencias. Tras practicar así durante un tiempo, hice algunos progresos en mis competencias específicas y pude gestionar algunas tareas. Empezaba a sentirme satisfecha, ya que pensaba que captaba algunos principios. A partir de ahí, rara vez tomaba la iniciativa para estudiar. Cuando hablaba sobre los principios y debatía los problemas con otros miembros del equipo, ya no reflexionaba tan en serio como antes ni me centraba en resumir los problemas del trabajo. Mi enfoque de cara a cumplir mi deber se volvió pasivo.

Recuerdo que, durante un determinado periodo, algunos hermanos y hermanas eran nuevos en sus deberes y había muchos problemas con los videos que enviaban. Tenía que hablar con ellos y contestarles uno a uno para abordar estos problemas. Algunos pensamientos retorcidos me salían del corazón: “Si reviso cuidadosamente cada video y busco los principios pertinentes para hablar con ellos y responderles, me llevará mucho tiempo y esfuerzo. ¿En qué momento podré terminar de procesar tantos videos? Quizás solo deba señalarles brevemente sus problemas y dejarlos que averigüen cómo solucionarlos ellos mismos. Así, ahorraré un montón de esfuerzo”. Así pues, sencillamente señalé los problemas de los videos e indiqué la pauta general para realizar modificaciones. En otra ocasión, revisé un video y descubrí en él varios problemas. Pero no estaba segura de ello, así que lo hablé con la hermana que era mi compañera. Dijo que no veía ningún problema, pero yo seguía sin estar tranquila. Tras reflexionar un rato, aún no estaba segura de que hubiera problemas. Luego, consideré hacer las cosas de manera superficial y pensé: “Quizás deba dejarlo como está. La hermana capta los principios mejor que yo. Hasta ella dice que está todo bien, así que no debería haber problemas. No necesito perder más tiempo dándole vueltas a esto. Además, es solo mi sensación. ¿Qué pasaría si estoy equivocada y retraso el trabajo?”. Al pensar en eso, dejé de darle vueltas y de buscar la respuesta. Entonces, envié el video tal cual estaba. Unos días más tarde, nuestro supervisor señaló que había algunos problemas con el video y que había que corregirlos. Luego, mis hermanos y hermanas dijeron uno detrás de otro que se sintieron negativos tras leer nuestras sugerencias. Pensaban que habían cometido demasiados errores en los videos y no sabían cómo resolverlos. Al enfrentarme a la exposición de estos problemas, me sentí totalmente perdida. No obstante, recordé que las personas, acontecimientos y cosas con los que me topaba cada día están arregladas por Dios y bajo Su soberanía. El encontrarme con estas circunstancias era por un motivo. Hay lecciones que debo aprender, así que le oré a Dios y busqué Su guía.

Durante una devoción, leí estos pasajes de las palabras de Dios: “Es algo propio de un carácter corrupto ocuparse de las cosas de una manera así de frívola e irresponsable: la ruindad es de lo que a menudo habla la gente. En todo lo que hacen lo hacen hasta el punto de ‘está bastante bien’ y ‘suficientemente bien’; es una actitud de ‘tal vez’, ‘posiblemente’ y ‘está al 80 %’; hacen las cosas de manera superficial, están satisfechos haciendo lo mínimo y fingiendo dedicación; no le ven sentido a tomarse las cosas en serio ni a ser meticulosos, y ni mucho menos a buscar los principios-verdad. ¿No es esto propio de un carácter corrupto? ¿Es demostración de una humanidad normal? No lo es. Es correcto denominarlo arrogancia y también es totalmente apropiado llamarlo libertinaje, pero, para plasmarlo a la perfección, la única palabra válida es ‘ruindad’. La mayoría de la gente tiene ruindad en ellos, solo que en diferente grado. En todos los asuntos, desean hacer las cosas de manera superficial y descuidada, y todo lo que hacen huele a mentira. Engañan a los demás y toman atajos cuando pueden, ahorran tiempo cuando tienen ocasión. Piensan para sí que: ‘Mientras pueda evitar ser revelado, no cause problemas y no se me pidan cuentas, entonces me las puedo arreglar con esto. No es necesario que haga un trabajo muy bueno, ¡es demasiado problemático!’. Esas personas no llegan a dominar lo que aprenden ni se aplican o sufren y pagan un precio en el estudio. Solo quieren arañar la superficie de una materia para hacerse llamar expertas en ella, creen que han aprendido todo lo que hay que saber y luego se apoyan en esto para salir del paso. ¿No es esta una actitud de la gente hacia otras personas, acontecimientos y cosas? ¿Es una buena actitud? No lo es. Dicho con simpleza, es ‘salir del paso’. Tal ruindad existe en toda la humanidad corrupta. Las personas con ruindad en su humanidad adoptan el enfoque y la actitud de ‘salir del paso’ en cualquier cosa que hagan. ¿Son capaces estas personas de cumplir con su deber de manera adecuada? No. ¿Son capaces de hacer las cosas con principios? Aún más improbable(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (II)). “¿Cómo distinguir a las personas nobles de las viles? Simplemente, fíjate en su actitud y sus acciones respecto a los deberes, y fíjate en su manera de tratar las cosas y de comportarse cuando surgen problemas. Las personas con integridad y dignidad son meticulosas, escrupulosas y esmeradas en sus actos y están dispuestas a pagar un precio. Las personas sin integridad ni dignidad son negligentes y descuidadas en sus actos, siempre están tramando algo, siempre queriendo únicamente salir del paso. Da igual la técnica que estudien, no se aplican en aprenderla, son incapaces de hacerlo, y no importa el tiempo que se pasen estudiándola, siguen siendo totalmente ignorantes. Se trata de personas de una escasa calidad humana(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (II)). “Engañan a los demás cuando pueden”, “sin integridad ni dignidad” y “escasa calidad humana”. Cada palabra de estas frases me atravesó el corazón. Reflexioné sobre mi comportamiento en el cumplimiento de mi deber. ¿Acaso mi desempeño no era exactamente lo que Dios había puesto al descubierto? Cuando me di cuenta de que había muchos problemas con los videos hechos por los hermanos y hermanas, no reflexioné sobre cómo ayudarlos a resolverlos ni los guie para comprender la verdad ni entrar en los principios. En vez de eso, mi primera consideración fue cómo ahorrarme esfuerzos. Pensaba que revisar cada video minuciosamente y responder en detalle supondría un gran problema y requeriría pensar mucho. Así que había mencionado brevemente los problemas de los videos, pero no había hablado con los hermanos y hermanas sobre los principios ni señalado soluciones prácticas. Como resultado, los hermanos y hermanas se habían sentido negativos tras leer mis sugerencias. ¿Acaso, al hacer esto, no había provocado trastornos? Cuando revisé ese otro video, tuve la sensación de que tenía algunos problemas, pero no quise reflexionar con diligencia sobre ello porque no estaba segura. Incluso me puse excusas y pensé que reflexionar no necesariamente daría resultados. La hermana captaba los principios mejor que yo. Incluso ella dijo que estaba bien, así que no debería haber problemas graves. Realmente no me había esforzado por buscar la respuesta antes de concluir que la reflexión podría no dar resultados. ¿Acaso no había estado siendo escurridiza y holgazana? ¡Realmente había sido tan falsa! Esta actitud de cara a mi deber había sido tal cual Dios había puesto al descubierto: “Mientras pueda evitar ser revelado, no cause problemas y no se me pidan cuentas, entonces me las puedo arreglar con esto. No es necesario que haga un trabajo muy bueno, ¡es demasiado problemático!(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (II)). Esas palabras me describían a la perfección. Iba cada día en piloto automático. Estaba satisfecha con evitar dificultades físicas y simplemente salir del paso. Nunca me había planteado las dificultades de mis hermanos y hermanas o si era eficaz cumplir mi deber de esta manera. Si podía salir del paso con algo, lo hacía, sin mostrar lealtad a mi deber. Con semejante actitud, realmente había sido poco fiable, tal cual Dios lo describe: “sin integridad ni dignidad” y “personas de escasa calidad humana”. No era en absoluto una exageración. Me sentí profundamente angustiada y llena de remordimientos, así que le oré a Dios: “Oh, Dios, mi actitud de cara a mi deber es demasiado displicente y completamente irresponsable. No quiero vivir más esta vida de escaso valor. Estoy dispuesta a rebelarme contra mi carne, ser diligente y seria y pagar un precio para cumplir bien mi deber”.

Tras orar, leí algunas palabras de Dios y conseguí un mejor entendimiento de Sus exigencias. Dios dice: “Cuando se hace un deber, hay que aprender a ser concienzudo, riguroso, meticuloso y responsable, y a hacerlo de un modo firmemente sensato, es decir, paso a paso. Uno debe esforzarse al máximo por cumplir bien con ese deber, hasta estar satisfecho de cómo se ha cumplido. Si uno no comprende la verdad, debe buscar los principios y actuar de acuerdo con ellos y con las exigencias de Dios; debería esforzarse más de manera voluntaria para hacer bien su deber y no hacerlo nunca de manera superficial. Solo al practicar así se puede sentir paz interior sin reproches de conciencia(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (5)). Dios requiere que nos mostremos firmes en nuestros deberes, que mantengamos una actitud escrupulosa y responsable en todo lo que hagamos, que busquemos los principios-verdad y que lo hagamos lo mejor posible. Me di cuenta de que ya no podía ser negligente. Necesitaba poner en práctica las exigencias de Dios, revisar cuidadosamente cada video y proporcionar orientación detallada para abordar los problemas en base a los principios. Aunque esto requeriría algo más de sufrimiento físico y reflexión, si conducía a mejores resultados en mi deber, entonces merecería la pena. Después, a medida que seguía revisando y respondiendo a los problemas de mis hermanos y hermanas, reflexioné acerca de cómo expresarme para lograr los mejores resultados. Al adoptar este enfoque, no me sentía muy cansada y podía adentrarme más a fondo en los principios. Sin embargo, debido a mi carácter gravemente corrupto y excesivo deseo de confort físico, aún seguía tentada a tomar el camino fácil y hacer las cosas superficialmente cuando me enfrentaba a problemas complejos.

Una vez, mientras revisaba un video, detecté algunos problemas cuyo abordaje suponía un desafío. Pensé: “Si hago sugerencias, tengo que estudiar e investigar primero para encontrar un avance Va a ser difícil. ¡Solo de pensarlo me duele la cabeza! Si dedico todo ese tiempo a ello y sigo sin poder resolver el problema, ¿no será desperdiciar esfuerzo? Olvídalo. Por ahora, me centraré en otros videos y me pondré con esto más tarde cuando tenga tiempo”. Después de un tiempo, nuestros líderes detectaron una bajada en la eficacia de nuestro trabajo de video y volvieron a comprobar los videos enviados por los hermanos y hermanas durante los últimos tres meses. Descubrieron que había varios videos cuyos problemas no se habían abordado, y que no los gestionamos adecuadamente ni brindamos orientación a los hermanos y hermanas para modificarlos según los principios, lo cual causó retrasos significativos en el trabajo de video. Al ver este resultado, me quedé estupefacta. ¿Acaso no se debía todo esto a cómo enfocaba mi deber de manera negligente y superficial? No puedo describir lo que sentía en mi corazón. Era como una piedra oprimiéndome el pecho y dejándome sin respiración. Más adelante, leí este pasaje de las palabras de Dios: “Cómo consideras las comisiones de Dios es de extrema importancia y un asunto muy serio. Si no puedes llevar a cabo lo que Dios les ha confiado a las personas, no eres apto para vivir en Su presencia y deberías ser castigado. Es perfectamente natural y está justificado que los seres humanos deban completar cualquier comisión que Dios les confíe. Esa es la responsabilidad suprema del hombre, y es tan importante como sus propias vidas. Si no te tomas en serio las comisiones de Dios, lo estás traicionando de la forma más grave. En esto eres más lamentable que Judas y debes ser maldecido(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre). Al leer estas palabras de Dios, sentí Su carácter justo. Abordar mi deber con una actitud informal, siendo siempre negligente y escurridiza y remoloneando, indicaba una traición seria a Dios, y no sería digna de estar en Su presencia, y merecería una maldición y un castigo. Estaba asustada y sentía que estaba en una posición peligrosa. Al pensar en los arreglos de la iglesia para que yo revisase videos, lo que esperaban era que yo pusiese todo mi corazón y mis fuerzas en el trabajo y lo hiciese bien. Pero era escurridiza en mis deberes y buscaba maneras de holgazanear. Cuando me encontraba con problemas que no comprendía o que no podía ver con claridad, no reflexionaba diligentemente sobre ellos. En su lugar, cuando me enfrentaba a cuestiones que requerían un esfuerzo y una reflexión significativos, elegía ahorrarme el problema y dejar los videos a un lado, y así no investigarlos ni estudiarlos de inmediato, ni buscar los principios pertinentes para guiar a otros miembros del equipo. No había cumplido mis responsabilidades. Lo que hice entorpeció por completo el trabajo de video. Al pensar en cuando comencé este deber, resolví ante Dios que valoraría la oportunidad de llevarlo a cabo y sería leal para devolverle Su amor. Pero ahora, si solo me las arreglaba para salir del paso, lo hacía sin ningún sentido de la responsabilidad. ¿Acaso no era esto una falsedad flagrante hacia Dios? ¡Le había decepcionado de verdad y no era una persona fiable! Al pensar en esto, me sentí arrepentida y me reproché a mí misma, e incluso más en deuda con Dios. Oré a Dios llorando: “Oh, Dios, mis actos no han hecho otra cosa que obstruir y trastornar la obra. Estoy dispuesta a arrepentirme y a corregir mi actitud de cara a mi deber. Por favor, guíame”.

Más tarde, empecé a pensar. Al principio, quería cumplir bien mi deber, pero ¿cómo acabó siendo así? Mientras buscaba respuestas, me topé con estos pasajes de las palabras de Dios: “Las personas perezosas no son capaces de hacer nada. Resumido en dos palabras, son personas inútiles; tienen una discapacidad de segunda clase. Por muy bueno que sea el calibre de los perezosos, no es más que una fachada; aunque tienen buen calibre, no sirve para nada. Son demasiado perezosos, saben lo que deben hacer, pero no lo hacen y, aunque tengan conocimiento de que algo supone un problema, no buscan la verdad para resolverlo, y si bien saben qué dificultades deben sufrir para que el trabajo sea efectivo, no están dispuestos a soportar ese sufrimiento aunque merezca la pena, así que no pueden obtener ninguna verdad ni realizar ningún trabajo real. No desean soportar las penurias que a las personas les toca soportar; solo saben disfrutar de la comodidad, de los momentos de alegría y ocio, y de una vida libre y relajada. ¿Acaso no son inútiles? Las personas que no pueden soportar la adversidad no merecen vivir. Aquellos que siempre desean vivir la vida de un parásito son personas sin conciencia ni razón, bestias, y tales personas no son aptas siquiera para ser mano de obra. Como no pueden soportar la adversidad, ni siquiera cuando son mano de obra son capaces de hacerlo bien y, si desean obtener la verdad, hay incluso menos esperanzas de ello. Alguien que no puede sufrir y no ama la verdad es una persona inútil, no es apta ni siquiera para ser mano de obra. Es una bestia sin pizca de humanidad. A tales personas se las debe descartar, solo esto concuerda con las intenciones de Dios(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (8)). “¿Estás contento de vivir bajo la influencia de Satanás, en paz y disfrutando y con un poco de comodidad carnal? ¿No eres la más vil de todas las personas? Nadie es más insensato que los que han contemplado la salvación, pero no buscan ganarla; estas son personas que codician la carne y disfrutan a Satanás. Esperas que tu fe en Dios no acarree ningún reto o tribulación ni la más mínima dificultad. Siempre buscas aquellas cosas que no tienen valor y no le otorgas ningún valor a la vida, poniendo en cambio tus propios pensamientos extravagantes antes que la verdad. ¡Eres tan despreciable! Vives como un cerdo, ¿qué diferencia hay entre tú y los cerdos y los perros? ¿No son bestias todos los que no persiguen la verdad y, en cambio, aman la carne? ¿No son cadáveres vivientes todos esos muertos sin espíritu? ¿Cuántas palabras se han hablado entre vosotros? ¿Se ha hecho solo un poco de obra entre vosotros? ¿Cuánto he provisto entre vosotros? ¿Y por qué no lo has obtenido? ¿De qué tienes que quejarte? ¿No será que no has obtenido nada porque estás demasiado enamorado de la carne? ¿Y no es porque tus pensamientos son muy extravagantes? ¿No es porque eres muy estúpido? Si no puedes obtener estas bendiciones, ¿puedes culpar a Dios por no salvarte? […] Yo te doy el camino verdadero sin pedirte nada a cambio, pero no buscas. ¿Eres uno de los que creen en Dios? Te otorgo la vida humana real, pero no la buscas. ¿Acaso no eres igual a un cerdo o a un perro? Los cerdos no buscan la vida del hombre, no buscan ser limpiados y no entienden lo que es la vida. Cada día, después de hartarse de comer, simplemente se duermen. Te he dado el camino verdadero, pero no lo has obtenido: tienes las manos vacías. ¿Estás dispuesto a seguir en esta vida, la vida de un cerdo? ¿Qué significado tiene que tales personas estén vivas? Tu vida es despreciable y vil, vives en medio de la inmundicia y el libertinaje y no persigues ninguna meta; ¿no es tu vida la más innoble de todas? ¿Tienes las agallas para mirar a Dios? Si sigues teniendo esa clase de experiencia, ¿vas a conseguir algo? El camino verdadero se te ha dado, pero que al final puedas o no ganarlo depende de tu propia búsqueda personal(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio). En el pasado, nunca asocié conmigo términos como “una persona inútil” o “parásito”, ni mucho menos imaginé que, a los ojos de Dios, mi comportamiento fuese el de un muerto viviente, que no hay diferencia entre cerdos y perros y yo. Darme cuenta de esto fue triste y devastador. Pero lo que exponían las palabras de Dios era exactamente mi comportamiento. Había considerado el disfrutar del confort físico como mi objetivo y buscado siempre vivir una vida fácil y relajada. Cuando me enfrentaba a dificultades en mi deber que me exigían hacer esfuerzos y pagar un precio, recurría a la artería y a la pereza. O bien salía del paso para sobrevivir o ignoraba los videos y no les prestaba atención, y hacía lo que fuera para ahorrarme esfuerzos. No cumplí mis responsabilidades, lo cual provocó retrasos en el trabajo. ¿Acaso no era exactamente basura y un parásito viviendo de los demás? Había caído en este estado porque me habían envenenado e influenciado con toxinas satánicas como: “La vida es breve; disfruta mientras puedas”, “Vive hoy sin preocuparte por el mañana” y “Date los gustos en vida”. Estas ideologías tóxicas me condujeron a priorizar mi confort físico sobre todo lo demás, y solo me aseguré de no estar exhausta ni estresada. En cuanto a si cumplía mis responsabilidades y obligaciones o si Dios aprobaba el modo en que desempeñaba mi deber, no me importaba en absoluto. Vivir bajo estas toxinas me hacía cada vez más egoísta y degenerada, carente de toda determinación para perseguir cosas positivas. Aunque este enfoque me hacía la vida más fácil, ni crecí ni gané nada. Más bien, obstaculizó el trabajo y resultó en transgresión. ¡Entregarse al confort físico es igual a arruinarse a uno mismo!

Más adelante, me seleccionaron para ser líder de equipo. En ese momento, dos hermanas acababan de empezar a practicar la creación de videos. Además de crear videos por mi cuenta, tenía que guiar su trabajo y gestionar el trabajo general del grupo. Algunas veces, al ver que había problemas complicados en algunos videos, pensaba de nuevo en tomar atajos. Pensaba: “Si busco los principios para cada problema y reflexiono, me llevaría mucho tiempo. ¿Cuándo podré terminar siquiera todas estas tareas pendientes? Solo de pensarlo, me siento agotada. ¡Es demasiada complicación! Quizás no debería ser tan meticulosa. Siempre y cuando se vea aceptable, debería ser suficiente”. Me di cuenta de que, de nuevo, estaba buscando el confort físico. Al recordar la actitud de Noé hacia su deber, busqué las palabras de Dios al respecto. Dios Todopoderoso dice: “Desde que Dios le confió la construcción del arca a Noé, este en ningún momento pensó para sí: ‘¿Cuándo va a destruir Dios el mundo? ¿Cuándo me va a dar la señal de que lo va a hacer?’. En lugar de ponderar estas cuestiones, Noé se tomó en serio cada una de las cosas que Dios le había dicho, y luego llevó todo a cabo. Después de aceptar lo que Dios le había encomendado, Noé se dispuso a realizarlo y a ejecutar la construcción del arca de la que Dios le habló como lo más importante de su vida, sin el menor atisbo de descuido. Los días pasaron, luego los años, día tras día, año tras año. Dios nunca supervisó a Noé ni le metió prisas, pero a lo largo de todo este tiempo, Noé perseveró en la importante tarea que Dios le había encomendado. Cada palabra y frase que Dios había pronunciado estaba inscrita en el corazón de Noé, como grabadas en una tabla de piedra. Sin tener en cuenta los cambios en el mundo exterior, las burlas de los que le rodeaban, las penurias, las dificultades que encontró, Noé perseveró en todo momento en lo que le había sido encomendado por Dios, sin jamás desesperar ni pensar en rendirse. Las palabras de Dios estaban grabadas en el corazón de Noé, y se habían convertido en su realidad cotidiana. […] En el corazón de Noé, las palabras de Dios eran la mayor instrucción que él debía seguir y llevar a cabo, y eran su dirección y el objetivo de toda su vida. Así que, no importaba lo que Dios le dijera, le pidiera y le ordenara, Noé lo aceptó completamente y se lo tomó en serio, lo consideró la cosa más importante de su vida y lo gestionó en consonancia. No solo no lo olvidó, no solo lo conservó en su corazón, sino que lo llevó a cabo en su vida diaria, y dedicó su vida a aceptar y llevar a cabo la comisión de Dios. Y así, tabla a tabla, se construyó el arca. Todos los movimientos de Noé, todos sus días, estaban dedicados a las palabras y los mandamientos de Dios. Puede que no pareciera que Noé estuviera llevando a cabo una empresa trascendental, pero a ojos de Dios, todo lo que hizo Noé, incluso cada paso que dio para conseguir algo, cada labor realizada por su mano, eran preciosos, merecían ser recordados y eran dignos de que esta humanidad los emulara(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión dos: Cómo obedecieron Noé y Abraham las palabras de Dios y se sometieron a Él (I)). La actitud de Noé con respecto a su deber me hizo sentir avergonzada. Daba igual lo difícil que fuera construir el arca o qué sacrificios hubiese que hacer, Noé solo tenía en mente un objetivo: cumplir la comisión de Dios para satisfacerlo a Él. Para lograr este objetivo, Noé soportó verdaderas dificultades y pagó un precio, reunió todos los materiales necesarios y construyó el arca pieza a pieza con un martillo y un cincel, y persistió durante 120 años. La experiencia de Noé me inspiró profundamente. Ya no podía buscar comodidad y cumplir mi deber de manera negligente. Tenía que orar y confiar en Dios y emular la actitud de Noé con respecto a su deber. Daban igual las dificultades o el precio a pagar cumpliendo mi deber, tenía que hacer lo posible para cumplirlo. Después, oré a Dios y le presenté mi estado. A veces, cuando encontraba muchos problemas en algunos videos, primero reflexionaba minuciosamente sobre ellos aplicando los principios y los discutía con mi compañera, y luego me comunicaba con nuestros hermanos y hermanas. Cuando me enfrentaba a los problemas complejos de algunos videos, en lugar de ignorarlos, buscaba información para aprender y encontrar avances, y hacía lo posible para hablar con los hermanos y hermanas sobre las sendas de práctica. A la hora de gestionar el trabajo general, también hacía lo que más podía para acomodar todos los aspectos y me comunicaba con mi compañera para abordar cualquier desviación o problema que nos encontrásemos en el trabajo. Tras un tiempo de hacer así el trabajo, tanto la hermana como yo hicimos algunos progresos. Antes, solo entendía superficialmente algunos principios, pero, a través de las charlas con mis hermanos y hermanas, gané conocimientos más profundos sobre estos problemas, que me ayudaron a mejorar mis competencias específicas. También sentí una mayor sensación de carga que antes en mi deber. Fue ahí cuando me di cuenta de que, a través del proceso de cumplir nuestros deberes, Dios nos esclarece y nos guía para comprender los principios-verdad poco a poco y nos da cargas y oportunidades para practicar. Aunque nuestra carne sufra un poco, en última instancia, somos nosotros quienes nos beneficiamos de ello. ¡Gracias a Dios!

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