92. La historia detrás de la persecución de una familia
Hace tiempo yo tenía una familia feliz y un marido muy cariñoso. Lo único que lamentaba era que tras muchos años de estar casada no había tenido hijos. Fui a ver a muchos médicos de gran reputación y gasté mucho dinero, pero fue todo en vano. Por eso, estaba casi siempre en un estado de dolor y desesperación. Un día, en 2015, una hermana vino a mi casa a ver a mi suegra. Compartió conmigo el evangelio de los últimos días de Dios Todopoderoso y me leyó muchas de las palabras de Dios Todopoderoso. A través de las palabras de Dios, entendí que Él creó al hombre, que el porvenir de las personas está en Sus manos, que Él les da todo lo que tienen y que incluso predestina cuándo van a tener hijos. Poco a poco, logré liberarme de mi dolor. Ya no me sentía triste por no tener hijos y tenía mucho mejor ánimo que antes. Más tarde, tuve un hijo. En aquella época, aunque mi marido no creía en Dios, apoyaba nuestra fe. Nuestra familia era feliz y armoniosa, y nuestros vecinos nos tenían mucha envidia.
Pero los buenos tiempos no duraron mucho. En 2017, los padres de mi marido vieron en la televisión que el PCCh difamaba y calumniaba a la Iglesia de Dios Todopoderoso, y también vieron que el PCCh estaba reprimiendo y arrestando a quienes creían en Dios Todopoderoso. Tuvieron miedo de que los arrestaran y ya no se atrevían a acoger a los hermanos y hermanas. Luego, intentaron convencerme de que dejara de creer, como ellos habían hecho. Un día, mi suegro dijo en tono serio: “He visto en la televisión que el PCCh está arrestando en todas partes a la gente que cree en Dios Todopoderoso. Han arrestado a muchas personas, y he oído que, una vez arrestados, los torturan, toda la familia sufre, desde los adultos hasta los niños, y, en el futuro, los hijos de esas personas no podrán ir a la universidad, alistarse en el ejército ni convertirse en funcionarios públicos. Por el bien de esta familia, no dejes que tus hermanos y hermanas se reúnan en nuestra casa. ¡Tú también deberías dejar de creer en Dios!”. Mi suegra estuvo de acuerdo con él y dijo: “El PCCh busca a una hermana que se ha fugado y, ahora mismo, ella no puede regresar a su casa. Su hijo se alistó en el ejército, pero, como su madre cree en Dios Todopoderoso, no pasó la revisión de antecedentes políticos y no lo aceptaron. El PCCh está tomando medidas muy duras. ¡Deberías dejar de creer en Dios!”. Al escuchar sus palabras, pensé: “Dios creó a las personas, y es correcto que lo adoremos. Si dejamos de creer en Dios por miedo a que nos persigan, ¿no traicionaríamos a Dios?”. Así que dije: “Creemos en Dios al reunirnos para leer Sus palabras y transitar por la senda correcta de la vida. No hacemos nada ilegal. El PCCh arresta y persigue a los creyentes, porque es un partido ateo que se resiste a Dios. Solo necesitamos tener más cuidado en el futuro”. Mi suegra dijo: “Creer en Dios es algo bueno, pero no sirve de nada enfrentarse al PCCh, que no permite que las personas tengan fe. Si insistes en creer en Dios y un día te arrestan, ¡esta familia quedará destrozada!”. Vi que no podía razonar con ellos, así que no dije nada más. Más tarde, los rumores del PCCh consiguieron desorientar a mi marido. Temía que me arrestaran por mi fe y que la familia se viera implicada, por lo que a menudo me impedía que asistiera a las reuniones y cumpliera mi deber. La actitud de mi suegra hacia mí también cambió drásticamente. No solo dejó de ayudarme con mi hijo, sino que además me vigilaba. Cada vez que iba a una reunión, se lo decía a mi marido. Él solía enfadarse conmigo y me amenazaba con que, si seguía asistiendo a las reuniones, iría a buscar a los hermanos y hermanas para ajustar cuentas. Toda mi familia me impedía creer en Dios y nadie me ayudaba con el niño. No podía ir a las reuniones ni cumplir mi deber, y me sentía muy débil y atormentada. Solía llorar de tristeza, sin saber cuándo terminarían esos días. A veces incluso pensaba: “Si les hago caso y dejo de ir a las reuniones, ¿se acabarán las discusiones? ¿Podrá nuestra familia volver a la vida feliz que teníamos antes?”. Pero sabía que no era correcto pensar de esa manera. No podía traicionar a Dios para complacerlos. Realmente carecería de conciencia si lo hiciera.
Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios y mi estado cambió un poco. Dios dice: “En la actualidad la mayoría de las personas no tienen ese conocimiento. Creen que sufrir no tiene valor, que el mundo reniega de ellas, que su vida familiar es problemática, que Dios no las ama y que sus perspectivas son sombrías. El sufrimiento de algunas personas llega al extremo y piensan en la muerte. Este no es el verdadero amor hacia Dios; ¡esas personas son cobardes, no perseveran, son débiles e impotentes! Dios está ansioso de que el hombre lo ame, pero cuanto más ame el hombre a Dios, mayor es su sufrimiento, y cuanto más el hombre lo ame, mayores son sus pruebas. Si tú lo amas, entonces todo tipo de sufrimiento te sobrevendrá, y, si no, entonces tal vez todo marchará sin problemas para ti y a tu alrededor todo estará tranquilo. Cuando amas a Dios, sentirás que mucho de lo que hay a tu alrededor es insuperable, y como tu estatura es muy pequeña, serás refinado; además, serás incapaz de satisfacer a Dios y siempre sentirás que las intenciones de Dios son demasiado elevadas, que están más allá del alcance del hombre. Por todo esto serás refinado: como hay mucha debilidad dentro de ti y mucho que es incapaz de satisfacer las intenciones de Dios, serás refinado internamente. Sin embargo vosotros debéis ver con claridad que la purificación sólo se logra a través del refinamiento. Por lo tanto, durante estos últimos días debéis dar testimonio de Dios. No importa qué tan grande sea vuestro sufrimiento, debéis caminar hasta el final e, incluso hasta vuestro último suspiro, debéis seguir siendo fieles a Dios y estar a merced de Su instrumentación; solo esto es amar verdaderamente a Dios y solo esto es el testimonio firme y rotundo” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo al experimentar pruebas dolorosas puedes conocer la hermosura de Dios). Leer las palabras de Dios me conmovió profundamente. Mi familia creyó en los rumores del PCCh y me acosó e impidió que creyera en Dios, lo que hizo que yo quisiera transigir. Era muy débil y carecía de estatura. El Partido Comunista se resiste a Dios, por lo que creer en Dios, seguirlo y transitar por la senda correcta de la vida en el país donde gobierna el PCCh está plagado de obstáculos. La persecución de mi familia también era una prueba para mí, para ver si me ponía del lado de Dios o de Satanás. Al pensar en esto, decidí que, por mucho que me acosara mi familia, no cedería y, por mucho que sufriera, seguiría a Dios hasta el final. Más tarde, me mudé a otra casa con mi hijo y dejé de estar bajo la vigilancia de mis suegros. Mi marido trabajaba fuera de casa durante el día, así que yo pude volver a asistir a las reuniones y a cumplir mi deber. Estaba realmente feliz.
Más tarde, la hermana Chen Ping vino a reunirse conmigo, pero mi marido se enteró y la echó. Luego, me dijo enfadado: “Esas personas ya no pueden reunirse en nuestra casa. Si la policía se entera, toda nuestra familia sufrirá. Si vuelvo a encontrarlas aquí, ¡llamaré a la policía!”. Estaba furiosa y discutí con él, pero no importaba lo que dijera, mi marido ya no me dejaba creer en Dios. Pensé en la hermana Chen Ping, que ya no podía venir a reunirse conmigo, y que, como mi hijo era muy pequeño, no podría llevarlo a las reuniones ni cumplir mi deber. Me sentí débil por dentro, pensé que la senda de la fe era demasiado difícil y que, tal vez, debería dejar de cumplir mi deber por un tiempo y esperar hasta que mi hijo creciera para empezar de nuevo. Más tarde, leí las palabras de Dios y conseguí discernir un poco más sobre mi estado. Dios dice: “Cuando Dios obra, se preocupa por la persona y la escudriña, y cuando la favorece y aprueba, Satanás sigue de cerca, intenta desorientar a la persona y hacerle daño. Si Dios desea ganar a esta persona, Satanás hará todo lo que pueda para estorbarle usando diversas tácticas perversas para tentar, para perturbar y socavar la obra de Dios, todo ello con el fin de lograr su objetivo oculto. ¿Cuál es este objetivo? No quiere que Dios gane a nadie; él quiere robar la posesión de aquellos a los que Dios desea ganar, quiere controlarlos, hacerse cargo de ellos para que le adoren y entonces se le unan para cometer actos malvados y oponerse a Dios. ¿Acaso no es esta su siniestra motivación? Soléis decir que Satanás es perverso, muy malo, ¿pero le habéis visto? Podéis ver lo mala que es la raza humana; no habéis visto lo malo que es el verdadero Satanás. Pero, en el caso de Job, habéis observado claramente lo perverso que es Satanás. Esta cuestión ha dejado muy al descubierto el odioso rostro de Satanás y su esencia. Al hacer la guerra contra Dios, y al ir detrás de Él, el objetivo de Satanás es demoler toda la obra que Dios quiere hacer, ocupar y controlar a aquellos a los que Dios quiere ganar, extinguirlos por completo. Si esto no ocurre, pasan a ser posesión de Satanás para ser usados por él; esta es su meta” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único IV). Las palabras de Dios me mostraron con claridad la maldad y vileza de Satanás. Dios obra para salvar a las personas, pero Satanás hace todo lo posible para impedir que sigan a Dios. Satanás se inventa todo tipo de rumores para difamar a la Iglesia de Dios Todopoderoso y trata a los creyentes como prisioneros políticos, los arresta y los persigue. Incluso involucra a las familias de los cristianos porque intimida a nuestros parientes no creyentes y los usa para que perturben y obstruyan nuestra fe. El vil propósito del gran dragón rojo con todo esto es hacer que traicionemos a Dios y llevarnos al infierno con él. Mis familiares tenían miedo de que el PCCh los arrestara y no se atrevían a creer en Dios, por lo que unieron fuerzas para ponerle trabas a mi fe. Cuando enfrenté la persecución, me sentí débil y quise abandonar mi deber para proteger a nuestra pequeña y feliz familia. ¡Eso hubiera significado caer en la trampa de Satanás! Al entenderlo, decidí que, por muy difícil que fuera el camino por delante, no cedería y confiaría en Dios para mantenerme firme en mi testimonio. Más tarde, llevé a mi hijo a las reuniones en secreto. Asombrosamente, se dormía apenas llegábamos a la casa de la hermana y no se despertaba hasta que terminaban nuestras reuniones, de modo que yo podía asistir con tranquilidad. Más tarde, me eligieron líder de la iglesia. Había mucho trabajo en la iglesia, así que envié a mi hijo al jardín de infancia y seguí cumpliendo mi deber.
En 2018, el PCCh lanzó otro operativo especial contra la Iglesia de Dios Todopoderoso. Todas las calles estaban cubiertas de pancartas que decían “Mano dura contra la Iglesia de Dios Todopoderoso” y “Las tropas no se detendrán hasta que la purga sea completa”. En las áreas residenciales, los altavoces hacían anuncios de forma reiterada, desde la mañana hasta la noche, con el objetivo de revolucionar a la gente para que denunciara a quienes creían en Dios Todopoderoso. Ofrecían una recompensa de 2000 yuanes por cada arresto. Durante esa época, arrestaron a muchos hermanos y hermanas, y una nube oscura se cernía sobre la ciudad, que estaba presa del pánico. Mi esposo tenía miedo de que me arrestaran y comenzó a perseguirme aún con mayor severidad. Un día, cuando estaba a punto de salir, me dijo: “No creas que no sé que vas a las reuniones en secreto. Veo lo ocupada que estás, ¡seguro que ya debes ser líder! La policía arresta específicamente a las personas que creen en Dios Todopoderoso. Mira, hay cámaras de vigilancia y dispositivos de supervisión en todas las calles, así que la policía puede atraparte en cualquier momento. No puedes creer más en Dios, ¡o nos arrastrarás contigo! Debes darme una garantía por escrito ya mismo en la que prometes que no creerás más en Dios Todopoderoso. Si no la escribes, ¡te echaré de casa y nunca volverás a ver a nuestro hijo!”. Quedé estupefacta cuando le oí decir eso. Solo los diablos del PCCh obligarían a alguien a escribir una garantía de que no cree en Dios. ¡Es un verdadero diablo! Le dije con firmeza: “Dios Todopoderoso es el Salvador que ha venido a salvar a la humanidad. ¡Nunca lo traicionaré y mucho menos escribiré una garantía!”. Eso hizo que mi esposo montara en cólera. Me agarró del cuello con la mano izquierda y me dio dos fuertes bofetadas con la derecha. De inmediato, la cara me empezó a arder de dolor y empecé a llorar a lágrima viva. Mi esposo nunca me había golpeado en todos los años que habíamos estado juntos, pero ese día me abofeteó porque se creyó los rumores del PCCh. Me sentí muy herida y débil. Oré a Dios entre lágrimas y le pedí que me diera fe y fortaleza. Al ver que era la hora de ir a una reunión, me inventé una excusa para salir. Pero mi esposo me detuvo y dijo: “Lo único que voy a hacer hoy es seguirte. Si te atreves a ir a una reunión, ¡llamaré a la policía y haré que los arresten a todos!”.
Pero, tras eso, aún encontré la manera de asistir a la reunión. Mi esposo vio que no lo obedecía, así que dijo cosas horribles sobre mí delante de mis padres y parientes para que mi familia me instara a abandonar mi fe. Mi madre dijo: “Yo sé cómo es ella. Desde que vino a tu casa, no ha discutido contigo y ha hecho todo lo que debía hacer. Solo cree en Dios. ¿Qué hay de malo en eso?”. Mi hermano también trató de convencerlo. Al ver que mi familia no se ponía de su lado, mi esposo se puso como loco. Encontró mi reproductor MP5, que usaba para leer las palabras de Dios y lo hizo añicos. También hizo trizas la Biblia y luego rompió la puerta de vidrio del baño, gran parte de nuestra vajilla y varias cosas más. Cuando se enteraron, mis suegros vinieron a toda prisa a mi casa y me criticaron enfadados: “El Partido Comunista no permite que la gente crea en Dios, ¿por qué no abandonas tu fe de una vez? Si sigues insistiendo en creer en Dios y te atrapan, eso traerá la desgracia a nuestra familia. A tu esposo ya no le darán contratos de construcción, nos confiscarán nuestra propiedad y toda la familia se quedará sin medios de vida. ¡Esto se acaba hoy mismo! ¡Deshazte de los libros y deja de creer en Dios!”. Mi suegra también envió a mi suegro a casa de Chen Ping para ajustar cuentas con ella. Pensé en que Chen Ping se hacía cargo del trabajo de la iglesia y que, si le pasaba algo, toda la iglesia se vería afectada, así que dije enfadada: “Creer en Dios es mi elección. No vayan a molestar a los demás. A partir de ahora, ella ya no vendrá más aquí y yo tampoco iré a su casa”. Cuando me oyeron decir esto, pensaron que había cedido y se marcharon. Pero, más tarde, mi esposo fue de todas maneras a casa de Chen Ping a molestarla, por lo que ella no tuvo más remedio que abandonar su hogar para cumplir su deber. Cuando pensé que Chen Ping no podía volver a su casa por mi causa, me sentí realmente culpable y molesta. También pensé que, debido a la persecución de mi familia, no podía contactar con los hermanos y hermanas. Pasaba los días en un estado de profunda represión. Debía tener cuidado cuando leía las palabras de Dios, ya que temía que mi esposo me descubriera. Cuando miraba nuestra amplia habitación, me sentía como un pájaro encerrado en una jaula. Aunque tenía una vida cómoda, no me sentía para nada feliz. ¡Cuánto deseaba poder creer en Dios y leer Sus palabras libremente!
Poco después, mi esposo dijo: “Un amigo de la comisaría me contó que el gobierno va a lanzar un operativo especial contra ustedes, los creyentes en Dios Todopoderoso, y que, una vez que los atrapen, no habrá dinero que baste para pagar su fianza. No solo sufrirás tú en la cárcel, sino que arrastrarás contigo a toda nuestra familia. El gobierno quiere prohibir todas las creencias religiosas. Incluso van a echar abajo la Iglesia de las Tres Autonomías. ¿Crees que puedes tener una buena vida si no obedeces al PCCh? ¡Creer en Dios en China es un deseo suicida! No quiero vivir constantemente con miedo y ansiedad debido a tu fe. Tienes dos opciones: la primera es renunciar a tu fe y quedarte en casa para cuidar de nuestro hijo. Si haces esto, estarás a cargo de la familia y te haré caso en todo lo que digas. La segunda es mantener tu fe, pero abandonarás a nuestro hijo y te irás de casa sin llevarte nada”. Estaba claro que nuestro matrimonio había terminado. Me sentí muy apenada. Pensar que mi hijo iba a tener que separarse de su madre a una edad tan temprana me hizo sentir especialmente débil y me puse a llorar en silencio. Frente a la inminente ruptura de mi familia, se me pasaron por la cabeza imágenes del pasado como si fueran las escenas de una película. ¿Realmente podía renunciar a la familia que tanto me había costado construir durante todos esos años? Cuando pensaba en separarme de mi hijo y no poder verlo crecer, se me hacía diez mil veces más difícil irme de casa. El corazón me dolía como si me lo estuvieran cortando con un cuchillo y tenía la cabeza embotada. Durante mi dolorosa lucha, se me vino un pensamiento a la cabeza: “Si dejo de creer en Dios, mi esposo no se divorciará de mí, podré pasar los días junto a mi hijo, y toda la familia volverá a ser como antes y disfrutará de una vida feliz”. Cuando pensé así, me di cuenta de que era una traición a Dios. Recordé cómo me pasaba los días viviendo en la oscuridad y el vacío cuando no creía en Dios y cómo fue Él quien me salvó de ese mar de sufrimiento al proveerme con la verdad y darme la oportunidad de obtener la salvación. Si eligiera traicionar a Dios por el bien de mi familia, ¡no merecería Su salvación! Entonces le oré en el corazón: “Dios, no quiero traicionarte. Quiero creer en Ti, cumplir mi deber y retribuir Tu amor, pero no soporto tener que abandonar a mi hijo. Soy muy débil. Te ruego que me des fe y fortaleza”. Después de orar, recordé un himno de las palabras de Dios titulado Debes abandonar todo por la verdad:
1 Debes sufrir adversidades por la verdad, debes sacrificarte por la verdad, debes soportar humillación por la verdad y, para obtener más de la verdad, debes padecer más sufrimiento. Esto es lo que debes hacer. No debes desechar la verdad en beneficio del disfrute de una vida familiar armoniosa y no debes perder toda una vida de dignidad e integridad por el bien de un disfrute momentáneo.
2 Debes buscar todo lo que es hermoso y bueno, y debes buscar un camino en la vida que sea de mayor significado. Si llevas una vida tan vulgar y no buscas ningún objetivo, ¿no estás malgastando tu vida? ¿Qué puedes obtener de una vida así? Debes abandonar todos los placeres de la carne en aras de una verdad y no debes desechar todas las verdades en aras de un pequeño placer. Las personas así, no tienen integridad ni dignidad; ¡su existencia no tiene sentido!
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio
Las palabras de Dios me esclarecieron y guiaron para que entendiera que no podía traicionar a Dios para preservar mi familia. Pensé en cómo Él, para salvar a las personas del poder de Satanás, soporta una inmensa humillación al hacerse carne para hablar y obrar entre las personas y padece toda clase de adversidades. Dios ha pagado Su arduo precio por todos. Si yo traicionara a Dios en aras de la felicidad de mi familia, ¿cómo podría tener conciencia o dignidad humana? Mi búsqueda de la verdad y la salvación de Dios en mi fe es la senda correcta en la vida y todo el sufrimiento que debemos soportar para obtener la verdad vale la pena. No importan los placeres de la carne o las comodidades de la vida, ya que son todos vacuos. Solo al obtener la verdad puede uno obtener la salvación y seguir viviendo. No debía desechar la verdad y traicionar a Dios por el bien de mi hijo y mi familia. Tenía que ser fuerte, perseguir la verdad, retribuir el amor de Dios y vivir una vida con sentido. En ese momento, todo me quedó claro. Por mucho que mi esposo me presionara, jamás haría algo que traicionara a Dios. Mi esposo me estaba presionando para divorciarnos, ya que temía que, si me arrestaban, lo llevaría a la ruina conmigo. Él estaba actuando para proteger sus propios intereses. Vi que solo Dios ama de verdad a las personas. ¿Dónde está el amor entre las personas? Las relaciones entre las personas solo se rigen por intereses personales y cuando ya no hay intereses de por medio, las personas se vuelven hostiles. Mi esposo sabía claramente que creer en Dios era la senda correcta, pero aun así se ponía del lado del PCCh para perseguirme. Su esencia se resistía a Dios y, al seguir al PCCh, estaba en la senda de la perdición y la destrucción. Mientras que, al creer en Dios y perseguir la verdad, yo estaba en la senda de la salvación. Teníamos sendas completamente distintas. Vivir juntos solo significaba que él me seguiría persiguiendo y yo no tendría manera de creer en Dios o perseguir la verdad libremente. Así que le dije con calma: “Si quieres el divorcio, estoy de acuerdo”. Mi esposo me miró con desdén y dijo: “Una vez que nos divorciemos, nunca más volverás a ver a nuestro hijo y, si descubro que vienes a buscarlo, ¡llamaré a la policía y haré que los arresten a todos!”. Mi suegra vino entonces a tratar de persuadirme y dijo: “Si dejas de creer en Dios, ¡podrás llevarte a tu hijo adonde quieras y tener una buena vida! Además, él es tan pequeño. ¿Cómo puedes soportar abandonarlo?”. Al oír las palabras de mi suegra, sentí como si me clavaran un cuchillo en el corazón. Pensé: “Desde que nació, nunca se ha separado de mí. ¿Quién lo cuidará en el futuro? ¿Sufrirá? ¿Lo acosarán los demás? ¿Qué pasará si se enferma y no tiene a nadie que lo cuide?”. Cuanto más lo pensaba, más triste me sentía. Entonces recordé las palabras de Dios: “Yo siempre consolaré a todos los que perciban Mis intenciones, y no permitiré que sufran o que les suceda algún daño. Lo fundamental ahora es ser capaz de tomar acciones conforme a Mis intenciones. Quienes hagan esto recibirán, con toda certeza, Mis bendiciones y estarán bajo Mi protección. ¿Quién puede en verdad esforzarse verdadera y enteramente por Mí y ofrecer su todo por Mi bien? Todos sois tibios, vuestros pensamientos dan vueltas y vueltas, pensáis en el hogar, en el mundo exterior, en la comida y en la ropa. A pesar de que estás aquí, delante de Mí, haciendo cosas para Mí, en el fondo, sigues pensando en tu esposa, tus hijos y tus padres, que están en casa. ¿Son todas estas cosas tu propiedad? ¿Por qué no las encomiendas a Mis manos? ¿No tienes suficiente fe en Mí? ¿O es que tienes miedo de que Yo haga disposiciones inapropiadas para ti? ¿Por qué siempre te preocupas de la familia de tu carne y echas de menos a tus seres queridos? ¿Ocupo Yo un lugar determinado en tu corazón?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 59). “Además del nacimiento y la crianza, la responsabilidad de los padres en la vida de sus hijos es simplemente proveerle un entorno formal para que crezca en él, porque nada excepto la predestinación del Creador tiene influencia sobre el porvenir de la persona. Nadie puede controlar qué clase de futuro tendrá una persona; se ha predeterminado con mucha antelación, y ni siquiera los padres de uno pueden cambiar su porvenir. En lo que respecta a este, todo el mundo es independiente, y tiene el suyo propio. Por tanto, los padres no pueden evitar el porvenir de uno ni ejercer la más mínima influencia sobre el papel que uno desempeña en la vida. Podría decirse que la familia en la que uno está destinado a nacer, y el entorno en el que crece, no son nada más que las condiciones previas para cumplir su misión en la vida. No determinan en modo alguno el sino de la persona en la vida ni la clase de sino en el que cumplirá su misión” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). Las palabras de Dios me dieron fe y fortaleza. Pensé en que había sido infértil durante muchos años debido a mi enfermedad, y que ni siquiera médicos de gran reputación pudieron ayudarme. También pensé en que, cuando vivía en la oscuridad y el dolor, las palabras de Dios me iluminaron, me permitieron entender Su soberanía y predestinación y me ayudaron a liberarme del dolor. Después, milagrosamente, tuve un hijo. Mi familia y mi hijo son regalos de Dios. Siempre pensé que podía cuidar bien de mi hijo y nunca lo puse en manos de Dios. Las palabras de Dios me hicieron entender que, en realidad, es Dios quien vela por cada persona, la protege y la provee. El porvenir de mi hijo está en Sus manos y Él dispondrá todo para él. Dios determina tanto Su porvenir como si sufrirá o no. No es como si pudiera cuidar bien de él solo por estar en casa, y tampoco puedo garantizar su salud y seguridad solo por estar con él cada día. Debo confiarle a Dios todo lo relacionado con mi hijo y centrarme en cumplir mi deber. Al pensar de esta manera, pude desprenderme de algunas de mis preocupaciones por mi hijo y ya no sentí tanto dolor en mi corazón. Mi suegra seguía quejándose de mí, pero yo no quería discutir con ella y pensaba: “Está claro que es tu hijo el que quiere divorciarse para protegerse a sí mismo; sin embargo; dices que yo soy la que abandona a mi familia y a mi hijo debido a mi fe en Dios. ¿No ves que estás tergiversando la verdad?”.
También pensé en un hermano de nuestra zona al que el PCCh había perseguido debido a su fe. Había arriesgado su vida al regresar a casa en secreto para cuidar de su padre anciano que era paralítico, solo para que el PCCh lo capturara y lo matara a golpes. ¿De qué forma abandonaban los creyentes a sus familias? ¿No era la cruel persecución del PCCh a los cristianos la que producía estos desenlaces? Recordé un pasaje de las palabras de Dios: “Durante miles de años, esta ha sido la tierra de la suciedad. Es insoportablemente sucia, la miseria abunda, los fantasmas campan a su antojo por todas partes; timan, engañan, y hacen acusaciones sin razón; son despiadados y crueles, pisotean esta ciudad fantasma y la dejan plagada de cadáveres; el hedor de la putrefacción cubre la tierra e impregna el aire; está fuertemente custodiada. ¿Quién puede ver el mundo más allá de los cielos? El diablo ata firmemente todo el cuerpo del hombre, pone un velo ante sus ojos y sella con fuerza sus labios. El rey de los demonios se ha desbocado durante varios miles de años, hasta el día de hoy, cuando sigue custodiando de cerca la ciudad fantasma, como si fuera un ‘palacio de demonios’ impenetrable. Esta manada de perros guardianes, mientras tanto, mira fijamente con mirada penetrante, profundamente temerosa de que Dios la pille desprevenida, los aniquile a todos, y los deje sin un lugar de paz y felicidad. ¿Cómo podría la gente de una ciudad fantasma como esta haber visto alguna vez a Dios? ¿Han disfrutado alguna vez de la amabilidad y del encanto de Dios? ¿Cómo podrían entender los asuntos del mundo humano? ¿Quién de ellos puede entender las anhelantes intenciones de Dios? Poco sorprende, pues, que el Dios encarnado permanezca totalmente escondido: en una sociedad oscura como esta, donde los demonios son inmisericordes e inhumanos, ¿cómo podría el rey de los demonios, que mata a las personas sin pestañear, tolerar la existencia de un Dios hermoso, bondadoso y además santo? ¿Cómo podría aplaudir y vitorear Su llegada? ¡Esos lacayos! Devuelven odio por amabilidad, empezaron a tratar a Dios como un enemigo hace mucho tiempo, lo han maltratado, son en extremo salvajes, no tienen el más mínimo respeto por Dios, atacan y roban, han perdido toda conciencia, van contra toda conciencia, y tientan a los inocentes hasta un estado de coma. ¿Antepasados de lo antiguo? ¿Amados líderes? ¡Todos ellos se oponen a Dios! ¡Su intromisión ha dejado todo lo que está bajo el cielo en un estado de oscuridad y caos! ¿Libertad religiosa? ¿Los derechos e intereses legítimos de los ciudadanos? ¡Todos son trucos para tapar el pecado!” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (8)). Al contemplar las palabras de Dios, vi que el PCCh es, en efecto, un demonio malvado que se resiste a Dios y perjudica a las personas. Pretende apoyar las libertades religiosas, pero, en secreto, se resiste a Dios con furia y captura y persigue a Su pueblo escogido. ¡El PCCh realmente se merece que lo maldigan y lo condenen! Dios se encarnó para expresar la verdad en la tierra y purificar y salvar a las personas, pero el PCCh crea perturbaciones y trastornos de manera salvaje. Para capturar y perseguir al pueblo escogido de Dios y erradicar Su obra, a lo largo de los años, el PCCh no solo ha realizado varios operativos especiales para reprimir a La Iglesia de Dios Todopoderoso, sino que también rastrea teléfonos móviles e instala dispositivos de vigilancia electrónica en las calles para supervisar y capturar a hermanos y hermanas. Eso ha forzado a muchos de ellos a convertirse en personas sin hogar y a separarse de sus familias, por lo que muchos han sido capturados y torturados en prisión, e incluso los han matado a golpes. El PCCh también priva a las familias de los cristianos de sus derechos a trabajar e ir a la escuela, instiga y aviva conflictos familiares, y hace que innumerables familias se rompan. ¡El PCCh es realmente despreciable y malvado! Mi familia, que una vez era feliz, ha sido destrozada y dividida debido a los rumores y la represión del PCCh. ¡El PCCh es un grupo demoníaco que se resiste a Dios, perjudica y devora a las personas! Al padecer estas persecuciones, también vi que Dios ejerce Su sabiduría sobre la base de los planes de Satanás. A pesar de la persecución enloquecida del PCCh, este no ha debilitado la determinación del pueblo escogido de Dios para seguirlo. En cambio, cada vez más personas han aceptado la salvación de Dios de los últimos días, y el evangelio de Dios de los últimos días se ha extendido a muchos países en el extranjero. ¡Lo que proviene de Dios está destinado a prosperar! Pensé en todas las personas que aún están obnubiladas por los rumores del PCCh, viven bajo el poder de Satanás y no conocen la salvación de Dios de los últimos días. Tengo la responsabilidad y la obligación de compartir el evangelio de Dios de los últimos días con quienes anhelan la aparición de Dios. He tomado la resolución ante Dios de seguirlo hasta el final y difundir el evangelio para retribuir Su amor. Más tarde, pasé por el proceso de divorciarme de mi esposo.
Ahora, al echar la vista atrás, aunque perdí a mi familia, mi vida no es tan cómoda como antes y no puedo pasar los días y noches con mi hijo, he llegado a entender algunas verdades y he ganado discernimiento. Hoy, poder venir ante Dios y cumplir mi deber como ser creado, difundir la salvación de Dios de los últimos días y dar testimonio de ella ¡es verdaderamente valioso y significativo! Nunca me arrepentiré de mi elección.