56. Persistir en los deberes en medio de la adversidad

Por Li Yan, China

El 21 de marzo de 2023, por la mañana, recibí la carta de una hermana. En ella, decía que, tras su reunión, habían arrestado a un líder llamado Zhao Jun cuando estaba fuera ocupándose de algunos asuntos y nos pidió que nos encargásemos rápidamente del trabajo posterior al incidente. Al escuchar estas noticias, sentí una oleada de ansiedad y se me aceleró el corazón. “Zhao Jun lleva más de un año trabajando en nuestra iglesia y ha estado en muchas casas de acogida, así que hay que reubicar a las personas que estén cumpliendo sus deberes y los libros de las palabras de Dios de esas casas. ¿A dónde podemos trasladarlos en este momento? Si la policía descubre que Zhao Jun era aquí el líder principal responsable del trabajo, probablemente mantendrán vigilada esta zona para atrapar a la gente. Hace tan solo unos días, Zhao Jun estuvo en la casa de acogida en la que yo vivía”. Sentí que estaba en grave peligro y que podrían detenerme en cualquier momento. Continué clamando a Dios en mi corazón y pidiéndole que me lo protegiera. Tras orar, me sentí un poquito más en paz. Recordé estas palabras de Dios: “La fe es como un puente de un solo tronco: aquellos que se aferran miserablemente a la vida tendrán dificultades para cruzarlo, pero aquellos que están dispuestos a dar sus vidas pueden pasar con paso seguro y sin preocupación. Si el hombre alberga pensamientos asustadizos y de temor es porque Satanás lo ha timado por miedo a que crucemos el puente de la fe para entrar en Dios(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 6). Las palabras de Dios me hicieron comprender que esta situación era una prueba para mí. Si era cobarde y no cumplía mis responsabilidades, y esto derivaba en que los libros de las palabras de Dios cayesen en manos de la policía, ¿acaso no sería un incumplimiento de mi deber? Tenía que proteger los intereses de la iglesia y experimentar la obra de Dios con fe. Darme cuenta de esto me dio confianza y me apresuré a hablarlo con los hermanos y hermanas con los que colaboraba, y nos dividimos para reubicar los libros de las palabras de Dios y a quienes estuviesen cumpliendo sus deberes.

Justo después de terminar la reubicación, recibimos una carta de los líderes superiores. Decían que también habían arrestado a la hermana Liu Wei, que había estado colaborando conmigo. Frente a estos arrestos constantes, de repente me sentí totalmente débil e inerte, y pensé: “¿Cómo es posible que también hayan detenido a Liu Wei? Llevo colaborando con ella en nuestros deberes más de un año. ¿Eso significa que la policía también me está vigilando a mí? Si lo están haciendo, ¡podrían arrestarme en cualquier momento y en cualquier lugar! Si me atrapan, me golpearán hasta dejarme al borde de la muerte. ¿Qué pasaría si terminan golpeándome hasta matarme o dejarme lisiada?”. También pensé en que Liu Wei sabía las direcciones de muchos hermanos y hermanas que estaban cumpliendo su deber, así que tenía que reubicar de inmediato a esas personas y los libros de las palabras de Dios que estaban en peligro. Pensar en esto me puso sumamente nerviosa, de modo que me arrodillé rápidamente para orar a Dios: “¡Dios! Saber que han detenido a Liu Wei me ha puesto muy nerviosa y tengo mucho miedo, no sé qué hacer en este momento. ¡Dios! Mi estatura es escasa y no sé cómo superar esta situación. Por favor, esclaréceme y guíame y dame fe”. Tras orar, recordé estas palabras de Dios: “Deberías saber que Yo permito y dispongo todo el entorno que te rodea. Tenlo claro y satisfaz Mi corazón en el entorno que te he dado. No tengas miedo de esto y aquello, el Dios Todopoderoso de los ejércitos sin duda estará contigo; Él es vuestra fuerza de respaldo y es vuestro escudo(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 26). Las palabras de Dios me dieron fe y coraje. Dios era mi apoyo y, siempre y cuando confiase y recurriese a Él, estaría conmigo. Ahora que habían detenido a Liu Wei, tenía que encontrar un modo de reubicar los libros de las palabras de Dios y a quienes estaban cumpliendo sus deberes; ese era mi deber y mi responsabilidad. Teniendo esto en mente, me sentí menos nerviosa. Esa noche, en algún momento pasadas las 22:00, un hermano y yo nos repartimos estas tareas.

Poco después, recibimos otra carta de los líderes superiores en la que decían que Zhao Jun había confesado todos los deberes que había cumplido, pero que, de momento, todavía no se sabía si había dicho algo más, de modo que nos avisaban para que tuviésemos cuidado. Pensé: “Si Zhao Jun revela que soy líder, ¿acaso la policía sería poco severa conmigo? Si me detienen, ¿podré soportar la tortura de esos demonios del PCCh? ¿Qué pasaría si me golpean hasta matarme?”. Cuanto más lo pensaba, más miedo tenía, y quería irme de este lugar tan peligroso cuanto antes. Pero luego pensé en los hermanos y hermanas con los que colaboraba que habían sido detenidos, y en que había trabajo pendiente que hacer por ellos. Si no cumplía mis responsabilidades en este momento crítico, ¿no sería como una tortuga que se encierra en su caparazón? Si me ocultaba ante el peligro y no me preocupaba de la seguridad de los libros de las palabras de Dios ni de la de los hermanos y hermanas, ¡sería una irresponsabilidad total y una traición seria a Dios! Pero temía que, si no me marchaba, me detuvieran. Oré a Dios: “Dios, quiero abandonar mi deber y marcharme de este lugar, pero sé que esto no está en consonancia con Tus intenciones. Dios, por favor, dame fe y fortaleza para poder mantenerme firme ante esta situación”.

Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Independientemente de lo ‘poderoso’, lo audaz y ambicioso que sea Satanás, de lo grande que sea su capacidad de infligir daño, del amplio espectro de las técnicas con las que corrompe y atrae al hombre, lo ingeniosos que sean los trucos y las artimañas con las que intimida al hombre y de lo cambiante que sea la forma en la que existe, nunca ha sido capaz de crear una simple cosa viva ni de establecer leyes o normas para la existencia de todas las cosas, ni de gobernar y controlar ningún objeto, animado o inanimado. En el cosmos y el firmamento no existe una sola persona u objeto que haya nacido de él o que exista por él; no hay una sola persona u objeto gobernados o controlados por él. Por el contrario, no solo tiene que vivir bajo el dominio de Dios, sino que, además, debe someterse a todas Sus órdenes y Sus mandatos. Sin el permiso de Dios, le resulta difícil incluso tocar una gota de agua o un grano de arena sobre la tierra; ni siquiera es libre para mover a las hormigas sobre la tierra, y mucho menos a la humanidad creada por Dios. A los ojos de Dios, Satanás es inferior a los lirios del campo, a las aves que vuelan en el aire, a los peces del mar y a los gusanos de la tierra. Su papel, entre todas las cosas, es servir a todas las cosas, a la especie humana y a la obra de Dios y a Su plan de gestión. Independientemente de lo malévola que es su naturaleza y lo malvado de su esencia, lo único que puede hacer es respetar sumisamente su función: estar al servicio de Dios, y ser un contraste para Él. Tales son la sustancia y la posición de Satanás. Su esencia está desconectada de la vida, del poder, de la autoridad; ¡es un simple juguete en las manos de Dios, tan solo una máquina a Su servicio!(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único I). Al reflexionar sobre las palabras de Dios, gané fe y fortaleza y me percaté de que todas las cosas y acontecimientos están en manos de Dios. Da igual lo violento o perverso que sea el gran dragón rojo, es simplemente un peón en manos de Dios y una herramienta que le sirve para perfeccionar a Su pueblo escogido. Sin el permiso de Dios, Satanás no puede hacernos nada, por muy violento que sea. Recordé una noche de diciembre de 2012, durante una reunión. Irrumpieron siete u ocho policías. Mientras no estaban atentos, vi la oportunidad y hui. No obstante, cuando llegué a la puerta de la comunidad, dos policías que estaban montando guardia me bloquearon el paso, así que di la vuelta y salí corriendo. La policía movilizó a un equipo para buscar en cada casa de la comunidad y atraparme. Justo cuando estaban a punto de revisar la segunda planta en la que yo me ocultaba, me escondí en el rincón que estaba junto a las escaleras y, cuando la policía vino a revisar el lateral, escapé por la entrada principal de la comunidad. Para mi sorpresa, los dos guardas ni siquiera me reconocieron y, por muy poco, evité el desastre. También en esta ocasión, al estar detenidos Zhao Jun y Liu Wei, de acuerdo a nuestras imaginaciones, nuestra ubicación parecía muy peligrosa y, durante esa época, yo estaba constantemente gestionando el trabajo posterior a los arrestos y en riesgo de que me estuviesen vigilando y me detuviesen en cualquier momento. Pero, sin el permiso de Dios, la policía no podía detenerme, y daba igual lo violentos que fuesen. A partir de estos hechos, vi la omnipotencia y la soberanía de Dios y que todo estaba en Sus manos. Si Él no lo permitía, la policía no podría atraparme por mucho que quisiesen y, si lo permitía, entonces yo no podría huir, me escondiese donde me escondiese. Al darme cuenta de esto, gané fe y fortaleza y seguí gestionando el trabajo pendiente.

El 16 de mayo, por la mañana, supe que también habían detenido a otra compañera, la hermana Xin Yi, y mi corazón se llenó de tristeza. Los líderes superiores enviaron una carta en la que nos instaban a notificar de inmediato a los hermanos y hermanas que se alojaban en la casa de acogida de Xin Yi que debían reubicarse. Pensé: “Si voy a notificárselo y la policía está allí escondida esperando, ¿no sería como entrar en una trampa? ¿Qué pasa si la policía sabe que soy líder? Me torturarán de modos aun peores. Aunque no me maten, ¡seguro que me dejan lisiada! ¿Y si muero? ¿Seguiría pudiendo salvarme, entonces?”. Cuanto más lo pensaba, más miedo tenía. Sentía que estaba en grave peligro. Me acerqué a la ventana y suspiré profundamente mientras me preguntaba: “¿Debería ir o no? Si no voy, los otros hermanos y hermanas no podrán encontrar la casa de acogida de Xin Yi. ¿Voy a quedarme mirando mientras detienen a los hermanos y hermanas?”. Pensé en esto largo y tendido, me sentía dolida y no sabía qué hacer. Me arrodillé y oré a Dios: “Dios, mi fe es muy escasa, me encuentro viviendo con miedo y cobardía y no quiero ir a avisar a los hermanos y hermanas. ¡Soy tan egoísta! Dios, estoy dispuesta a confiar y a recurrir a Ti. Por favor, concédeme fe y fortaleza para superar esta situación con fe y guíame para comprender mi corrupción”.

Tras orar, leí estas palabras de Dios: “Los anticristos son extremadamente egoístas y despreciables. No tienen verdadera fe en Dios, y mucho menos lealtad a Él. Cuando se topan con un problema, solo se protegen y se salvaguardan a sí mismos. Para ellos, nada es más importante que su propia seguridad. Siempre y cuando puedan vivir y no los detengan, no les importa el daño causado a la obra de la iglesia. Estas personas son egoístas hasta el extremo, no piensan en absoluto en los hermanos y hermanas ni en la obra de la iglesia, solo en su propia seguridad. Son anticristos. Entonces, cuando les ocurre lo mismo a los que son leales a Dios y tienen verdadera fe en Él, ¿cómo lo gestionan? Lo que hacen, ¿de qué modo difiere de lo que hacen los anticristos? (Cuando esas cosas les suceden a quienes son leales a Dios, buscan la manera de salvaguardar los intereses de la casa de Dios, de proteger Sus ofrendas para que no sufran pérdidas, y hacen los arreglos necesarios para los líderes y obreros y los hermanos y hermanas, para minimizar las pérdidas. Los anticristos, en cambio, se aseguran de protegerse a sí mismos primero. No les importa la obra de la iglesia ni la seguridad del pueblo escogido de Dios, y cuando la iglesia se enfrenta a detenciones, eso ocasiona un perjuicio a la obra de esta). Los anticristos abandonan la obra de la iglesia y las ofrendas de Dios, y no organizan que la gente se ocupe de la situación posterior. Eso equivale a permitir que el gran dragón rojo se apodere de las ofrendas de Dios y de Su pueblo escogido. ¿No es eso una traición encubierta a las ofrendas de Dios y a Su pueblo escogido? Cuando los que son leales a Dios tienen claro que es peligroso un entorno, pese a ello aceptan el riesgo de hacer la tarea de ocuparse de la situación posterior y mantienen en mínimos las pérdidas a la casa de Dios antes de retirarse. No priorizan su propia seguridad. Dime, en este perverso país del gran dragón rojo, ¿quién podría asegurar que no hay peligro alguno en creer en Dios y cumplir con un deber? Cualquiera que sea el deber que uno asuma, conlleva cierto riesgo; sin embargo, el cumplimiento del deber es una comisión de Dios y, al seguir a Dios, uno ha de asumir el riesgo de cumplir con su deber. Uno debe hacer un ejercicio de sabiduría y ha de tomar medidas para garantizar su seguridad, pero no debe priorizar su seguridad personal. Debe tener en cuenta las intenciones de Dios y priorizar el trabajo de Su casa y la difusión del evangelio. Lo principal, y lo primero, es cumplir con la comisión de Dios para uno. Los anticristos dan máxima prioridad a su seguridad personal, creen que lo demás no tiene que ver con ellos. No les importa que le pase algo a otra persona, sea quien sea. Mientras no les pase nada malo a los propios anticristos, ellos están tranquilos. Carecen de toda lealtad, lo cual viene determinado por la esencia-naturaleza de los anticristos(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (II)). Dios expone que los anticristos son muy egoístas y despreciables. Cuando ocurren cosas, solo tienen en cuenta su propia seguridad y priorizan sus propios intereses, e ignoran las vidas de los hermanos y hermanas y los intereses de la casa de Dios. No tienen ninguna lealtad a Dios. ¿No me estaba comportando yo exactamente como un anticristo? Cuando me topaba con el peligro, priorizaba mi seguridad. Cuando capturaron a Xin Yi, supe que debía ir a avisar a los hermanos y hermanas que vivían con ella para que se reubicaran; de lo contrario, la policía podría detenerlos. Pero me daba miedo que me arrestaran, que me dejasen lisiada o que me matasen a golpes, así que no quería ir para salvar mi vida. Cuando ocurrían cosas, solo pensaba en mí y no me preocupaba por la seguridad de mis hermanos y hermanas. ¡Era realmente egoísta y despreciable y carecía de humanidad! Cuando se presentan peligros, una persona que de verdad tiene humanidad y es leal a Dios puede dejar de lado sus intereses para proteger la obra de la iglesia. No obstante, cuando yo me enfrentaba a peligros, me retraía como una tortuga en su caparazón, intentando prolongar mi miserable existencia. No prestaba atención a los intereses de la casa de Dios ni a la seguridad de mis hermanos y hermanas. ¿En qué me diferenciaba yo de un judas infame? Pensé en los santos, que a lo largo de la historia sacrificaron su juventud y sus vidas para predicar el evangelio. Dieron un bello testimonio de Dios en medio de la persecución y las tribulaciones. He aceptado la obra de Dios de los últimos días y disfrutado de las verdades que Él ha expresado. Dios nos ha dado más que lo que tuvieron los apóstoles y los profetas del pasado. Con la llegada de persecuciones y tribulaciones, estaban deteniendo a los líderes y a los hermanos y hermanas con los que colaboraba, unos detrás de otros, mientras que Dios me había protegido y evitado mi arresto. Si tenía algo de conciencia, debía ponerme en pie para proteger los intereses de la iglesia y la seguridad de mis hermanos y hermanas. Sin embargo, solo consideraba mis intereses en todo momento y no tenía en cuenta en absoluto las intenciones de Dios. Era menos leal que un perro de guardia con su dueño. ¡Realmente no merecía ser llamada humana! Al caer en la cuenta de esto, me odié por ser tan egoísta y despreciable.

Más tarde, pensé de nuevo y me pregunté: “Realmente, aprecio mi vida y siempre temo que me detengan o me torturen hasta la muerte. ¿Cómo puede resolverse ese problema?”. Leí un pasaje de las palabras de Dios: “¿Cómo murieron esos discípulos del Señor Jesús? Entre los discípulos hubo quienes fueron lapidados, arrastrados por un caballo, crucificados cabeza abajo, desmembrados por cinco caballos; les acaecieron todo tipo de muertes. ¿Por qué murieron? ¿Los ejecutaron legalmente por sus delitos? No. Fueron condenados, golpeados, vituperados y asesinados porque difundían el evangelio del Señor y los rechazó la gente mundana; así los martirizaron. No hablemos del fin último de esos mártires ni de la definición de su conducta por parte de Dios; en cambio, preguntémonos esto: al llegar al final, ¿las formas en que afrontaron el fin de su vida se correspondieron con las nociones humanas? (No). Desde la perspectiva de las nociones humanas, pagaron un precio muy grande por difundir la obra de Dios, pero al final los mató Satanás. Esto no se corresponde con las nociones humanas, pero es precisamente lo que les sucedió. Es lo que permitió Dios. ¿Qué verdad es posible buscar en esto? Que Dios permitiera que murieran así, ¿fue Su maldición y Su condena, o Su plan y Su bendición? Ninguna de las dos. ¿Qué fue? La gente actual reflexiona sobre su muerte con mucha angustia, pero así eran las cosas. Los que creían en Dios morían de esa manera, ¿cómo se explica esto? Cuando mencionamos este tema, os ponéis en su lugar; ¿se os entristece entonces el corazón y sentís un dolor oculto? Pensáis: ‘Estas personas cumplieron con su deber de difundir el evangelio de Dios y se les debería considerar buenas personas; por tanto, ¿cómo pudieron llegar a ese fin y a tal resultado?’. En realidad, así fue cómo murieron y perecieron sus cuerpos; este fue su medio de partir del mundo humano, pero eso no significaba que su resultado fuera el mismo. No importa cuál fuera el modo de su muerte y partida, ni cómo sucediera, así no fue como Dios determinó los resultados finales de esas vidas, de esos seres creados. Esto es algo que has de tener claro. Por el contrario, aprovecharon precisamente esos medios para condenar este mundo y dar testimonio de las acciones de Dios. Estos seres creados usaron sus tan preciadas vidas, aprovecharon el último momento de ellas para dar testimonio de las obras de Dios, de Su gran poder, y declarar ante Satanás y el mundo que las obras de Dios son correctas, que el Señor Jesús es Dios, que Él es el Señor y Dios encarnado. Hasta el último momento de su vida siguieron sin negar el nombre del Señor Jesús. ¿No fue esta una forma de juzgar a este mundo? Aprovecharon su vida para proclamar al mundo, para confirmar a los seres humanos, que el Señor Jesús es el Señor, Cristo, Dios encarnado, que la obra de redimir a toda la especie humana que Él realizó le permite a esta continuar viviendo, una realidad que es eternamente inmutable. Los martirizados por predicar el evangelio del Señor Jesús, ¿hasta qué punto cumplieron con su deber? ¿Hasta el máximo logro? ¿Cómo se manifestó el máximo logro? (Ofrecieron sus vidas). Eso es, pagaron el precio con su vida. La familia, la riqueza y las cosas materiales de esta vida son cosas externas; lo único relacionado con uno mismo es la vida. Para cada persona viva, la vida es la cosa más digna de aprecio, la más preciada, y resulta que esas personas fueron capaces de ofrecer su posesión más preciada, la vida, como confirmación y testimonio del amor de Dios por la humanidad. Hasta el día de su muerte siguieron sin negar el nombre de Dios o Su obra y aprovecharon los últimos momentos de su vida para dar testimonio de la existencia de esta realidad; ¿no es esta la forma más elevada de testimonio? Esta es la mejor manera de cumplir con el deber, lo que significa cumplir con la responsabilidad. Cuando Satanás los amenazó y aterrorizó, y al final, incluso cuando les hizo pagar con su vida, no abandonaron su responsabilidad. Esto es cumplir con el deber hasta el fin. ¿Qué quiero decir con ello? ¿Quiero decir que utilicéis el mismo método para dar testimonio de Dios y difundir Su evangelio? No es necesario que lo hagas, pero debes entender que es tu responsabilidad, que si Dios necesita que lo hagas, debes aceptarlo como algo a lo que te obliga el honor(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Difundir el evangelio es el deber al que están obligados por honor todos los creyentes). Tras leer las palabras de Dios, comprendí. Si puedo ver de verdad el valor de la vida y la muerte y comprender el sentido de la vida, puedo evitar sentirme constreñida por la muerte ante la persecución y las tribulaciones. Además, puedo defender mi deber y disponerme a sacrificar mi vida para mantenerme firme en mi testimonio. Pensé en todos los santos que, a lo largo de las eras, han sacrificado sus vidas y dado su sangre para predicar el evangelio del Señor Jesús. Innumerables personas han sido martirizadas por Dios. Algunas fueron lapidadas y otras, arrastradas por caballos hasta la muerte. Pagaron el precio de sus vidas para dar un testimonio fuerte y rotundo de Dios. Sus muertes tuvieron sentido, ya que sufrieron persecución por causa de la justicia y recibieron la aprobación de Dios. Aunque sus cuerpos perecieron, sus almas permanecieron. Algunas personas traicionan a Dios tras ser capturadas y venden a sus hermanos y hermanas por miedo a la tortura, y se convierten en judas infames. Ofenden gravemente el carácter de Dios y pierden Su salvación. Aunque sus cuerpos vivan, son como muertos vivientes y, al final, descenderán al infierno para ser castigados y allí, ¡sufrirán por toda la eternidad! Tal como dijo el Señor Jesús: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará(Mateo 16:25). En ese momento, comprendí finalmente el significado de este versículo de las palabras de Dios. Antes, no podía ver con claridad la cuestión de la muerte. Me daba miedo que la policía me capturara y me asesinara, ya que pensaba que, si moría, no conseguiría la salvación. Ahora me daba cuenta de que la muerte del cuerpo no es la muerte real. Quizás el cuerpo perezca, pero el alma está con Dios. Una persona capaz de morir por la justicia ante la persecución es aceptada y recordada por Dios. Ahora que los hermanos y hermanas estaban en peligro, en ese momento crítico, no podía seguir teniendo en cuenta mi seguridad. Tenía que pensar rápidamente en la manera de informar a los hermanos y hermanas para que se reubicasen. Aunque terminase detenida por la policía y torturada hasta la muerte, una muerte así tendría sentido. Al darme cuenta de esto, me sentí tranquila y en calma. Esa noche, fui a la casa de acogida en la que había estado Xin Yi y, por el camino, continué orando a Dios. Cuando pasé bajo una cámara de vigilancia de alta definición, sentí otra vez un poco de miedo, así que me desvié por un callejón apartado. Cuando llegué a la planta inferior del edificio, me puse nerviosa de nuevo y me preocupaba mucho que la policía estuviera por allí vigilando y acechando. Seguí clamando a Dios en mi corazón. Pensé en estas palabras de Dios: “De todo lo que acontece en el universo, no hay nada en lo que Yo no tenga la última palabra. ¿Hay algo que no esté en Mis manos?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 1). Las palabras de Dios me dieron fe y ya no me sentía tan asustada. Al final, todos los hermanos y hermanas se reubicaron con éxito y por fin se apaciguó la preocupación de mi corazón.

Más adelante, leí un pasaje de las palabras de Dios que me ayudó a comprender el significado del uso del gran dragón rojo por parte de Dios. Dios dice: “Los que verdaderamente siguen a Dios pueden resistir el examen de su obra, mientras que los que no siguen a Dios realmente no pueden resistir ninguna de las pruebas de Dios. Tarde o temprano serán expulsados, mientras que los victoriosos permanecerán en el reino. Que el hombre verdaderamente busque a Dios o no lo determina el examen de su obra, es decir, las pruebas de Dios, y no tiene nada que ver con la decisión del hombre mismo. Dios no rechaza a ninguna persona a la ligera; todo lo que Él hace es para que el hombre pueda ser completamente convencido. No hace nada que sea invisible para el hombre ni ninguna obra que no pueda convencer al hombre. El que la creencia del hombre sea verdadera o no lo prueban los hechos y no lo puede decidir el hombre. Sin duda, ‘el trigo no se puede hacer cizaña y la cizaña no se puede hacer trigo’. Todos los que verdaderamente aman a Dios al final permanecerán en el reino y Dios no tratará mal a nadie que verdaderamente lo ame(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la práctica del hombre). Dios permite que el gran dragón rojo persiga y capture a los cristianos a fin de utilizar su servicio para verificar nuestro trabajo y ver si tenemos auténtica fe y lealtad hacia Él. Es una verificación para cada creyente en Dios. Algunas personas no tienen el coraje de continuar su fe en Dios por cobardía, otros se ocultan por miedo a ser capturados y no tienen el valor de cumplir sus deberes y otros, incapaces de soportar la tortura tras ser arrestados, traicionan a Dios y se convierten en judas. Estas personas son las cizañas y los incrédulos que revela la obra de Dios y, en última instancia, serán descartadas. No obstante, algunos, sin importar lo terrible que sea la situación, son capaces de persistir en sus deberes y proteger la obra de la iglesia e incluso, si los capturan y los torturan, prefieren ir a la cárcel que convertirse en judas. Dan un rotundo testimonio de Dios. Estas son las personas que creen realmente en Dios y le son leales. A través del servicio del gran dragón rojo, se revela a todos los creyentes, falsos y verdaderos, al igual que al trigo y la cizaña de la iglesia. Sin saberlo, a la gente se la categoriza según su clase. ¡La obra de Dios es tan sabia! Al mismo tiempo, a través de los arrestos y la persecución del PCCh, vi lo escasa que era mi fe. Normalmente, cuando no me encontraba en una situación de peligro, oraba a Dios y le decía que estaba dispuesta a renunciar y a entregarme por Él y devolverle Su amor. No obstante, cuando me topaba con el peligro, solo pensaba en mí misma y, en momentos críticos, no me preocupaba por la seguridad de mis hermanos y hermanas ni por los libros de las palabras de Dios. ¿Acaso no estaba engañando a Dios? Si no hubiera sido por la revelación de estos hechos y el juicio y castigo de las palabras de Dios, no habría tenido conocimiento de mi carácter satánico egoísta y despreciable. Seguiría pensando que soy capaz de renunciar a mi familia y a mi carrera, que soy leal a Dios y que seguro que conseguiría Su aprobación. Y también pensaría que, una vez que la obra de Dios se hubiese completado, yo me salvaría y entraría en el reino de los cielos. ¡Qué patético no conocerme a mí misma!

Durante este periodo, la persecución y los arrestos llevados a cabo por el gran dragón rojo revelaron mi corrupción. Vi que carecía de realidades-verdad y que esto era muy peligroso, y también me instaba a perseguir la verdad y a esforzarme en adelante para poder soportar las tentaciones al enfrentar situaciones peores en el futuro. Así, en última instancia, superaría a Satanás y daría testimonio de Dios. Vivir estas situaciones ha sido muy beneficioso para mi vida. ¡Esto ha sido la salvación de Dios para conmigo! Tras pasar por esta experiencia, mi corazón se llenó de gratitud hacia Dios. A través de la orientación de Sus palabras, gané cierto entendimiento sobre la autoridad, omnipotencia y soberanía de Dios, lo cual reforzó mi fe. ¡Gracias a Dios!

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