Un poco de conocimiento sobre el egoísmo y la vileza

27 Mar 2025

Por Nana, China

En 2020, colaboraba con dos hermanas, Li Na y Yang Yang, en deberes relacionados con textos. Después de un tiempo, me eligieron líder del equipo. Pensé: “He estado haciendo trabajos relacionados con textos durante mucho tiempo y, ahora que soy la líder del equipo, debo colaborar con ellas para que podamos cumplir bien con nuestros deberes”. Ellas eran jóvenes, así que solía ser más tolerante con ellas en la vida cotidiana. Cuando veía que tenían problemas en el trabajo o que no comprendían ciertos principios, buscaba la verdad con ellas para resolver esos asuntos. Li Na y Yang Yang decían que era fácil llevarse bien conmigo, que era paciente y responsable en mis deberes. Yo también sentía que tenía la capacidad de considerar el trabajo en general, que era paciente, cariñosa y que tenía una buena humanidad. En ese momento, todo el mundo era muy positivo en sus deberes y el trabajo daba algunos frutos. El supervisor también me elogió, así que me sentí complacida y pensé que debía hacerlo aún mejor en el futuro.

Más tarde, debido al aumento de la carga de trabajo y a la acumulación de sermones, el supervisor dispuso que la hermana Wang Nan colaborara con nosotras en nuestros deberes. Me di cuenta de que Wang Nan era bastante rápida tanto para seleccionar sermones como para redactarlos y que mi progreso era más lento que el suyo. Pensé: “Si el supervisor ve que el progreso de selección de sermones se ha acelerado claramente con la llegada de Wang Nan, ¿pensará que me falta capacidad de trabajo y que no soy tan buena como ella? ¿O pensará que no estoy haciendo trabajo real y que esa es la razón por la que hay una acumulación de sermones? Esto no puede quedar así. Tengo que seleccionar los sermones más rápido y no quedarme rezagada detrás de Wang Nan”. Por ese entonces, Yang Yang tenía ciertos problemas para seleccionar los sermones. Yo sabía que debía hablar con ella y ayudarla, pero pensé: “Para resolver los problemas de Yang Yang, hay que ayudarla a analizar los sermones y encontrar los principios relevantes, lo que retrasaría el avance de mi propia selección de sermones. Entonces, el supervisor dirá que no he hecho mi trabajo tan bien como la hermana nueva, a pesar de haber estado haciendo mis deberes durante tanto tiempo. Ni hablar, ahora mismo no me voy a preocupar por eso”. Así que no pregunté a Yang Yang por las dificultades que tenía. Unos días después, noté que Yang Yang avanzaba lentamente en la selección de sermones y, aunque quería hablar con ella y ayudarla, me quedaba en silencio cuando pensaba en el tiempo y la energía que requeriría. Un día, el supervisor dijo que Yang Yang debía traspasar parte de su trabajo a Li Na. Vi que Yang Yang no había explicado las cosas con claridad, así que quise hablarlo en detalle con ellas, pero pensé que eso retrasaría mi revisión de los sermones y, de todos modos, como el supervisor no me había asignado específicamente esa tarea, sería mejor no involucrarme y centrarme solo en mi propio trabajo. Más tarde, el trabajo de Yang Yang y Li Na no estaba dando buenos resultados, por lo que sugirieron que compartiéramos soluciones juntas, pero no quería participar, ya que pensaba que eso me retrasaría, así que compartí algunas opiniones brevemente y volví a centrarme de inmediato en mi propio trabajo.

Más tarde, el supervisor vino a revisar el trabajo y vio que Li Na y Yang Yang estaban teniendo dificultades y que los resultados de sus deberes habían empeorado. Cuando el supervisor se enteró de que no había estado guiando el trabajo de las hermanas con las que trabajaba ni realizando un seguimiento, me podó diciéndo: “Tú solo haces el trabajo del que eres responsable y no te preocupas en absoluto por el progreso del trabajo de las hermanas con las que colaboras. ¡No has estado cumpliendo en absoluto con tus responsabilidades como líder del equipo!”. Que me podaran tan repentinamente fue difícil de aceptar y pensé: “No es solo mi culpa que sus deberes no estén dando resultados, ¡dividimos el trabajo!”. Me sentí un poco agraviada. El supervisor me leyó un pasaje de las palabras de Dios y fue entonces cuando comencé a reconocer mis problemas. Dios dice: “Los anticristos no tienen conciencia, razón o humanidad. No solo no tienen preocupación por la vergüenza, sino que también alcanzan otra marca distintiva: su egoísmo y vileza son poco comunes. El sentido literal de su ‘egoísmo y vileza’ no es difícil de captar. Están ciegos a todo lo que no sean sus propios intereses. Cualquier cosa que tenga que ver con sus propios intereses recibe su máxima atención y sufren por ello, pagan un precio, están absorbidos por sus asuntos y solo se dedican a ellos. Todo aquello que no tenga relación con sus propios intereses lo ignoran y no lo tienen en cuenta. Los demás pueden hacer lo que quieran, a los anticristos les da igual que alguien trastorne o perturbe, consideran que esto no tiene nada que ver con ellos. Dicho con tacto, se ocupan de sus propios asuntos. Pero es más acertado decir que este tipo de personas son viles, vulgares y sórdidas. Las definimos como ‘egoístas y viles’. ¿Cómo se manifiesta el egoísmo y la vileza de los anticristos? En todo lo que beneficia a su estatus o reputación, se esfuerzan por hacer o decir lo que sea necesario, y están dispuestos a soportar cualquier sufrimiento. Pero en lo que respecta al trabajo que organiza la casa de Dios o al trabajo que beneficia el crecimiento en la vida de los escogidos de Dios, lo ignoran por completo. Incluso cuando las personas malvadas trastornan, perturban y cometen todo tipo de maldades, con lo cual afectan gravemente a la obra de la iglesia, permanecen impasibles y despreocupados, como si no tuviera nada que ver con ellos. Y si alguien descubre e informa de las acciones malvadas de una persona malvada, aseguran que no vieron nada y fingen ignorancia. Pero si alguien los denuncia y deja en evidencia que no hacen trabajo real y solo buscan fama, ganancia y estatus, se enfurecen. Convocan reuniones apresuradas para discutir cómo responder, se investiga para averiguar quién actuó a sus espaldas, quién fue el cabecilla y quién estuvo involucrado. No comen ni duermen hasta que han llegado al fondo del asunto y este se ha resuelto por completo. Incluso solo se ponen contentos cuando se han deshecho de todos los que estaban implicados en su denuncia. Esta es la manifestación del egoísmo y la vileza, ¿verdad? ¿Acaso están haciendo trabajo de iglesia? Están actuando pura y simplemente en aras de su propio poder y estatus. Se ocupan de sus propios asuntos. Independientemente del trabajo que lleven a cabo, los anticristos no piensan para nada en los intereses de la casa de Dios. Solo consideran si los suyos propios van a verse afectados, solo piensan en ese poquito de trabajo frente a ellos que los beneficia. Para ellos, la obra principal de la iglesia solo es algo que hacen en su tiempo libre. No se la toman en serio para nada. Solo se mueven cuando se los empuja a actuar, solo hacen lo que les gusta y solo hacen el trabajo destinado a mantener su estatus y su poder. A sus ojos, toda labor dispuesta por la casa de Dios, la labor de difundir el evangelio y la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios no son importantes. No importa qué dificultades tengan otras personas en su trabajo, qué cuestiones hayan identificado o les hayan informado, o lo sinceras que sean sus palabras, los anticristos no prestan atención, no se involucran, es como si no tuviera nada que ver con ellos. Por muy importantes que sean los problemas que surjan en la labor de la iglesia, ellos son totalmente indiferentes. Incluso cuando tienen un problema delante, solo lo abordan de manera superficial. Solo cuando lo Alto los poda directamente y se les ordena que resuelvan un problema, hacen a regañadientes un poco de trabajo real y le muestran algo a lo Alto. Poco después, siguen con sus propios asuntos. Con respecto a la obra de la iglesia, a las cosas importantes en el contexto más amplio, no les interesan ni les hacen caso. Incluso ignoran los problemas que descubren, y dan respuestas superficiales o titubean cuando se les pregunta por los problemas, y solo los abordan con gran reticencia. ¿Acaso no es esto la manifestación del egoísmo y la vileza? Es más, no importa el deber que estén realizando los anticristos, lo único que les interesa es si va a permitirles pasar a un primer plano. Con tal de que aumente su reputación, se devanan los sesos para idear una manera de aprender a hacerlo, de llevarlo a cabo. Lo único que les importa es si los va a distinguir del resto. Da igual lo que hagan o piensen, solo se preocupan por su propia fama, ganancia y estatus. Sea cual sea la tarea que estén realizando, solo compiten por quién está más arriba o más abajo, quién gana y quién pierde, quién tiene mejor reputación. Solo se preocupan por cuántas personas los idolatran y los admiran, cuántas los obedecen y cuántos seguidores tienen. Nunca hablan con la verdad ni resuelven problemas reales. Nunca consideran cómo hacer las cosas según los principios al cumplir el deber, tampoco reflexionan respecto a si han sido leales, han desempeñado bien sus responsabilidades, si ha habido desvíos o descuidos en el trabajo o hay algún problema, ni mucho menos piensan para nada en lo que pide Dios ni en cuáles son Sus intenciones. No prestan la menor atención a todas esas cosas. Solo se concentran y hacen cosas en aras de la fama, la ganancia y el estatus, para satisfacer sus propias ambiciones y deseos. Esta es la manifestación del egoísmo y la vileza, ¿verdad?(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión cuatro: Resumen de la calidad humana de los anticristos y de su esencia-carácter (I)). Cuando oí las palabras “egoísta”, “vil” y “sórdida”, sentí como si me hubieran atravesado el corazón. Solo entonces me di cuenta de que mi comportamiento era igual al de un anticristo. Los anticristos están dispuestos a esforzarse mucho, sufrir y pagar un precio por cosas relacionadas con su reputación y estatus. Sin embargo, cuando se trata de cosas que no están relacionadas con sus intereses, las ignoran y hacen la vista gorda, aunque eso perjudique el trabajo de la iglesia. Son verdaderamente egoístas y viles. Recordé que, al principio, podía colaborar en armonía con Li Na y Yang Yang, y que me esforzaba al máximo para ayudarlas a resolver sus problemas siempre que tenían dificultades. Pero, cuando el supervisor trajo a Wang Nan, comencé a temer que, si me quedaba rezagada detrás de ella, el supervisor diría que no era tan capaz como ella o que no estaba haciendo trabajo real. Así que dejé de preocuparme por las hermanas con las que trabajaba. Cuando vi que Yang Yang tenía dificultades en el trabajo, no quise molestarme en ayudarla, ya que pensé que eso me haría perder el tiempo y me centré únicamente en mi propio trabajo. El supervisor pidió a Yang Yang que traspasara parte del trabajo a Li Na y, aunque vi que no se habían comunicado de forma adecuada y sabía que eso retrasaría el trabajo, tenía miedo de que compartir los detalles del asunto con ellas me hiciera perder tiempo, así que elegí hacer la vista gorda y no involucrarme. Hasta busqué excusas para proteger mis intereses personales; pensé que, como el supervisor no me había asignado ese trabajo, no era mi responsabilidad. Más tarde, el trabajo de Li Na dejó de ser eficaz y a ella le estaba costando salir de esto, pero evité de forma intencionada compartir con ella y ayudarla. Como era tan egoísta, no había ayudado a las hermanas con las que colaboraba ni había tenido en cuenta el trabajo en general, lo que había retrasado el avance del trabajo. Aunque parecía que le dedicaba tiempo y energía al trabajo, en realidad, todo lo que hacía era para evitar que mi orgullo y mi estatus se vieran perjudicados. Como líder del equipo, debería haber estado supervisando el trabajo de cada una de las miembros y dándole seguimiento. Si alguna de ellas tenía dificultades o problemas con sus deberes, debería haberlo mencionado de inmediato y haber buscado con ellas soluciones basadas en los principios-verdad. En cambio, solo me preocupaba por mi propio trabajo y por si mi reputación y estatus se veían perjudicados. No consideré en absoluto el trabajo en general y no cumplí con las responsabilidades de una líder de equipo. Vi que yo era verdaderamente vil y sórdida y que estaba revelando el mismo carácter que un anticristo. Al reconocerlo, sentí que había sido justo que el supervisor me podara y que no tenía motivos para sentirme agraviada, así que comencé a pensar en cómo podía compensar el perjuicio que había causado al trabajo.

Más tarde, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “Algunas personas alardean de poseer buena humanidad, de jamás hablar mal de los demás, jamás perjudicar los intereses de otros, y sostienen que jamás han codiciado los bienes del prójimo. Cuando hay una disputa sobre los intereses, incluso prefieren perder a aprovecharse de los demás, y todos piensan que son buenas personas. Sin embargo, cuando llevan a cabo sus deberes en la casa de Dios, son maliciosos y escurridizos, siempre maquinando para sí mismas. Nunca piensan en los intereses de la casa de Dios, nunca tratan como urgentes las cosas que Dios considera urgentes ni piensan como Dios piensa, y nunca pueden dejar a un lado sus propios intereses a fin de llevar a cabo su deber. Nunca abandonan sus propios intereses. Aunque ven a las personas malvadas hacer el mal, no las exponen; no tienen principio alguno. ¿Qué clase de humanidad es esta? No es humanidad buena. No prestes atención a lo que dice la gente así; debes ver qué vive, qué revela y cuál es su actitud cuando lleva a cabo sus deberes, así como cuál es su estado interno y qué ama. Si su amor por su propia fama y ganancia excede su lealtad a Dios, si su amor por su propia fama y ganancia excede los intereses de la casa de Dios, o excede la consideración que muestra por Dios, entonces ¿acaso esta gente posee humanidad? No se trata de personas con humanidad. Tanto los demás como Dios pueden observar su comportamiento. Es muy difícil que tales personas ganen la verdad(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entregando el corazón a Dios, se puede obtener la verdad). Tras leer las palabras de Dios, me sentí bastante avergonzada. En el pasado, siempre había pensado que yo tenía buena humanidad, ya que era capaz de trabajar en armonía con mis hermanos y hermanas, de ayudarlos y de tener en cuenta el trabajo en general. No obstante, con la revelación de los hechos, me di cuenta de que no era una persona con buena humanidad. Sentí que la llegada de Wang Nan había amenazado mi reputación y estatus, así que, para evitar que el supervisor dijera que no era tan buena como ella, centré toda mi atención en hacer bien mi propio trabajo. Cuando vi que Yang Yang y Li Na estaban teniendo dificultades en su trabajo y necesitaban ayuda, las ignoré. Pensé que ayudarlas repercutiría en cómo avanzaba mi trabajo, por lo que simplemente me desentendí de ellas y me mantuve al margen. En consecuencia, el trabajo sufrió pérdidas. Solo entonces me di cuenta de que la razón por la que antes podía ayudar a mis hermanas y tener en cuenta el trabajo en general era porque mi reputación y estatus no estaban involucrados. Pero ahora que mi orgullo y mi estatus estaban en juego, mi verdadero rostro había quedado al descubierto y había ignorado los intereses de la iglesia para proteger mi propia reputación y estatus. ¿En qué sentido tenía yo buena humanidad? Una persona que realmente tiene buena humanidad es leal a su deber y, cuando los intereses de la casa de Dios entran en conflicto con los suyos, puede ser considerada con las intenciones de Dios y anteponer los intereses de la casa de Él. En cuanto a mí, cuando vi que el trabajo de la iglesia sufría pérdidas, no estuve dispuesta a dejar de lado mis intereses personales para ayudar a mis hermanas. ¿En qué sentido tenía yo buena humanidad? Al darme cuenta de eso, me sentí realmente culpable y oré a Dios: “Dios, me doy cuenta de que soy verdaderamente egoísta y estoy dispuesta a cambiar y colaborar en armonía con mis hermanas. No importa quién tenga problemas con sus deberes, estoy dispuesta a buscar la verdad con ellas para resolverlos”. A partir de entonces, preguntaba activamente a Li Na y Yang Yang sobre los problemas que tenían en su trabajo y, si planteaban alguna cuestión, compartíamos y explorábamos soluciones juntas. Tras eso, independientemente de lo ocupada que estuviera en el trabajo, siempre encontraba tiempo para hablar con mis hermanas sobre los problemas laborales y, juntas, compartíamos sendas para resolverlos. Al ver que el trabajo en general iba, de a poco, en buena dirección, todas nos sentimos bastante felices.

Después de un tiempo, el líder dispuso que la hermana Yang Zhen y yo colaboráramos en los deberes relacionados con textos. Solíamos comentar el trabajo juntas, pero, más tarde, debido a cambios en el trabajo, dividimos las responsabilidades. A veces, Yang Zhen tenía que verificar los materiales con los hermanos y hermanas. Durante esa época, el líder enviaba cartas para preguntar sobre su trabajo y los hermanos y hermanas también le escribían para hacerle preguntas. Había que responder con rapidez a todas esas cartas. Al principio, yo fui capaz de ayudarla con algunas de estas tareas, pero, después de un tiempo, pensé: “Esto es responsabilidad de Yang Zhen. Si sigo ayudándola, perderé el tiempo y, si el trabajo que tengo a cargo no produce tan buenos resultados como el de Yang Zhen, ¿qué pensará el líder de mí? ¿Cómo podré volver a presentarme ante él?”. Pero luego recordé cómo, al centrarme solo en mi propio trabajo e ignorar el de mis hermanas, la obra de la iglesia había salido perjudicada y supe que no podía volver a repetir ese error. Recordé un pasaje de las palabras de Dios: “No hagas siempre las cosas para tu propio beneficio y no consideres constantemente tus propios intereses; no consideres los intereses humanos ni tengas en cuenta tu propio orgullo, reputación y estatus. Primero debes considerar los intereses de la casa de Dios y hacer de ellos tu prioridad. Debes ser considerado con las intenciones de Dios y empezar por contemplar si ha habido impurezas en el cumplimiento de tu deber, si has sido leal, has cumplido con tus responsabilidades y lo has dado todo, y si has estado pensando de todo corazón en tu deber y en la obra de la iglesia. Debes meditar sobre estas cosas(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción). Las palabras de Dios me dieron una senda de práctica. Tanto el trabajo que Yang Zhen tenía a cargo como el que yo debía realizar era trabajo de la iglesia, y no debía seguir teniendo en consideración mi orgullo y estatus. Si el trabajo de Yang Zhen se retrasaba, los intereses de la iglesia se verían perjudicados. Debía proteger el trabajo en general de la iglesia. Tras eso, cuando Yang Zhen estaba muy ocupada, la ayudaba con algunas de sus tareas, a la vez que priorizaba las tareas y el trabajo según la urgencia. Al practicar de esa manera, me sentí en paz.

En el pasado, siempre pensé que tenía buena humanidad, que podía sufrir y pagar un precio en mis deberes y que también podía colaborar en armonía con mis hermanos y hermanas. Sin embargo, después de pasar por todo esto, vi que era realmente egoísta y que todo mi sufrimiento y mis sacrificios eran para proteger mi reputación y estatus. Le agradezco a Dios por el juicio y el desenmascaramiento de Sus palabras, que me permitieron conocerme a mí misma y hacer algunos cambios.

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