Encontré la verdadera felicidad
Por Chongsheng, ChinaDesde muy joven, siempre me había encantado ver dramas románticos y envidiaba las relaciones amorosas entre los...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
Nací en una familia rural y mis padres se ganaban la vida con la agricultura. Desde que tengo uso de razón, la salud de mis padres siempre ha sido delicada, sobre todo la de mi padre, que tenía problemas en las piernas y en los pies, lo que le dificultaba caminar cuando empeoraba. Sin embargo, para mantener a la familia, mi padre trabajaba a menudo incluso estando enfermo. En esa época, mis padres solían regañarnos a mi hermana y a mí, y decían: “¡Cuando seáis mayores, debéis ser buenos hijos! No pedimos mucho, solo que nos tratéis como nosotros tratábamos a vuestros abuelos. Si podéis hacerlo cuando seáis mayores, seremos felices”. En ese momento, yo era joven y no tenía ningún concepto de la devoción filial, pero a medida que crecía, ideas como la devoción filial y educar a los hijos para que te cuiden en la vejez tomaban forma en mi mente. Al ver a mis padres sufrir tanto por nuestra familia. Esperaba que, cuando fuera mayor, podría ganar dinero para compensárselo y darles una buena vida. Más tarde, cuando empecé a trabajar y ganar dinero les compré ropa, e incluso un aparato para tratar sus enfermedades.
En 2009, toda nuestra familia aceptó la obra de Dios en los últimos días y, poco después, empecé a realizar deberes en la iglesia. Una vez, cuando mis padres fueron a una reunión, el PCCh los detuvo y durante el interrogatorio, la policía no dejaba de interrogar a mi padre sobre mi paradero. Para evitar que el PCCh me arrestara y persiguiera, tuve que dejar mi hogar y cumplir con mi deber en otro lugar. En los primeros años, no me preocupé mucho por mis padres porque ellos creían en Dios y hacían lo que podían para llevar a cabo sus deberes, lo cual me tranquilizaba. 2017 fue un año muy raro para mí. En una reunión de compañeros de trabajo, una hermana me dijo que la antigua enfermedad de mi padre había vuelto y que se había quedado paralizado, postrado en la cama e incapaz de hablar. Fue difícil asimilar esta noticia repentina. Pensé: “¿No estaba bien cuando me fui? ¿Cómo es posible? Con mi padre paralizado, ¿podrá mi madre encargarse de todo ella sola?”. Solo deseaba poder volver a ver a mi padre para cuidar de él. Pero ante la amenaza de detención y persecución del CCP, seguía sin poder regresar. Me sentía fatal, así que me presenté ante Dios y oré: “¡Oh, Dios! Me siento muy débil al saber que mi padre está paralizado, por favor, dame la fe y la fuerza necesarias para afrontar todo esto. Con la amenaza de arresto del PCCh no puedo volver, pero estoy dispuesto a confiar mi casa a Tus manos. Por favor, vela por mi corazón para que pueda mantenerme firme en esta situación”. Tras orar, me sentí mucho más en paz. Al tumbarme en la cama por la noche mi mente estaba repleta de imágenes de mi padre paralizado, tendido en la cama, incapaz de moverse. Recordé el año en que volví a casa por las vacaciones de invierno en el instituto. Un día de nieve, volvía a casa con las maletas junto a algunos compañeros. Llevábamos varias horas caminando por una carretera de montaña. Estábamos a pocos kilómetros de casa, pero tenía tanto frío y hambre que no pude caminar más y me quedé atrás. Mis compañeros de clase del pueblo llegaron primero a mi casa y avisaron a mis padres. Mi padre vino a buscarme, me recogió y me llevó a casa. No pude evitar llorar al recordarlo. Ahora mi padre no podía cuidar de sí mismo y estaba al borde de la muerte. Si mi padre muriera, ¿cómo se las arreglaría mi madre sola para su funeral? Nuestros parientes y vecinos se reirían de nosotros y seguro que me llamarían mal hijo por no volver a casa por mi padre paralizado. Sería un estigma que cargaría para siempre. Con estas cuestiones en mente, realmente quería arriesgarme a volver para cuidar de mi padre. Pero temía que me arrestaran si volvía. Además de no poder cuidar de mi padre, también sería una carga para mi madre. Así que abandoné la idea. Más tarde, escribí a casa para preguntar cómo iban las cosas. Unos meses después, recibí una carta de mi madre que decía que mi padre ya había fallecido hacía medio año. Escuchar esa noticia fue muy doloroso y angustioso, y pensé: “A mi padre le costó sangre, sudor y lágrimas criarme, pero cuando envejeció y quedó paralizado no cumplí con ningún tipo de deber filial. Ni siquiera lo vi una última vez. Se dice que crías a los hijos para que te cuiden en la vejez, pero yo no cumplí con ninguna de mis responsabilidades como hijo. ¡Realmente soy un mal hijo!”. Pensé en cómo mi padre había estado años postrado en una cama, incapaz de cuidar de sí mismo, y en cómo mi madre tenía que ocuparse de él todos los días, además de encargarse del trabajo del campo y de la casa. Ella había sufrido mucho. Ahora mi madre estaba completamente sola y no podía dejarla sufrir más. Pero no podía volver a casa para cuidar de ella. Mi corazón estaba repleto de conflicto y dolor y ni siquiera podía centrarme en mis deberes.
Más tarde, leí las palabras de Dios: “¿Acaso es la verdad mostrar devoción filial hacia los padres? (No). Ser buen hijo es algo correcto y positivo, pero ¿por qué decimos que no es la verdad? (Porque la gente no tiene principios al mostrar devoción filial hacia sus padres ni es capaz de discernir qué tipo de personas son verdaderamente ellos). La manera en que se debería tratar a los padres está relacionada con la verdad. Si tus padres creen en Dios y te tratan bien, ¿deberías serles buen hijo? (Sí). ¿De qué modo les eres buen hijo? No los tratas de la misma forma que a tus hermanos y hermanas. Haces todo lo que te dicen y, si son mayores, debes quedarte a su lado para cuidarlos, lo que te impide salir a cumplir con tu deber. ¿Está bien esto? (No). ¿Qué deberías hacer en tales ocasiones? Depende de las circunstancias. Si puedes atenderlos igualmente mientras cumples con el deber en un lugar cercano a tu hogar y tus padres no se oponen a tu fe en Dios, deberías cumplir con tu responsabilidad filial y realizar algunas tareas para ayudarlos. Si están enfermos, atiéndelos; si algo les preocupa, consuélalos; si tus circunstancias económicas lo permiten, cómprales suplementos nutritivos según tu presupuesto. Sin embargo, ¿qué debes optar por hacer si estás ocupado con el deber, no hay nadie que atienda a tus padres y también ellos creen en Dios? ¿Qué verdad debes practicar? Dado que ser filial a los padres no es la verdad, sino simplemente una responsabilidad y una obligación humanas, ¿qué deberías hacer si esta obligación entra en conflicto con tu deber? (Priorizar mi deber; anteponerlo). Una obligación no es necesariamente un deber. Decantarse por el cumplimiento del deber propio es practicar la verdad, mientras que cumplir con una obligación no lo es. Si se dan las condiciones, puedes cumplir esa responsabilidad u obligación, pero si las circunstancias actuales no te lo permiten, ¿qué deberías hacer? Deberías decir: ‘Debo cumplir con mi deber, eso es practicar la verdad. Ser filial a mis padres es vivir según mi conciencia y no llega a ser practicar la verdad’. Por tanto, debes dar prioridad a tu deber y defenderlo. Si actualmente no tienes ningún deber, no trabajas lejos de casa y vives cerca de tus padres, busca la forma de cuidar de ellos. Haz todo lo posible para ayudarles a vivir un poco mejor y a aliviar su sufrimiento. Pero esto también depende del tipo de personas que sean tus padres. ¿Qué debes hacer si tus padres tienen poca humanidad, si te impiden constantemente creer en Dios y si continúan alejándote de creer en Dios y de cumplir con tu deber? ¿Qué verdad deberías practicar? (El rechazo). En ese momento, debes rechazarlos. Has cumplido con tu obligación. Tus padres no creen en Dios, así que no tienes la obligación de mostrarles respeto filial. Si creen en Dios, entonces tus padres son familia. Si no lo hacen, entonces camináis por sendas diferentes: Creen en Satanás y adoran al rey diablo, y caminan por su senda; son personas que recorren sendas distintas que quienes creen en Dios. Ya no sois una familia. Consideran adversarios y enemigos a los creyentes en Dios. Por tanto, eso te exime de la obligación de cuidarlos y debes cortar los lazos con ellos por completo. ¿Cuál es la verdad: ser filial a los padres o cumplir con el deber propio? Por supuesto, la verdad es cumplir con el deber propio. Cumplir con el deber propio en la casa de Dios no se limita a cumplir con la obligación propia y a hacer lo que supuestamente uno debe hacer. Se trata de cumplir con el deber de un ser creado. Aquí está la comisión de Dios; es tu obligación, tu responsabilidad. Se trata de una verdadera responsabilidad, consistente en cumplir con tu responsabilidad y tu obligación ante el Creador. Este es el requerimiento del Creador a las personas, y la gran cuestión de la vida. Pero mostrar respeto filial hacia los padres simplemente es la responsabilidad y la obligación de un hijo o una hija. En realidad, no es una comisión de Dios, y mucho menos se ajusta a Su requerimiento. Por lo tanto, entre mostrar respeto filial hacia los padres y cumplir con el deber propio, sin duda hay que cumplir con el deber de uno, y solo eso es practicar la verdad. Cumplir con el deber propio como ser creado es la verdad, y es un deber imperioso. Mostrar respeto filial hacia los padres significa ser filial a las personas. No significa que uno esté cumpliendo con su deber, ni que esté practicando la verdad” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es la realidad-verdad?). “Independientemente de lo que hagas, pienses o planees, esas cosas no son importantes. Lo fundamental es si puedes entender y creer verdaderamente que todos los seres creados están en manos de Dios. Algunos padres tienen la bendición y el sino de poder disfrutar de la alegría doméstica y de la felicidad de una familia numerosa y próspera. Esto es la soberanía de Dios y una bendición que Él les concede. Otros padres no tienen este sino: Dios no lo ha dispuesto para ellos. No tienen la bendición de disfrutar de una familia feliz ni de que sus hijos estén a su lado. Esto es la instrumentación de Dios y la gente no puede forzarla. Pase lo que pase, al final, en lo que respecta a la devoción filial, las personas deben al menos tener una mentalidad de sumisión. Si el entorno lo permite y cuentas con los medios para hacerlo, puedes mostrar devoción filial hacia tus padres. Si no, no intentes forzarla: ¿cómo se llama esto? (Sumisión). A esto se le llama sumisión. ¿De dónde proviene esta sumisión? ¿Cuál es el fundamento de la sumisión? Se basa en todas estas cosas que Dios dispone y sobre las que gobierna” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es la realidad-verdad?). Después de leer las palabras de Dios, comprendí que la devoción filial no son más que responsabilidades y obligaciones humanas, y que es algo positivo, pero que no es la verdad. Cumplir con el deber de un ser creado es la verdad y es lo que Dios exige de las personas. Esto cuenta con la aprobación de Dios. Cuando la devoción filial entra en conflicto con tus deberes, debes practicar según tus circunstancias. Si las condiciones lo permiten y si no afecta a tus deberes, entonces debes cuidar de tus padres y cumplir con tus responsabilidades y obligaciones. Si las condiciones no lo permiten y estás ocupado con tus deberes, debes priorizar el deber de un ser creado y acatar las disposiciones de Dios. Además, con respecto a los padres, algunos tienen muchos hijos y nietos y disfrutan de las bendiciones de una familia feliz, pero Dios no ha dispuesto esta situación para otros padres, y no disfrutan de tales bendiciones. Todas estas cosas las predestina Dios. Gracias a la guía de las palabras de Dios, me sentí mucho más aliviado. En retrospectiva, mientras yo hacía mis deberes en casa, cuidaba de mis padres lo mejor que podía, pero con la amenaza de la persecución y el arresto del PCCh, no podía volver a casa. Además, tenía que realizar mis deberes, así que tuve que elegir cumplir el deber de un ser creado, ya que se ajusta a la verdad. No podía abandonar mis deberes por razones egoístas.
Más tarde, recibí una carta de mi madre y me enteré de que ella y tres hermanas habían sido arrestadas durante una reunión. Durante el interrogatorio policial, la engañaron con artimañas de Satanás y reveló los nombres de dos hermanas. Tras su liberación, ella estaba muy arrepentida y abatida. Tiempo después, se cayó accidentalmente por las escaleras y se lesionó la parte baja de la espalda. En mi cabeza me vi en casa y mi mente se llenó de imágenes de mi madre cayendo y de su dolor. Me sentí muy disgustado. Tres meses más tarde, recibí otra carta de mi madre que decía que su espalda se había curado y que a raíz de esa caída, despertó y empezó a buscar la verdad y a reflexionar sobre sí misma. Dijo que había salido de su estado erróneo y que, sin este incidente, habría seguido malinterpretando a Dios toda su vida. Me sentí muy culpable al leer su carta. Vi que las disposiciones de Dios siempre contienen Sus intenciones sinceras, que Su trabajo es muy práctico y que nos guía a cada uno de nosotros según nuestras necesidades y defectos. A finales de octubre de 2022, supe que la policía había arrestado repentinamente a mi madre mientras recibía a los hermanos y hermanas en una reunión. La policía encontró el teléfono y la tarjeta de memoria del diácono evangélico, que contenían las palabras de Dios, y mi madre tomó la iniciativa de dar la cara y decir que eran suyos para proteger al diácono. Me sentí muy feliz por mi madre. A mediados de julio de 2023, recibí una carta de mi hermana mayor que decía que mi madre tenía un quiste en la vesícula. Pensaban que necesitaría cirugía, pero su estado se estabilizó y no hizo falta. Esta noticia me hizo sentir muy inquieto y pensé: “Si mi madre realmente necesita cirugía, no hay nadie en casa para cuidar de ella. Mi hermana mayor está casada, vive lejos y tiene sus propios deberes, así que no puede volver para quedarse con ella. Ya es muy mayor. ¿Y si le ocurre algo? ¿Quién se encargará de su funeral? Mi hermana y yo no estamos con ella y no hay nadie que pueda cuidarla. No estuve allí cuando mi padre falleció y no estaré cuando mi madre fallezca, realmente soy un mal hijo”. Estos pensamientos hicieron que me encontrara con un obstáculo que no podía superar, y afectó a mi estado.
Durante un devocional leí un pasaje de las palabras de Dios: “Hablemos de cómo debe interpretarse ‘Tus padres no son tus acreedores’. ¿Acaso no es un hecho que ‘Tus padres no son tus acreedores’? (Sí). Dado que es un hecho, nos corresponde explicar las cuestiones que abarca. Analicemos el asunto de que tus padres te trajeran al mundo. ¿Quién eligió que te trajeran al mundo, tú o tus padres? ¿Quién eligió a quién? Si lo analizas desde la perspectiva de Dios, la respuesta es: ninguno de los dos. Ni tú ni tus padres elegisteis que ellos te trajeran al mundo. Si analizas de raíz esta cuestión, esto lo dispuso Dios. Dejaremos este tema de lado por ahora, ya que es algo fácil de entender. Desde tu punto de vista, naciste pasivamente de tus padres, sin tener otra opción al respecto. Desde la perspectiva de tus padres, te trajeron al mundo por su propia voluntad independiente, ¿verdad? En otras palabras, dejando de lado la disposición de Dios, en lo relativo a tu nacimiento, fueron tus padres quienes detentaron todo el poder. Eligieron traerte al mundo y lo decidieron todo. Tú no elegiste que ellos te dieran la vida, naciste de ellos pasivamente y no tuviste elección alguna al respecto. Así pues, dado que tus padres tuvieron todo el poder y optaron por hacer que nacieras, tienen la obligación y la responsabilidad de educarte, criarte hasta la vida adulta, proveerte de educación, alimento, vestimenta y dinero; esta es su responsabilidad y obligación, y es lo que les corresponde hacer. En tanto que tu postura fue siempre pasiva durante el tiempo que te criaron, no tuviste derecho a elegir: debían criarte ellos. Como eras pequeño, no tenías la capacidad de criarte solo, no te quedó más alternativa que recibir pasivamente la crianza de tus padres. Ellos te criaron tal como quisieron; si te daban buena comida y bebida, tú comías y bebías bien. Si te ofrecían un entorno vital en el que sobrevivías alimentándote de cizaña y plantas silvestres, así es como sobrevivías. En cualquier caso, durante tu crianza, tú eras pasivo y tus padres cumplían con su responsabilidad. […] En cualquier caso, al criarte, tus padres cumplen con una responsabilidad y una obligación. Criarte hasta la vida adulta es su obligación y responsabilidad, y eso no se puede considerar amabilidad. Siendo así, ¿no se trata de algo que deberías disfrutar? (Sí). Es una especie de derecho del que deberías gozar. Te deben criar tus padres porque, hasta alcanzar la vida adulta, el papel que desempeñas es el de un niño que está siendo educado. Por lo tanto, ellos no hacen más que cumplir con una clase de responsabilidad contigo y tú solo la recibes, pero sin duda no recibes favores ni amabilidad de su parte. Para cualquier criatura viviente, tener hijos y cuidarlos, reproducirse y criar a la siguiente generación es un tipo de responsabilidad. Por ejemplo, las aves, las vacas, las ovejas e incluso los tigres tienen que cuidar de sus crías tras reproducirse. No hay criaturas vivientes que no críen a sus cachorros. Tal vez existan ciertas excepciones, pero no muchas. Es un fenómeno natural de la existencia de las criaturas vivientes, es su instinto, y no se puede atribuir a la amabilidad. Lo único que hacen es respetar una ley que el Creador dispuso para los animales y para la humanidad. En consecuencia, que tus padres te críen no es una especie de amabilidad. En función de esto, puede afirmarse que tus padres no son tus acreedores. Cumplen con su responsabilidad frente a ti. Independientemente de cuánto esfuerzo y dinero te dediquen, no deben pedirte que los recompenses, porque esa es su responsabilidad como padres. Dado que es una responsabilidad y una obligación, debe ser libre y no deben pedir una retribución. Al criarte, tus padres solo cumplían con su responsabilidad y obligación, y no corresponde remunerarla, no debe ser una transacción. Así pues, no es necesario que abordes a tus padres ni que manejes tu relación con ellos con la idea de recompensarlos. Si efectivamente tratas a tus padres, les retribuyes y abordas tu vínculo con ellos en función de esta idea, eso es inhumano. A su vez, es probable que eso haga que tus sentimientos carnales te limiten y te aten, y te resultará dificultoso salir de ese enredo, hasta el punto de que incluso podrías perder el camino. Tus padres no son tus acreedores, así que no tienes la obligación de concretar todas sus expectativas. No tienes la obligación de correr con los gastos de sus expectativas” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (17)). Las palabras de Dios comparten con mucha claridad cómo manejar la relación entre padres e hijos. Como padres, tener hijos y criarlos es simplemente seguir las leyes establecidas para la humanidad por el Creador. Al igual que la reproducción de cualquier organismo, es un instinto. Los padres que crían a sus hijos cumplen con sus responsabilidades y obligaciones; no se trata de bondad, y los hijos no tienen que retribuirles. Yo pensaba que, como había sido muy difícil para mis padres tenerme y criarme y sufrieron tanto, yo debía retribuirles de forma adecuada para compensar su bondad al criarme. Cuando supe que mi padre estaba paralizado y que no podría estar a su lado para cuidarlo, ni podría atenderle en su vejez ni despedirme como es debido, me sentí en deuda con él. Al pensar en ello sentía que cargaba un gran peso, me costaba respirar. Tras el fallecimiento de mi padre, me preocupé por mi madre. Pensaba que como no había sido buen hijo con mi padre, no podía quedar en deuda también con mi madre y tenía que asegurarme de que disfrutara de sus últimos años. Al saber que mi madre estaba enferma y que yo no podía volver para cuidarla, me sentí muy mal hijo y en deuda con ella. Ahora, al leer las palabras de Dios, comprendí que el hecho de que mis padres me criaran se debía a que ellos cumplían con sus responsabilidades y obligaciones, y no a una bondad que tuviera que retribuir. No eran mis acreedores. Considerar que mis padres me criaron por una amabilidad que tenía que retribuir era completamente erróneo y no se ajustaba a la verdad. Esta opinión me había causado mucho dolor. Si Dios no hubiera expuesto la verdad sobre este tema, lo habría ignorado por completo y habría permanecido atado y controlado por esta opinión errónea. Mi vida vino de Dios, y Dios me ofrece todo lo que necesito. Debería estarle agradecido. Recuerdo que en 2007, cuando apenas llevaba unos meses creyendo en el Señor, iba en un coche al que le fallaron los frenos y rodó ladera abajo. Ese accidente causó fallecidos y heridos, pero seguí llamando a Dios en mi corazón y salí solo con un tirón muscular, una lesión muy leve. Lo más milagroso fue que no sentí miedo ni pánico en absoluto durante el accidente, lo que me demostró la obra milagrosa de Dios. De no ser por la protección de Dios, podría haber fallecido en ese accidente. A lo largo de los años, he experimentado profundamente que solo Dios es mi única salvación. Sin mi fe en Dios, sería como los no creyentes, persiguiendo sin descanso la riqueza y la fama, ignorantes de en qué manos descansa nuestro destino, y sin saber cómo vivir una vida con sentido o sin darme cuenta del sufrimiento que causa Satanás. Ahora, difundir el evangelio del reino requiere la cooperación de la gente. No había pensado en corresponder al amor de Dios y no me sentía en deuda con Dios por no haber cumplido bien mis deberes. Solo estaba centrado en retribuir a mis padres. ¡Era realmente una falta de conciencia, algo vergonzoso e ingrato por mi parte!
Leí más palabras de Dios: “Debido al condicionamiento de la cultura tradicional china, según sus nociones tradicionales, el pueblo chino cree que se debe observar una devoción filial hacia los padres. Aquel que no cumple con la devoción filial es mal hijo. Al pueblo le han inculcado estas ideas desde la infancia y se enseñan en prácticamente todos los hogares, así como en todas las escuelas y en la sociedad en general. Cuando a una persona le han llenado la cabeza de esas cosas, piensa: ‘La devoción filial es más importante que nada. Si no cumpliera con ella, no sería buena persona; sería mal hijo y la sociedad me criticaría. Sería una persona carente de conciencia’. ¿Es correcto este punto de vista? La gente ha visto muchas verdades expresadas por Dios; ¿acaso Él ha exigido que uno demuestre devoción filial hacia sus padres? ¿Es esta una de las verdades que los creyentes en Dios deben comprender? No, no lo es. Dios solo ha hablado sobre ciertos principios. ¿Según qué principio piden las palabras de Dios que la gente trate a los demás? Ama lo que Dios ama y odia lo que Dios odia. Ese es el principio al que hay que atenerse. Dios ama a los que persiguen la verdad y son capaces de seguir Su voluntad; esas son también las personas a las que debemos amar. Aquellos que no son capaces de seguir la voluntad de Dios, que lo odian y se rebelan contra Él, son personas detestadas por Dios, y nosotros también debemos detestarlas. Esto es lo que Dios pide del hombre. […] Satanás usa ese tipo de cultura tradicional y esas nociones de moralidad para atar tus pensamientos, tu mente y tu corazón, lo que te vuelve incapaz de aceptar las palabras de Dios; tales cosas de Satanás te han poseído y te han hecho incapaz de aceptar Sus palabras. Cuando quieres practicar las palabras de Dios, estas cosas te perturban en tu interior, hacen que te opongas a la verdad y a Sus requisitos, y te vuelven impotente para librarte del yugo de la cultura tradicional. Tras luchar durante un tiempo, cedes: prefieres creer que las nociones tradicionales de moralidad son correctas y conformes a la verdad, así que rechazas o abandonas las palabras de Dios. No aceptas Sus palabras como la verdad y no piensas en absoluto en ser salvado, pues sientes que aún vives en este mundo, y solo puedes sobrevivir apoyándote en estas personas. Incapaz de soportar el rechazo social, preferirías renunciar a la verdad y a las palabras de Dios, abandonarte a las nociones tradicionales de moralidad y a la influencia de Satanás, y optarías por ofender a Dios en lugar de practicar la verdad. Decidme, ¿acaso no es el hombre digno de pena? ¿No tiene necesidad de la salvación de Dios? Algunos han creído en Dios durante muchos años, pero aún no comprenden el tema de la devoción filial. Realmente no entienden la verdad. Nunca pueden abrirse camino a través de esta barrera de las relaciones mundanales; no tienen la valentía, ni la confianza, ni mucho menos la determinación, de modo que no pueden amar y obedecer a Dios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo reconociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente). Las palabras de Dios exponen la esencia de la cultura tradicional. Reflexioné sobre cómo me había influido el adoctrinamiento de Satanás desde tan joven, inculcándome ideas tradicionales como “La devoción filial es la principal virtud” y “Cría a tus hijos para que cuiden de ti en la vejez”. Trataba la devoción filial como una forma de determinar si una persona tenía conciencia. Creía que, puesto que mis padres me criaron, como hijo suyo debía corresponder a su bondad y debía honrarlos y mantenerlos en su vejez y despedirlos como es debido. Creía que cumplir con estas responsabilidades significaba ser una persona con humanidad y conciencia, y que si alguien no las cumplía, era mal hijo y no merecía ser llamado humano. Por tanto, la sociedad lo despreciaría y rechazaría. Estas ideas habían arraigado profundamente en mi corazón. Después de empezar a creer en Dios, debido a la amenaza de persecución y arresto del PCCh, no pude regresar a casa ni pude ver a mi padre una última vez. Me sentía muy culpable, un mal hijo en deuda con mis padres por su amabilidad al criarme. Sentía que los demás me despreciaban y tachaban de mal hijo. Más tarde, al enterarme de la enfermedad de mi madre, me preocupé y temí que, si mi madre fallecía, nunca sería capaz de quitarme la etiqueta de “mal hijo”. Estos pensamientos eran como grilletes invisibles que me ataban con fuerza y me impedían ser libre. Era muy consciente de que cumplir con el deber de un ser creado al creer en Dios era la senda correcta en la vida, pero no podía cumplir con mi deber en paz. Me di cuenta de que estas ideas tradicionales falaces me estaban perjudicando profundamente. Pensé en la Era de la Gracia cuando mucha gente dejó atrás a sus padres y parientes para difundir el evangelio del Señor por todo el mundo, algunos incluso sacrificaron sus vidas. Sus elecciones coincidían plenamente con la intención del Señor y eran buenas acciones y actos justos. He dado la bienvenida al regreso del Señor y he aceptado la obra de Dios todopoderoso en los últimos días, una oportunidad única en la vida. En este momento, cumplir con mi deber como un ser creado es algo que cuenta con la aprobación de Dios, mientras que la devoción filial es simplemente una obligación humana. Puede hacerse si las condiciones lo permiten, pero si no, debe primar el deber.
Entonces leí más palabras de Dios: “Si no hubieras dejado el hogar para cumplir con el deber en otro lugar y te hubieras quedado al lado de tus padres, ¿podrías haber evitado que enfermaran? (No). ¿Puedes controlar si tus padres viven o mueren? ¿Si son ricos o pobres? (No). Sea cual sea la enfermedad que contraigan, no será porque estaban agotados de criarte ni porque te extrañaban; en especial, no contraerán ninguna enfermedad importante, grave y posiblemente mortal por tu causa. Ese es su sino, y no tiene nada que ver contigo. Por muy buen hijo que seas, lo que puedes lograr, a lo sumo, es reducir un poco su sufrimiento carnal y sus cargas, pero en cuanto a en qué momento enfermen, qué enfermedad contraigan, cuándo y dónde mueran: ¿tienen estas cosas algo que ver contigo? No. Si eres un buen hijo, si no eres un ingrato indiferente y te pasas todo el día con ellos, cuidándolos, ¿acaso no se enfermarán? ¿No morirán? Si se van a enfermar, ¿no se enfermarán de todos modos? Si van a morir, ¿no morirán igualmente? ¿No es así?” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (17)). “Encomendar a tus padres a las manos de Dios es la mejor manera de mostrarles respeto filial. No deseas que afronten toda clase de dificultades en su existencia ni que lleven una mala vida, coman mal o tengan una salud precaria. En el fondo de tu corazón, está claro que esperas que Dios los proteja y los mantenga a salvo. Si son creyentes, esperas que puedan cumplir con su deber y se mantengan firmes en su testimonio. Esto supone cumplir las propias responsabilidades humanas; la gente solo puede lograrlo con su propia humanidad. Además, lo más importante es que tras años de fe en Dios y de escuchar tantas verdades, la gente cuente al menos con este pequeño entendimiento y comprensión: el porvenir del hombre lo determina el cielo, el hombre vive en manos de Dios y tener Su cuidado y protección es bastante más importante que las preocupaciones, la piedad filial o la compañía de los hijos. ¿No sientes alivio al saber que tus padres están bajo el cuidado y la protección de Dios? No hace falta que te preocupes por ellos. Si lo haces, eso significa que no confías en Dios, que tu fe en Él es demasiado escasa. Si de verdad te preocupan y te interesan tanto tus padres, deberías orar a Dios a menudo, encomendárselos a Sus manos y permitir que Él lo instrumente y arregle todo. Dios rige sobre el porvenir de la humanidad y su día a día y todo lo que le sucede, ¿por qué te sigues preocupando entonces? Ni siquiera puedes controlar tu propia vida, tú mismo tienes un montón de dificultades; ¿qué podrías hacer para que tus padres vivan felices a diario? Lo único que puedes hacer es encomendarlo todo a las manos de Dios. Si son creyentes, pídele a Dios que los guíe por la senda adecuada para que al final se salven. Si no creen, que caminen por la senda que deseen. En cuanto a los padres de mayor bondad y que tienen algo de humanidad, puedes orar a Dios para que los bendiga y pasen felices el resto de sus días. Respecto al modo de obrar de Dios, Él dispone Sus arreglos y las personas han de someterse a ellos. Por consiguiente, en general, estas asumen la conciencia de las responsabilidades que tienen hacia sus padres. Al margen de la actitud hacia ellos que conlleva tal conciencia, ya se trate de preocupación o de elegir permanecer a su lado, en todo caso, nadie debe sentirse culpable ni tener cargo de conciencia por no haber podido cumplir con sus responsabilidades hacia sus padres al verse afectado por circunstancias objetivas. Estas cuestiones y otras similares no deben convertirse en problemas en la vida de alguien que cree en Dios; hay que desprenderse de ellas. En estos temas relacionados con el cumplimiento de las responsabilidades hacia los padres, las personas han de poseer estos conocimientos precisos y deben dejar de sentirse limitadas. Por un lado, en el fondo de tu corazón sabes que no eres un mal hijo y que no estás eludiendo o evitando tus responsabilidades. Por otro, tus padres están en manos de Dios, así que ¿para qué preocuparse? Cualquier preocupación que uno pueda tener es superflua. Cada persona vivirá sin sobresaltos conforme a la soberanía y los arreglos de Dios hasta el fin, hasta llegar al final de su senda, sin desviarse nunca” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (16)). De las palabras de Dios, comprendí que independientemente de qué tipo de enfermedades o desgracias les ocurren a los padres a lo largo de su vida o de cuándo las sufren, todas están regidas por la soberanía de Dios; no tienen nada que ver con que los hijos estén a su lado para cuidarlos. Incluso si los hijos están al lado de los padres todos los días, realmente no pueden cambiar nada, a lo sumo solo disminuirá ligeramente su carga diaria, Sin embargo, si es su destino, se enfermarán igualmente y, cuando llegue la hora, deberán irse. Este es el destino que ordena el Creador. Qué enfermedad contraerá mi madre o si morirá es decisión de Dios. Incluso si vuelvo y estoy a su lado todos los días, no cambiaría nada. Su vida y muerte están predestinadas por Dios desde hace mucho tiempo. La edad que ella alcanzará, los sufrimientos que soportará y las circunstancias a las que se enfrentará están bajo la soberanía y la predestinación de Dios, y mi preocupación no ayudará. Mi madre también cree en Dios y Dios dispondrá las circunstancias adecuadas para que ella las experimente según su situación. Igual que cuando mi madre estuvo enferma, yo no comprendí las sinceras intenciones de Dios y me preocupaba constantemente por ella, pero, al final, ella estaba bien. Me di cuenta de que mi fe era realmente escasa, que solo juzgaba las cosas con nociones humanas, y que carecía de una verdadera comprensión de la omnipotencia y soberanía de Dios. Ahora, tras once años lejos de mi hogar, mi madre está sola en casa y cumple con su deber lo mejor que puede, y vive bien. Ahora veo que mis preocupaciones e inquietudes eran realmente innecesarias. También comprendo que mis padres no son mis acreedores, que me criaron como parte de sus responsabilidades y obligaciones, y que no puedo tomar esto como una amabilidad que retribuir. Tengo una misión que cumplir en esta vida, que es llevar a cabo bien mi deber como un ser creado. Cuando pienso así, mis sentimientos de culpa desaparecen y me siento mucho más liberado en mi espíritu y capaz de dedicarme a mi deber. ¡Gracias a Dios por Su guía!
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