Reflexiones sobre resistirse a la supervisión
En 2021 era responsable del trabajo de riego de la iglesia. Durante ese tiempo, los líderes supervisaban y hacían el seguimiento de nuestro trabajo preguntando a menudo sobre nuestro progreso, y si habíamos tenido algunos problemas o dficultades al hacer nuestro deber. Al principio, respondía activamente, pero poco a poco me volví impaciente y pensé: “Hacer siempre seguimiento de nuestro trabajo es demasiada molestia. ¿Quién sabe cuánto tiempo hemos desperdiciado? ¿Eso no afectará los resultados de mi trabajo? Si mis resultados son pobres, ¿no me destituirán los líderes?”. Con esos pensamientos en mente, me volví muy reticente hacia ese tipo de supervisión por parte de los líderes.
Una vez, los líderes enviaron una carta para conocer el estado de nuestro trabajo, con preguntas como cuántas personas habían aceptado el evangelio ese mes, cuántos nuevos fieles no se reunían con regularidad y por qué, qué nociones religiosas tenían y cómo compartíamos con ellos para resolverlas. Al ver esa serie de preguntas me preocupé y pensé: “Hay mucho contenido por cubrir y tengo que revisar y discutir todo con los regadores. ¡Tardaremos mucho tiempo!”. Así que me resistí en mi corazón: “¡Hacer tantas preguntas detalladas sobre el trabajo nos hace perder demasiado tiempo! Luego, si los resultados del trabajo de riego son pobres, ¿dirán que yo no hice un trabajo real y que no tengo capacidad para el trabajo?”. Cuando vi que las hermanas que eran mis compañeras de trabajo también estaban preocupadas, pensé: “Si ellas también sienten que esto es una pérdida de tiempo, entonces, como equipo, podemos hacer una sugerencia a los líderes. Así tal vez en el futuro, cuando los líderes hagan seguimiento del trabajo, no harán tantas preguntas específicas y saldrán a la luz menos deficiencias en mi trabajo”. Así que, medio en broma, dije: “Los líderes deben preocuparse mucho por nosotras para hacer preguntas tan detalladas sobre nuestro trabajo”. En cuanto dije eso, una hermana se metió en la conversación y exclamó: “¡Hasta el más mínimo detalle!”. Al oír que la hermana y yo pensábamos lo mismo, me reí y dije: “Ya estamos bastante ocupadas. Tener que comprender y responder estas preguntas es demasiada molestia. ¿Eso no afectará a la efectividad de nuestro trabajo de riego?”. Ver a las otras hermanas asintiendo me hizo secretamente feliz: “Parece que todas se oponen. Más tarde, podemos juntarnos y presentar las sugerencias a los líderes. De esa manera, no estarán controlando siempre nuestro trabajo”. Con mi incitación, cada vez que los líderes trataban de informarse sobre nuestro trabajo, mis compañeros ponían cara de preocupación e, incluso si respondían, lo hacían a regañadientes y con pocas frases. No ofrecían resúmenes detallados de los problemas y las desviaciones en el trabajo, así que los líderes no podían comprender ni captar nuestros problemas de trabajo. Como resultado, nuestro trabajo de riego nunca mejoró.
En otra ocasión, los líderes descubrieron que no habíamos prestado suficiente atención al cultivo de los regadores, y enviaron una carta para compartir sobre la importancia de ese trabajo y darnos algunos buenos métodos de práctica. La carta también señalaba que no estábamos llevando una carga por ese trabajo de cultivo, que éramos lentas en la implementación y que nuestra eficiencia era demasiado baja, lo que no solo privaba de entrenamiento a los hermanos y hermanas, sino que afectaba directamente al trabajo de riego. Los líderes querían que tratáramos este asunto como algo importante y exigieron que formáramos rápidamente a algunos recién llegados para que practicaran el riego Después de ver la carta, me sentí reacia: “Esto es pedir demasiado. Estos nuevos fieles acaban de comenzar a entrenarse en su deber. ¿Creen que cultivarlos es tan fácil? Ustedes tienen experiencia entrenando gente, ¡pero no pueden imponernos su estándar a nosotras!”. Pero luego pensé: “Si me quejo directamente, ¿no pensarán los líderes que carezco de capacidad para el trabajo? ¡No puedo dejar que eso suceda! Tengo que hacerles entender que todo nuestro equipo no puede cumplir esta demanda. De esa forma, los líderes no pueden hacernos nada, y aun si insisten con el tema, yo no soy la única involucrada”. Con el ceño fruncido y algo de dificultad, dije: “La exigencia de los líderes es un poco alta y nuestra experiencia no se puede comparar con la suya”. En cuanto dije esto, el resto de las hermanas asintieron con aprobación, una por una. Una de ellas dijo: “Los líderes son personas de alto calibre y trabajan con mucha eficiencia. ¿Cómo podemos siquiera compararnos con ellos?”. Otra dijo: “Los líderes nos piden demasiado. ¿Cómo podemos hacer este trabajo en el futuro?”. Al ver que todas se sentían de la misma manera, me sentí muy feliz y pensé: “Ahora los líderes no serán capaces de hacernos nada. Después de todo, ¡no pueden destituir al equipo completo!”. Al día siguiente, envié una carta de respuesta a los líderes, donde describía todas las dificultades que taníamos al hacer nuestro deber, para que pudieran comprender nuestra situación. Al final de la carta, agregué a propósito una línea que decía: “Estos son los resultados de nuestro trabajo por ahora y no es fácil mejorarlos”. En la carta, puse énfasis en la palabra “nuestro”, para que los líderes supieran que era nuestra opinión colectiva. De esa forma, dejarían de exigirnos tanto. Pero, para mi sorpresa, durante la siguiente reunión, los líderes me podaron y me dejaron en evidencia, y dijeron que cuando hacía mi deber no llevaba una carga ni me esforzaba por mejorar. Dijeron que irradiaba negatividad, que había formado una camarilla e instigado a las hermanas a unirse a mi resistencia, que yo retrasaba el cultivo de nuevos fieles y perturbaba la obra de la iglesia, y que yo no desempeñaba un papel positivo en el grupo en absoluto. Finalmente, me destituyeron.
Tras ser despedida, me sentí llena de remordimientos y muy disgustada. Sabía que había causado problemas, que había hecho el mal y ofendido a Dios. Al afrontar los problemas, no buscaba la verdad, y difundía nociones que llevaban a todos a vivir en un estado de negatividad y pasividad. En verdad obstruía la obra de la iglesia. Más tarde, cuando reflexioné sobre mi situación, encontré este pasaje de las palabras de Dios: “Debido a que, en sus corazones, los anticristos siempre dudan de la esencia divina de Cristo, y siempre tienen un carácter desobediente, cuando Cristo les pide hacer cosas, siempre las examinan y las deliberan, y piden a la gente que determine si están bien o mal. ¿Esto es un problema severo? (Sí). No abordan estas cuestiones desde una perspectiva de sumisión a la verdad; más bien, las abordan desde una oposición a Dios. Este es el carácter de los anticristos. Cuando escuchan los mandatos y la organización del trabajo de Cristo, no los aceptan ni se someten a ellos, sino que comienzan a deliberar. ¿Y qué es lo que deliberan? ¿Deliberan cómo practicar la sumisión? (No). Deliberan acerca de si las palabras y los mandatos de Cristo están bien o mal, y evalúan si deben o no cumplirse. ¿Tienen una postura de querer realmente cumplir con estas cosas? No; quieren animar a más gente a ser como ellos, a no cumplir con estas cosas. ¿Y no hacerlas significa practicar la verdad de la sumisión? Claramente, no. Entonces, ¿qué están haciendo? (Oponerse). No solo se están oponiendo ellos mismos contra Dios, sino que también buscan la oposición colectiva. Esta es la naturaleza de sus acciones, ¿no es así? La oposición colectiva: hacer que todos sean iguales a ellos, que todos piensen lo mismo que ellos, digan lo mismo que ellos, decidan lo mismo que ellos, en una oposición colectiva respecto a la decisión y los mandatos de Cristo. Este es el modus operandi de los anticristos. La creencia de los anticristos es: ‘No es un crimen si todo el mundo lo hace’, y por eso instan a otros a oponerse a Dios junto a ellos; piensan que procediendo así, no habrá nada que la casa de Dios pueda hacerles. ¿No es esto estúpido? La propia capacidad de los anticristos para oponerse a Dios es extremadamente limitada, están solos. Por eso es que tratan de reclutar personas para que se opongan colectivamente a Dios. En sus corazones, piensan: ‘Voy a desorientar a un grupo de personas, y hacer que piensen y actúen de la misma manera que yo. Juntos, rechazaremos las palabras de cristo e impediremos que las palabras de dios lleguen a buen puerto. Y cuando alguien venga a revisar mi labor, diré que todos decidieron hacerlo así, y entonces veremos cómo lo manejas tú. No lo voy a hacer por ti, no voy a cumplir con esto, y veremos qué haces tú conmigo’. […] ¿No son odiosas estas cosas que se manifiestan en los anticristos? (Son extremadamente odiosas). ¿Y qué las hace odiosas? Estos anticristos desean tomar el poder en la casa de Dios; no pueden implementar las palabras de Cristo, no las cumplirán. Por supuesto, también podría tratarse de otro tipo de situación cuando la gente no es capaz de someterse a las palabras de Cristo: algunas personas son de escasa aptitud, no pueden entender las palabras de Dios cuando las escuchan, y no saben cómo cumplirlas; incluso si les enseñas cómo hacerlo, aún no pueden. Ese es un asunto diferente. El tema que estamos compartiendo en este momento es la esencia de los anticristos, que no se relaciona con si las personas son capaces de hacer cosas, o qué aptitud tienen; se relaciona con el carácter y la esencia de los anticristos. Ellos se oponen completamente a Cristo, los arreglos del trabajo de la casa de Dios, y los principios-verdad. No se mueven por ninguna sumisión, solo oposición. Esto es lo que es un anticristo” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 10 (IV)). Después de leer las palabras de Dios, me di cuenta de la grave naturaleza de mis acciones, especialmente después de ver que las palabras de Dios exponen que los anticristos carecen de una actitud sumisa hacia Dios y nunca aceptan los rquerimientos de Dios y los arreglos de obra de la casa de Dios. Sus corazones rebosan de resistencia y confrontación, y desorientan a los demás y los reúnen para oponerse. Al recordar cómo actué esos días, vi que mi comportamiento era de la misma naturaleza que el suyo. Cuando los líderes hacían un seguimiento detallado de nuestro trabajo, yo no quería tomarme la molestia y me preocupaba perder tiempo que podía invertir en hacer mi deber, lo cual afectaba a los resultados del trabajo. No podía aceptarlo, así que difundí opiniones prejuiciosas contra los líderes e incité a las hermanas de nuestro equipo a formar un frente unido para oponernos a ellos. Cuando los líderes señalaron que nuestro progreso era lento y nuestros resultados escasos y compartieron cómo mejorar la eficiencia de nuestro trabajo, yo me resistí, discutí y no me sometí. Sentí que las exigencias de los líderes eran excesivas y que no comprendían nuestras dificultades reales. Cuando compartieron maneras para mejorar la eficiencia en nuestro trabajo, no escuché. Para hacer que los líderes desistieran, que redujeran sus exigencias y comprendieran que los pobres resultados del trabajo no se debían solo a mí, difundí entre los hermanos y hermanas la idea de que las exigencias de los líderes eran demasiado altas, de manera que ellos también sintieran que los líderes nos complicaban las cosas, y los incité a que se me unieran en la oposición. Era muy falsa y dije cosas llenas de intenciones ocultas y de artimañas satánicas, usando a otras personas para lograr mi objetivo. Los lideres querían conocer en detalle nuestro trabajo para descubrir rápidamente problemas y desviaciones y corregirlos, para ayudarnos a trabajar más efectivamente y cultivar a los recién llegados lo antes posible para que puedan hacer su deber. Los líderes estaban haciendo un trabajo específico de acuerdo a los requerimientos de Dios y los arreglos de la iglesia. Pero yo no me sometía, al contrario, me oponía. Esto no era solo complicar las cosas a los líderes, sino que realmente se oponía a la obra de la iglesia y a los requerimientos de Dios y se posicionaba en total enfrentamiento a Él. Desorienté a todos y los incité a unirse a mi bando para que pensaran igual que yo y dijeran las mismas cosas que yo decía y oponernos juntos a los arreglos de la iglesia. ¡Lo que yo había revelado era el carácter de un anticristo y había adoptado el rol de servidora de Satanás! Hablé con negatividad para desorientar a hermanos y hermanas, de manera que todos dejaron de pensar en progresar y estaban satisfechos con el statu quo, hicieron su deber negligentemente a diario y el trabajo de riego produjo siempre unos resultados pobres. Yo estaba haciendo el mal al obstruir y perturbar la obra de la iglesia. Cuando me di cuenta de esto, comencé a tener miedo. Si seguía así, solo haría aún más maldades y terminaría convirtiéndome en un anticristo, y sería revelada y descartada. Me presenté ante Dios y oré: “Oh, Dios, que me destituyeran fue una clara señal de Tu justicia. Al ser puesta en evidencia y juzgada por Tus palabras, he llegado a un mejor entendimiento de mi carácter de anticristo. Con mi destitución, Tú me protegiste y, lo que es más, Tú me salvaste. ¡Te estoy agradecida!”.
Después, encontré dos pasajes más de las palabras de Dios que exponían esta faceta del carácter corrupto de la humanidad. Dios Todopoderoso dice: “Los anticristos suelen desatar una serie de teorías para desorientar a la gente y, sea cual sea la tarea que implementen, tienen la última palabra, lo que vulnera por completo los principios-verdad. Mirándolo desde el punto de vista de las manifestaciones de los anticristos, ¿cuál es exactamente su carácter? ¿Son personas que aman lo positivo y la verdad? ¿Tienen una verdadera sumisión hacia Dios? (No). Su esencia es sentir aversión y odio por la verdad. Es más, son tan arrogantes que pierden toda racionalidad, incluso carecen de la conciencia y la razón básicas que deberían tener las personas. Esas personas no son dignas de ser llamadas humanas. Solo se puede decir que son de la calaña de Satanás; son diablos. Cualquiera que no acepte la verdad en lo más mínimo es un diablo; eso está fuera de toda duda” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 10 (IV)). “En los corazones de los anticristos, ¿qué actitud asumen respecto a la práctica de la verdad y la sumisión a Cristo? Una palabra: oposición. Siguen oponiéndose. ¿Y cuál es el carácter contenido en esta oposición? ¿Qué es lo que lo provoca? La desobediencia es la responsable. En términos de carácter, se trata de aversión hacia la verdad, se trata de albergar desobediencia en sus corazones, se trata de no querer someterse. Y, entonces, ¿qué piensan los anticristos, en sus corazones, cuando la casa de Dios pide que los líderes y obreros aprendan a trabajar juntos en armonía, en lugar de que una persona tome todas las decisiones, que aprendan a conversar con los demás? ‘¡Es demasiado trabajo intercambiar ideas sobre todas las cosas con la gente! Yo puedo tomar las decisiones sobre estas cosas. Trabajar con otros, deliberar con ellos, hacer las cosas de acuerdo con los principios: ¡qué flojo y vergonzoso!’. Los anticristos creen que entienden la verdad, que todo está claro para ellos, que tienen sus propias ideas y maneras de hacer las cosas, y por eso son incapaces de cooperar con otros, no conversan nada con la gente, hacen todo a su manera, ¡y no se doblegan ante nadie más! Aunque los anticristos declaran verbalmente que están dispuestos a someterse, y están dispuestos a cooperar con los demás, no importa lo bien que se vean sus respuestas por fuera, lo bien que suenen sus palabras; son incapaces de cambiar su estado rebelde, son incapaces de cambiar sus actitudes satánicas. Por dentro, son ferozmente oposicionistas, ¿hasta qué punto? Si lo explicamos en el lenguaje del conocimiento, se trata de un fenómeno que se produce cuando se juntan dos cosas de distinta naturaleza: la repulsión, que podemos interpretar como ‘oposición’. Este es precisamente el carácter de los anticristos: la oposición hacia lo Alto. Les gusta oponerse a lo Alto y no obedecen a nadie” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 10 (IV)). Dios dice que odiar la verdad y oponerse a Dios es la esencia-naturaleza de un anticristo, y me di cuenta de que yo estaba revelando el carácter de un anticristo. Me molestaba la supervisión de los líderes y me resistía a ella. Sentía que nos hacía perder tiempo y que nos pedían demasiado para mejorar los resultados de nuestro trabajo. Yo no quería obedecer y continuaba oponiéndome. En realidad, los líderes estaban señalando los problemas y desviaciones de nuestro trabajo, y yo debería haberlo aceptado y haber reflexionado con sinceridad sobre las razones subyacentes de unos resultados laborales tan pobres: si se debían a una actitud negligente hacia mi deber o a que no podía desentrañar las cosas y no podía usar la verdad para resolver las dificultades y los problemas de los hermanos y hermanas. Tras descubrir los motivos, debería haber dado rápidamente la vuelta a la situación y haber cambiado. Pero no acepté la verdad ni reflexioné para nada y no me culpé ni me sentí culpable por no hacer bien mi deber. Para evitar ser destituída, intenté de todo con el fin de incitar al resto a que se me unieran en la oposición a los líderes. Dios exige que los líderes hagan seguimiento y supervisen el trabajo, y eso es algo positivo. Pero yo me resistía y me oponía. Desde fuera, parecía que me estaba resistiendo a los líderes, pero, en esencia, sentía aversión por la verdad y odiaba las cosas positivas y estaba obstruyendo y perturbando la obra de la iglesia. ¡Al ver lo reacia que era a la verdad e incluso cómo me oponía a Dios, me percaté de cuán terrible era mi carácter satánico! Pensé en ciertos anticristos que fueron expulsados de la iglesia. Cuando se los ayudaba, corregía y podaba, nunca aceptaban la verdad ni reflexionaban sobre ellos mismos. Si alguien supervisaba su trabajo o les hacía sugerencias, se enfurecían por sentirse humillados y luego veían a esa persona como un enemigo. Despotricaban y vociferaban tercamente, se oponían hasta el final e incluso hacían el mal y causaban graves daños a la obra de la iglesia y, sin embargo, no sentían remordimientos. Al final, los expulsaban de la iglesia. Todo esto lo causaba su naturaleza de anticristos, que era reacia a la verdad y la odiaba. ¿No había revelado yo el mismo carácter que esos anticristos? Si no me arrepentía, tarde o temprano también sería revelada por Dios y descartada.
Más tarde, también me pregunté: ¿Por qué había incitado a las hermanas a oponerse a la supervisión de los líderes? ¿Cuál era la causa principal? Durante mi búsqueda, me encontré con este pasaje de las palabras de Dios: “Mientras las personas no hayan experimentado la obra de Dios y no hayan comprendido la verdad, la naturaleza de Satanás es la que toma las riendas y las domina desde el interior. ¿Qué cosas específicas conlleva esa naturaleza? Por ejemplo, ¿por qué eres egoísta? ¿Por qué proteges tu propia posición? ¿Por qué tienes sentimientos tan fuertes? ¿Por qué te gustan esas cosas injustas? ¿Por qué te gustan esas maldades? ¿Cuál es la base para que te gusten estas cosas? ¿De dónde proceden? ¿Por qué las aceptas de tan buen grado? Para este momento, todos habéis llegado a comprender que esto se debe, principalmente, al veneno de Satanás que hay dentro del hombre. Entonces, ¿qué es el veneno de Satanás? ¿Cómo se puede expresar? Por ejemplo, si preguntas ‘¿Cómo debería vivir la gente? ¿Para qué debería vivir?’, te responderán: ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’. Esta sola frase expresa la raíz del problema. La filosofía y la lógica de Satanás se han convertido en la vida de las personas. Sea lo que sea lo que persigue la gente, lo hace para sí misma, por tanto solo vive para sí misma. ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’: esta es la filosofía de vida del hombre y también representa la naturaleza humana. Estas palabras se han convertido ya en la naturaleza de la humanidad corrupta y son el auténtico retrato de su naturaleza satánica. Dicha naturaleza satánica se ha convertido ya en la base de la existencia de la humanidad corrupta. La humanidad corrupta ha vivido según este veneno de Satanás durante varios miles de años y hasta nuestros días. Todo lo que hace Satanás es en aras de sus propios deseos, ambiciones y objetivos. Desea superar a Dios, liberarse de Él y apoderarse de todas las cosas que Dios ha creado. En la actualidad, las personas han sido corrompidas hasta tal punto por Satanás que todas tienen una naturaleza satánica, todas tratan de negar a Dios y oponerse a Él, y desean controlar sus propios destinos y tratan de oponerse a las orquestaciones y arreglos de Dios. Sus ambiciones y deseos son exactamente los mismos que los de Satanás. Por lo tanto, la naturaleza del hombre es la de Satanás” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro). Después de leer las palabras de Dios, me di cuenta de que la razón principal por la que actué de esa manera fue debido a mi naturaleza satánica, al carácter satánico que llevaba dentro. Vivía de acuerdo a la filosofía satánica que dice: “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, y me había vuelto increíblemente egoísta y falsa. Todo lo que hacía y decía era para protegerme y salvaguardar mis intereses. Temía que cuando los líderes supervisaran nuestro trabajo y encontraran problemas en la forma en que había hecho mi deber sería destituída. Así que conspiré e intrigué, sembrando el descontento contra los líderes, ganándome a los hermanos y hermanas e incitándolos a formar conmigo un frente unido para oponernos a la supervisión de los líderes. Eso haría que los líderes supieran que yo no era la única con una eficiencia baja en el trabajo, sino que se trataba de un problema colectivo. Para resguardar mi estatus, pensé cómo encargarme de los líderes y protegerme, y eso dañó la obra de la iglesia. Cuanto más reflexionaba, más cuenta me daba de mi falta de humanidad. Sentía un profundo remordimiento en mi corazón y oré a Dios: “¡Oh, Dios! He cometido el mal y he perturbado la obra de la iglesia. Estoy dispuesta a arrepentirme por completo, a aceptar la supervisión y la guía de los líderes, y a cumplir bien mi deber a conciencia, como un ser creado”.
Mediante la lectura de las palabras de Dios, más tarde comprendí cómo tratar correctamente la supervisión y la guía de los líderes. Dios Todopoderoso dice: “Si bien hoy en día muchas personas cumplen con su deber, son pocas las que persiguen la verdad. Muy pocas personas persiguen la verdad y entran en la realidad mientras cumplen con su deber; para la mayoría, todavía no hay principios en su forma de hacer las cosas, todavía no son personas que se sometan verdaderamente a Dios; simplemente aseguran que aman la verdad, y están dispuestos a perseguirla, y a luchar por ella, pero todavía no se sabe cuánto durará su determinación. Las personas que no persiguen la verdad son susceptibles de revelar sus actitudes corruptas en cualquier momento o lugar. Carecen de cualquier sentido de responsabilidad hacia su deber, suelen ser negligentes, actúan como les da la gana, e incluso son incapaces de aceptar la poda. En cuanto se vuelven negativas y débiles, son susceptibles de abandonar su deber; esto ocurre a menudo, no hay nada más común; así se comportan todos los que no persiguen la verdad. Y así, cuando las personas aún no han obtenido la verdad, son poco fiables y no se puede confiar en ellas. ¿Qué significa que no son de fiar? Significa que cuando se encuentran con dificultades o contratiempos, es probable que se derrumben y se vuelvan negativas y débiles. ¿Es alguien que suele ser negativo y débil digno de confianza? Por supuesto que no. Pero las personas que entienden la verdad son diferentes. Las que realmente entienden la verdad están destinadas a tener un corazón temeroso de Dios y sumiso a Él, y solo las personas con un corazón temeroso de Dios son dignas de confianza; las que no tienen un corazón temeroso de Dios no lo son. ¿Cómo se debe abordar a las personas que no tienen un corazón temeroso de Dios? Por supuesto, hay que proporcionarles ayuda y apoyo afectuosos. Hay que hacerles un mayor seguimiento a medida que cumplen con su deber, y ofrecerles más ayuda e instrucciones; solo así se puede garantizar que hagan su deber de forma eficaz. ¿Y cuál es el objetivo de hacer esto? El objetivo principal es mantener la obra de la casa de Dios. El objetivo secundario es identificar con prontitud los problemas, atenderlos, apoyarlos o podarlos, corrigiendo sus desviaciones y supliendo sus carencias y deficiencias. Esto es beneficioso para las personas; no existe nada malicioso en ello. Supervisar a las personas, observarlas, tratar de entenderlas, todo esto es para ayudarlas a entrar en el camino correcto de la fe en Dios, para que puedan hacer su deber como Dios pide y según los principios, para que dejen de causar perturbaciones o trastornos y de hacer trabajo inútil. El objetivo de hacer esto es únicamente mostrar responsabilidad hacia ellos y hacia la obra de la casa de Dios; no hay ninguna malicia en ello” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (7)). “La casa de Dios supervisa, observa e intenta entender a aquellos que realizan un deber. ¿Podéis aceptar este principio de la casa de Dios? (Sí). Es maravilloso que puedas aceptar que la casa de Dios te supervise, te observe e intente entenderte. Te ayuda a cumplir bien tu deber, a ser capaz de hacerlo de una manera que cumpla con el estándar y de satisfacer las intenciones de Dios. Te beneficia y te ayuda sin que esto suponga ningún inconveniente en absoluto. Una vez que has comprendido este principio, ¿acaso no deberías dejar de tener entonces algún sentimiento de resistencia o cautela contra la supervisión de los líderes, los obreros y el pueblo escogido de Dios? Aunque a veces alguien trate de comprenderte, observarte y supervisar tu trabajo, no te lo debes tomar como algo personal. ¿Por qué digo esto? Porque las tareas que ahora son tuyas, el deber que desempeñas y cualquier trabajo que hagas no son asuntos privados o un trabajo personal de cualquiera; todo ello atañe a la obra de la casa de Dios y tiene relación con una parte de la obra de Dios. Por lo tanto, cuando alguien dedica algo de tiempo a supervisarte u observarte, o logra entenderte a un nivel profundo, trata de conversar contigo de corazón a corazón y averiguar tu estado durante este tiempo; e incluso a veces, cuando su actitud es algo más dura y te poda, disciplina y te reprueba un poco, hace todo esto porque tiene una actitud meticulosa y responsable hacia el trabajo de la casa de Dios. No deberías albergar ningunos pensamientos ni emociones negativos al respecto. ¿Qué significa que puedas aceptar que otros te supervisen, te observen y traten de entenderte? Que, en tu interior, aceptas el escrutinio de Dios. Si no aceptas la supervisión, la observación ni los intentos por entenderte de la gente, si te resistes a todo esto, ¿puedes aceptar el escrutinio de Dios? El escrutinio de Dios es más detallado, profundo y preciso que cuando la gente trata de entenderte; los requisitos de Dios son más específicos, exigentes y profundos. Si no eres capaz de aceptar que el pueblo escogido de Dios te supervise, ¿no son vacías tus afirmaciones de que puedes aceptar el escrutinio de Dios? Para que puedas aceptar el escrutinio y el examen de Dios, primero debes aceptar que la casa de Dios, los líderes y obreros o los hermanos y las hermanas te supervisen” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (7)). A través de las palabras de Dios comprendí que, debido al carácter satánico corrupto que tenemos dentro, a menudo hacemos nuestro deber como nos parece. Y, dada la gravedad de nuestra ruindad y pereza, al hacer nuestro deber solemos ser negligentes, no nos esforzamos para obtener resultados y violamos principios en muchos ámbitos. Es por eso que necesitamos más supervisión y seguimiento en nuestro trabajo por parte de líderes y obreros, para asegurar que todos los aspectos de la obra de la iglesia progresen sin contratiempos. Eso es lo que Dios exige a líderes y obreros; ése es su trabajo. Yo debería haberme sometido y aceptado la supervisión y la guía de los líderes y obreros. También tenía un punto de vista incorrecto, al sentir que la supervisión constante de los líderes y las preguntas detalladas me harían perder tiempo que podía usar para hacer mi deber, y que eso repercutiría en los resultados de nuestro trabajo. En cambio, los líderes querían un entendimiento detallado de nuestro trabajo para encontrar problemas, ayudarnos a resolverlos y rectificar desviaciones, lo que haría que nuestro trabajo fuera más efectivo. No era una pérdida de tiempo. Por ejemplo, una vez, cuando los líderes estaban haciendo el seguimiento de nuestro trabajo, descubrieron que, al regar nuevos fieles, nos faltaba empatía y paciencia y que les exigíamos demasiado. Eso hacía que algunos nuevos fieles se volvieran negativos y no hicieran su deber. Solo nos percatamos de nuestras propias desviaciones al hacer nuestro deber por medio de la enseñanza y la guía de los líderes. A partir de ahí, encontramos palabras de Dios dirigidas a las dificultades de los nuevos fieles y las compartimos con ellos para que pudieran comprender el significado de cumplir el deber de cada uno, e hicimos arreglos razonables en sus deberes basándonos en su estatura real. El estado de los nuevos fieles mejoró y fueron capaces de hacer su deber con normalidad. Vi que la supervisión y la guía de los líderes no solo no afectaba negativamente a los resultados de nuestro trabajo, sino que nos ayudaba a captar principios al hacer nuestro deber. Todos estos eran beneficios por aceptar la supervisión y la guía de los líderes y obreros en nuestro trabajo. Comprendí que aceptar la supervisión de líderes y obreros es una actitud responsable hacia la obra de la iglesia, y un principio de práctica esencial al hacer nuestro deber.
Tiempo después, los líderes dispusieron que yo continuara regando nuevos fieles, y mi corazón se llenó de gratitud hacia Dios. Después de esto, cada vez que los líderes hacían seguimiento y proporcionaban orientación sobre el trabajo, yo no me resistía tanto. Podía combinar los problemas que descubrían los líderes y discutirlos proactivamente con mis compañeros hermanos y hermanas. Resumíamos nuestras desviaciones en nuestro deber. A medida que veíamos los problemas existentes con más claridad, nuestro trabajo se hacía gradualmente más efectivo. En verdad sentía que, para obtener buenos resultados al hacer nuestro deber, debemos aceptar la supervisión y la guía de los líderes y obreros, adoptar una actitud de aceptación hacia la verdad, y actuar de acuerdo a los principios-verdad. ¡Gracias a Dios!
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