Reflexiones tras usar a la persona equivocada
Por Xiaofan, China En el verano de 2020 me encargaba del trabajo con textos de la iglesia. Un día observé que Yang Can tenía el don de la...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
En 2013, me identificaron como falsa líder y me destituyeron después de que se descubriera que no buscaba principios en mi deber y dejaba que mi carácter arrogante dictara mis actos. Todo esto causó trastornos y perturbaciones en la obra evangélica de la iglesia. Después de que me destituyeran, me sentí bastante negativa y arrepentida. Conocí más sobre mi carácter corrupto mediante la lectura de la palabra de Dios y la reflexión sobre mí misma, pero en el fondo aún tenía mis reservas contra Dios. Pensaba que por tener un carácter tan corrupto y haber cometido una transgresión muy grave, de ninguna manera debía cumplir un deber importante en el futuro. Si llegaba a cometer otra transgresión, como mínimo me destituirían y, en un contexto más grave, es probable que me pusieran en evidencia por completo y me descartaran, y perdería mi oportunidad de alcanzar la salvación. Especialmente después de ver cómo algunas personas que eran talentosas, tenían aptitud y cumplían deberes importantes al final eran puestas en evidencia como falsos líderes y destituidas, o incluso identificadas como anticristos y expulsadas por no perseguir la verdad, por luchar constantemente por sus estatus y reputación, y por actuar basadas en su carácter arrogante sin arrepentirse, lo que causaba trastornos y perturbaciones en el trabajo de la iglesia, estuve aún más segura de que lo que pensaba era lo correcto. De allí en adelante, solo cumpliría deberes que no implicaran grandes responsabilidades y que no fueran tan riesgosos, de manera que aún tendría una chance de sobrevivir cuando la obra de Dios llegara a su fin. Luego, mi líder me asignó al trabajo de depuración de la iglesia. Pensé: “En el pasado, ciertas hermanas que hacían el trabajo de depuración habían sido destituidas por actuar de acuerdo a su carácter corrupto y no guiarse por principios, hecho que provocó trastornos y perturbaciones en el trabajo de la iglesia. Pero yo poseo menos conocimientos sobre la verdad que ellas y tengo un carácter arrogante muy grave; si fuera a generar un trastorno o perturbación, ¡cometería una maldad!”. Después de reflexionar sobre ello, decidí rechazar la asignación. Entonces, el líder me asignó a un trabajo relacionado con textos y me sentí bastante conforme con eso. Pensé que el trabajo relacionado con textos no requeriría que yo tomara decisiones importantes para la iglesia y no implicaría situaciones riesgosas, así que lo acepté con gusto. En 2017, mi líder me contactó una vez más, y me informó que el trabajo de depuración de la iglesia necesitaba obreros con suma urgencia, con la esperanza de que yo considerara la intención de Dios y aceptara un rol en el equipo de depuración. Aún me sentía un poco reacia, pero pensé que ya había rechazado esa tarea una vez y que si volvía a hacerlo por consideración a mi futuro y mis perspectivas, estaría traicionando a Dios. ¡No podía ser tan carente de conciencia! En medio de mi sufrimiento, oré a Dios y le pedí que me guiara para liberarme de ese estado inapropiado.
Luego, me encontré con el siguiente pasaje de las palabras de Dios: “Algunas personas, sin importar cuántas actitudes corruptas revelen, no buscan la verdad para resolverlas. En consecuencia, incluso después de creer en Dios por muchos años, sus actitudes permanecen inalteradas. Piensan: ‘Cada vez que hago algo, revelo mis actitudes corruptas; si me abstengo de hacer cualquier cosa, entonces no las revelaré. ¿No se resuelve así el problema?’. ¿Eso no sería como privarse de comer por temor a atragantarse? ¿Cuál sería el resultado? Solo puede conducir al hambre. Si uno revela actitudes corruptas y no las resuelve, eso equivale a no aceptar la verdad y morir de repente. ¿Cuáles serán las consecuencias si crees en Dios y no persigues la verdad? Te cavarás tu propia tumba. Las actitudes corruptas son el enemigo de tu creencia en Dios; obstaculizan tu práctica de la verdad, tu experiencia de la obra de Dios y tu sumisión a Él. En consecuencia, no obtendrás la salvación al final. ¿Eso no es cavarte tu propia tumba? Las actitudes satánicas te impiden aceptar y practicar la verdad. No puedes evitarlas; debes confrontarlas. Si no las superas, te controlarán. Y si puedes superarlas, ya no te limitarán y serás libre” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Al meditar sobre las palabras de Dios me di cuenta de que yo también me abstenía de comer por miedo a ahogarme. Como me habían destituido por no buscar la verdad y actuar de acuerdo con mi carácter arrogante, y trastornar y perturbar la obra evangélica de la iglesia, me puse a la defensiva y me llené de malentendidos. No estaba dispuesta a aceptar ningún deber importante y me alegraba hacer cualquier tarea sin importancia. Lo único que me importaba era no cometer errores ni tener problemas. Cuando me asignaron un deber importante, de forma inconsciente me puse en modo de autoprotección. Me preocupaba que si dejaba que mi carácter arrogante dictara mis acciones, y causara trastornos y perturbara el trabajo de la iglesia una vez más, seguramente sería destituida y descartada. Siempre quise rechazar la asignación, pensando que al hacerlo podría protegerme. Siempre evité tratar mi carácter corrupto y no busqué la verdad para corregirlo. Si seguía así, no solo mi carácter-vida permanecería inalterable, sino que alcanzar la salvación sería incierto. Las palabras de Dios también me dieron una senda de práctica, y me mostraron que debía dejar de evitar tratar mi carácter corrupto, y que debía buscar la verdad para corregirlo.
Más tarde, reflexioné sobre lo que la naturaleza corrupta causaba en mí. Me hacía tener reservas contra Dios y rechazar deberes asignados. Un día, encontré el siguiente pasaje de las palabras de Dios: “Me regocijo en aquellos que no sospechan de los demás y me gustan los que aceptan de buena gana la verdad; a estas dos clases de personas les muestro gran cuidado, porque ante Mis ojos, son personas honestas. Si eres muy deshonesto, entonces te protegerás y sospecharás de todas las personas y asuntos y por esta razón, tu fe en Mí estará edificada sobre un cimiento de sospecha. Esta clase de fe es una que jamás podría reconocer. Al faltarte la fe verdadera, estarás incluso más lejos del verdadero amor. Y si puedes dudar de Dios y especular sobre Él a voluntad, entonces sin duda eres la persona más falsa de todas. Especulas si Dios puede ser como el hombre: imperdonablemente pecaminoso, de temperamento mezquino, carente de imparcialidad y de razón, falto de un sentido de la rectitud, entregado a tácticas despiadadas, traicioneras y arteras, y que se deleita en la maldad y la oscuridad y ese tipo de cosas. ¿Acaso el hombre no tiene tales pensamientos porque no conoce a Dios en lo más mínimo? ¡Esta forma de fe no se diferencia del pecado!” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo conocer al Dios en la tierra). Al meditar las palabras de Dios, me di cuenta de que mi naturaleza era falsa y perversa; mis pensamientos eran los de una persona injusta. Siempre especulaba sobre Dios, y tenía reservas contra Él, como lo haría frente a una mala persona. Pensé que asignarme un deber importante tenía como fin ponerme en evidencia y descartarme. Como ya había sido rebajada por una transgresión anterior tras actuar de acuerdo a mi carácter arrogante, haber trastornado y pertubado el trabajo de la iglesia, me preocupaba que, si me rebajaban por una nueva transgresión, correría el riesgo de ser descartada. Por eso, viviría a la defensiva y malinterpretaba a Dios. Entonces, cuando mi líder me asignó para la supervisión del trabajo de depuración de la iglesia, me preocupaba cometer errores al juzgar a las personas. Si por error me equivocaba con una buena persona o permitía que una mala persona o un anticristo permaneciera en la iglesia, endilgándole a esta un peligro latente, se lo consideraría una transgresión grave y yo seguramente sería descartada. Teniendo esto en cuenta, puse excusas para quitarle importancia y rechazar la asignación. Cuando reflexioné sobre esto vi que, si no hubiera tenido la experiencia de ser destituida, nunca me habría dado cuenta de que tenía un carácter tan arrogante, y mucho menos que no buscaba la verdad, que actuaba según mi propia voluntad al hacer mi trabajo y que avanzaba por la senda de un anticristo. La oportuna reprensión y disciplina de Dios me guiaron a reflexionar sobre mí misma y me apartaron de la senda incorrecta que estaba siguiendo. Si no fuera por las acciones de Dios, quién sabe qué terrible maldad podría haber cometido bajo el control de mi naturaleza arrogante y vanidosa. A pesar de que sufrí un poco cuando me destituyeron, esa fue en realidad la forma que Dios tuvo para protegerme y salvarme, y conllevaba Sus sinceras intenciones. Ese fracaso tuvo un efecto muy profundo en mí: me mostró la gravedad de las consecuencias de actuar de acuerdo a mi carácter arrogante, y me permitió experimentar que el carácter justo de Dios no tolera ninguna ofensa. Al avanzar en mi deber, me recordaba no dejar que mi carácter arrogante dictara mis acciones, y albergar un corazón temeroso de Dios en su lugar. Cuando encontraba problemas, pedía sugerencias a otros y buscaba los principios-verdad para evitar cometer grandes errores. Dios tiene un carácter justo y bueno, y Su amor y salvación son prácticos y reales, sin la menor falsedad. Mientras reflexionara sobre mí misma y me fuera dando cuenta de las cosas, Dios me daría oportunidades para practicar. Sin embargo, me la pasaba especulando sobre Dios y poniéndome a la defensiva contra Él, creyendo que Él podía ser tan mezquino y desconsiderado como un simple humano, y carecer de imparcialidad y justicia. Pensé que Dios solo usaba este deber para dejarme en evidencia y descartarme. ¿Acaso no estaba difamando a Dios? ¡Qué falsa que era! A Dios le gustan las personas honestas, y ellas son capaces de aceptar y practicar la verdad. En cambio, mi carácter falso me obligaba a sospechar de Dios y ponerme a la defensiva contra Él. Una y otra vez rechazaba los deberes que me asignaban, y era incapaz de cumplir mis responsabilidades y mi deber con el corazón abierto y honesto. Si seguía así, ¿no me hundiría? Darme cuenta de eso me hizo sentir arrepentida. Oré a Dios en silencio, deseando valorar la oportunidad de cumplir con mi deber, confiar en Dios para hacer bien el trabajo de depuración y dejar de resistirme a la asignación y de rechazarla.
De ahí en adelante, comencé a realizar el trabajo de depuración en la iglesia. Un día, uno de los casos de expulsión me llamó la atención. La candidata a expulsión era la Srta. Li, quien antes había sido mi anfitriona. Siempre había servido como anfitriona y yo incluso la envidiaba por tener un deber menos importante, ya que pensaba que tendría menos chances de cometer una transgresión grave; practicar la fe de esa manera sería menos riesgoso. Sin embargo, la realidad demostró que yo estaba equivocada. A pesar de no tener un deber importante, el carácter arrogante de la Srta. Li no había cambiado e incluso había estado usando y manipulando a su hija, que era una líder de iglesa, en un intento vano de ejercer control sobre la iglesia, desatando el caos allí. También se me ocurrió que la mayoría de las personas que habían sido puestas en evidencia como incrédulos y personas malvadas no habían estado cumpliendo un deber importante. Sin embargo, al final habían sido descartadas por no perseguir la verdad, por actuar con descuido y deliberadamente en sintonía con su carácter satánico, por no arrepentirse y por cometer toda clase de actos de maldad. Darme cuenta de esto me sorprendió bastante, y más tarde encontré el siguiente pasaje de las palabras de Dios: “Algunos piensan: ‘Cualquiera que lidere es tonto e ignorante y provoca su propia destrucción, porque actuar como líder inevitablemente hace que las personas revelen corrupción para que Dios la vea. ¿Se revelaría tanta corrupción si no hicieran ellos esta obra?’. ¡Qué idea tan absurda! Si no actúas como líder, ¿no revelarás corrupción? Si no eres un líder, incluso si demuestras menos corrupción, ¿significa esto que has logrado la salvación? De acuerdo con este argumento, ¿son todos aquellos que no sirven como líderes los que pueden sobrevivir y ser salvos? ¿No es esta afirmación demasiado ridícula? Las personas que sirven como líderes guían al pueblo escogido de Dios a comer y beber la palabra de Dios, y a experimentar la obra de Dios. Este requerimiento y estándar es elevado, por lo que es inevitable que los líderes revelen algunos estados corruptos cuando comienzan su formación. Esto es normal y Dios no lo condena. Dios no solo no lo condena, sino que además esclarece, ilumina y guía a esas personas, y les impone cargas adicionales. Siempre que logren someterse a la guía y obra de Dios, progresarán más rápido en la vida que la gente común. Si son personas que persiguen la verdad, pueden embarcarse en la senda de ser perfeccionadas por Dios. Esto es lo que Dios más bendice. Algunas personas no pueden verlo, y distorsionan los hechos. Según la interpretación humana, por mucho que cambie un líder, eso a Dios no le importará; Él solo observará cuánta corrupción revelan los líderes y obreros, y los condenará solo en función de eso. Y aquellos que no son líderes y obreros, al revelar poca corrupción, incluso si no cambian, Dios no los condenará. ¿No es esto absurdo? ¿No es una blasfemia contra Dios? Si te resistes tan seriamente a Dios en tu corazón, ¿puedes ser salvo? No puedes ser salvo. Dios determina los desenlaces de las personas sobre todo en función de si tienen la verdad y un testimonio verdadero, y eso depende principalmente de si son personas que persiguen la verdad. Si persiguen la verdad y pueden arrepentirse verdaderamente luego de ser juzgados y castigados por cometer una transgresión, entonces, mientras no digan palabras o hagan cosas que blasfemen a Dios, sin duda serán capaces de lograr la salvación. De acuerdo a vuestras elucubraciones, todos los creyentes comunes que siguen a Dios hasta el fin pueden obtener la salvación, y aquellos que sirven como líderes deben ser todos descartados. Si os pidieran a vosotros que fuerais líderes, pensaríais que no es correcto no hacerlo, pero que si fuerais a servir como líderes, involuntariamente revelaríais corrupción, y eso sería como enviaros a vosotros mismos a la guillotina. ¿Todo esto no lo causan vuestros malentendidos acerca de Dios? Si los desenlaces de las personas se determinaran en función de la corrupción que revelan, nadie podría ser salvo. En ese caso, ¿de qué valdría que Dios haga la obra de salvación? Si ese fuera el caso, ¿dónde radicaría la justicia de Dios? La humanidad no sería capaz de ver el carácter justo de Dios. Por lo tanto, todos vosotros habéis malinterpretado las intenciones de Dios, lo cual demuestra que no tenéis un conocimiento verdadero de Él” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Por medio de las palabras de Dios aprendí que Dios no determina el final de las personas en base a cuál sea su deber o cuánta corrupción hayan revelado. En cambio, se basa en si persiguen o no la verdad y si se enfocan en corregir su carácter corrupto tras revelarla. Dios salva a aquellos que han sido corrompidos por Satanás; si Dios determinara los finales de las personas de acuerdo a la corrupción que revelaran, todos seríamos descartados. ¿Quién sería capaz de alcanzar la salvación entonces? Esta creencia mía era de lo más ridícula. Me di cuenta de que aun cuando la corrupción y las deficiencias de los líderes y supervisores a menudo son reveladas, siempre y cuando persigan la verdad, reflexionen sobre ellos mismos con frecuencia y busquen la verdad para resolver sus problemas, llegarán a entender cada vez más verdad y su entrada en la vida será aun más rápida. Pensaba que aquellos falsos líderes y anticristos que habían sido puestos en evidencia y descartados no tuvieron ese destino por haber estado sirviendo como líderes y supervisores, sino porque eran reacios a la verdad, buscaban constantemente reputación y estatus, cometían actos de maldad que perturbaban el trabajo de la iglesia y no se arrepentían incluso después de haber sido podados en repetidas ocasiones. También se me ocurrió que el motivo por el que yo había sido destituida de mi deber anterior como líder fue también porque no perseguía la verdad ni iba por la senda correcta; no tuvo nada que ver con la importancia de mi deber. Así y todo, no pude comprender este hecho, no reflexioné sobre la causa de mi caída y mi fracaso, no aprendí lecciones que me pudieran servir de allí en adelante y, en cambio, adopté un punto de vista falaz para especular sobre Dios y evaluarlo. ¿No es acaso una blasfemia contra Dios? Pensé en Pedro, que se deleitaba con el juicio y castigo de Dios. Entraba en pánico y se inquietaba si el juicio y castigo de Dios se apartaban de él, y sentía que no podía seguir viviendo. Vi que Pedro amaba la verdad con todo su corazón, anhelaba cosas positivas y valoraba el juicio de Dios, Su castigo, reprensión y disciplina. En ese contexto, le era posible reflexionar sobre sus deficiencias y debilidades, buscar la verdad y perseguir la transformación. Mientras que yo, después de fallar y ser puesta en evidencia, me hundí en un estado defensivo, de malentendidos, negatividad y resistencia. Temía que si aceptaba otro deber importante me pondrían en evidencia de nuevo, y por ello rechazaba las asignaciones una tras otra. Vi que era verdaderamente reacia a la verdad. Siempre deseé ocultar mi carácter corrupto pero, al hacerlo, era incapaz de ganar conocimiento de mí misma, y mucho menos podía buscar la verdad para resolver mis problemas a tiempo. Al final, perdería mi oportunidad de salvación porque mi carácter nunca se transformaría. Encontré algunas sendas de práctica a través de las experiencias de Pedro. Cuando mostraba corrupción, debía enfocarme en conocerme a mí misma y buscar la verdad para solucionarlo, y también debía aprender las lecciones de los fracasos de otros para que me sirvieran de advertencia.
En agosto de 2021, mis hermanos y hermanas me eligieron para servir como líder de iglesia. Aún tenía mis reservas con respecto a aceptar la asignación, así que oré a Dios: “Oh, Dios, quiero aceptar este deber y hacer mi contribución, pero no puedo evitar preocuparme. Por favor, guíame y condúceme”. Después de orar, pensé en que al comer y beber las palabras de Dios aprendí que el propósito de Dios al hacer que las personas cumplan deberes no es descartarlas, sino permitirles buscar la verdad, conseguir una transformación de carácter, y alcanzar la salvación en el transcurso de sus deberes. También pensé que la iglesia estaba entonces dividida en congregaciones, y que se necesitaban muchas manos para el trabajo de la iglesia; en ese momento crucial, no podía pensar solamente en mis intereses personales. ¡Rechazar de nuevo mi asignación mostraría una falta de humanidad increíble! Debía considerar la intención de Dios y cumplir el deber que me correspondía. Más tarde, seguí preguntándome: “¿Por qué me volvía tan tímida y miedosa cada vez que me asignaban un deber importante? ¿Qué intenciones inapropiadas se escondían detrás de eso?”. En medio de mi búsqueda, encontré este pasaje de las palabras de Dios: “Los anticristos jamás obedecen lo que dispone la casa de Dios y siempre vinculan estrechamente su deber, fama, ganancias y estatus con su esperanza de recibir bendiciones y un destino futuro; como si una vez hubieran perdido su reputación y estatus no les quedara esperanza de recibir bendiciones y recompensas. A ellos eso les da la impresión de que desperdician sus vidas. Piensan: ‘He de ser prudente, no debo ser descuidado. No se puede confiar en la casa de dios, en los hermanos y hermanas, en los líderes y obreros, ni siquiera en dios. No puedo confiar en ninguno de ellos. La persona en la que más puedes confiar y más digna de confianza eres tú mismo. Si no haces planes para ti, entonces, ¿quién va a cuidar de ti? ¿Quién va a considerar tu futuro? ¿Quién va a considerar si vas a recibir o no bendiciones? Por tanto, tengo que hacer planes y cálculos cuidadosos por mi propio bien. No puedo cometer errores o ser levemente descuidado, de lo contrario, ¿qué haré si alguien trata de aprovecharse de mí?’. Así, se protegen de los líderes y obreros de la casa de Dios temiendo que alguien discierna o detecte cómo son y los acaben relegando y su sueño de bendiciones se estropee. Creen que deben mantener su reputación y estatus para tener esperanza de recibir bendiciones. Un anticristo considera que ser bendecido es más grande que los propios cielos, más grande que la vida, más importante que perseguir la verdad, que el cambio de carácter o la salvación personal y más relevante que desempeñar bien su deber y convertirse en un ser creado de calidad razonable. Les parece que convertirse en un ser creado dentro de lo normal, cumplir bien su deber y lograr la salvación son cosas nimias que ni merece la pena mencionar o comentar, mientras que obtener bendiciones es la única cosa en toda su vida que no se ha de descuidar. Todo lo que encuentran, sea grande o pequeño, lo relacionan con ser bendecidos, se muestran increíblemente precavidos y atentos y siempre se aseguran de tener un plan B. Así pues, cuando se ajusta su deber, si es un ascenso el anticristo pensará que tiene la esperanza de ser bendecido. Si es una degradación, de líder de equipo a sublíder de equipo, o de sublíder de equipo a miembro regular, prevén que esto es un enorme problema y piensan que sus esperanzas de recibir bendiciones son escasas. ¿Qué clase de perspectiva es esta? ¿Es adecuada? En absoluto. Es un punto de vista absurdo” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 12: Quieren retirarse cuando no tienen estatus ni esperanza de recibir bendiciones). Las palabras de Dios ponían en evidencia que los anticristos solo creen en Dios para ganar bendiciones, consideran a sus propios intereses como la prioridad en su deber y creen que conseguir bendiciones es lo más importante. Tras reflexionar sobre mi propio comportamiento, vi que me había comportado igual que un anticristo. No había pensado cómo cumplir mi deber de la mejor manera como ser creado, sino que prioricé ganar bendiciones. Era tímida y cautelosa en mi deber, y siempre me preocupaba que, si tropezaba y me señalaban por una transgresión, perdería mi oportunidad de ganar bendiciones. Me di cuenta de que mis comportamientos eran el resultado de filosofías satánicas como “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda” y “No busques mérito, pero evita la culpa”, que se habían enraizado en lo profundo de mi corazón y funcionaban como mis principios de vida. Solo creía que las personas debían vivir para sí mismas y que creer en Dios para ganar bendiciones era correcto y apropiado. Cuando la iglesia necesitó que cumpliera mis deberes, no dejé de sopesar qué deber me permitiría más ganar bendiciones, y al mismo tiempo evitar el riesgo de poner en evidencia mis deficiencias y mi corrupción, y que se me pusiera en una situación donde pudiera cometer grandes errores. Solo estaba dispuesta a aceptar un deber que cumpliera con esas condiciones. Por otro lado, me resistía y rechazaba cualquier deber que no me permitiera ganar bendiciones. Ganar bendiciones dominaba todos los aspectos del cumplimiento de mi deber, y era muy quisquillosa a la hora de aceptar deberes; no pensaba en el trabajo de la iglesia en lo más mínimo. ¿Dónde estaban mi sumisión y lealtad hacia Dios? Vivía según filosofías satánicas para los asuntos mundanos, y siempre buscaba obtener de Dios algo a cambio, rechazando mi deber asignado por el bien de mis expectativas y mi destino. ¿No estaba traicionando a Dios? Cuanto más reflexionaba, más creía que mis intenciones al creer en Dios eran en verdad bastante despreciables. Si no resolvía este problema, se convertiría en un obstáculo que me impediría poner pie en la senda correcta de la fe en Dios. De hecho, si continuaba así y mi carácter-vida no se transformaba, Dios sentiría repulsión por mí y a fin de cuentas sería descartada. Pensé en Pablo, que pasó toda su vida entregándose a Dios solo para ser coronado y premiado. Durante su trabajo, no persiguió la verdad ni una transformación de carácter, y a pesar de haber trabajado muchos años, su carácter satánico permaneció inalterable. Al final, Dios lo castigó por resistirse a Él. Yo seguía la misma senda que Pablo y, si no me arrepentía, ¡Dios sentiría repugnancia hacia mí por no perseguir la verdad y me descartaría! Me arrodillé ante Dios y oré: “Oh, Dios, acabo de reconocer cuán egoísta y despreciable he sido. Desde que me inicié en la fe, solo busqué bendiciones. No quiero seguir recorriendo esta senda equivocada. Quiero cumplir bien mi deber y caminar la senda de la búsqueda de la verdad”.
Luego, encontré el siguiente pasaje de las palabras de Dios que me ayudó a entender mejor el significado y el valor de cumplir con nuestros deberes. Dios Todopoderoso dice: “No importa el deber que desempeñe uno, cumplirlo es lo más correcto, lo más bello y recto que podría hacer entre la especie humana. Como seres creados, las personas deben ejecutar su deber y, solo entonces, pueden recibir la aprobación del Creador. Los seres creados viven bajo el dominio del Creador y aceptan todo lo que Dios les proporciona, todo lo que viene de Él, así que deben cumplir con sus responsabilidades y obligaciones. Es perfectamente natural y está totalmente justificado y ha sido ordenado por Dios. Esto evidencia que, para la gente, cumplir el deber de un ser creado es más recto, hermoso y noble que ninguna otra cosa que se haga mientras se viva en la tierra; no hay nada en la humanidad más importante ni digno y nada aporta mayor sentido y valor a la vida de una persona creada que cumplir el deber de un ser creado. En la tierra, solo el grupo de personas que cumplen verdadera y sinceramente el deber de un ser creado es el que se somete al Creador. Este grupo no sigue las tendencias mundanas; se someten al liderazgo y la guía de Dios, solo escuchan las palabras del Creador, aceptan las verdades expresadas por Él y viven según Sus palabras. Este es el testimonio más auténtico y rotundo y es el mejor testimonio de creencia en Dios. Para un ser creado, poder cumplir su deber como tal, poder satisfacer al Creador, es lo más hermoso entre la humanidad y algo que se debe difundir como una historia que todos elogien. Cualquier cosa que el Creador encomiende a los seres creados debe ser aceptada incondicionalmente por ellos; para la especie humana es una cuestión tanto de felicidad como de privilegio y, para todo aquel que cumpla el deber de un ser creado, nada es más hermoso ni digno de conmemoración; es algo positivo. […] Como ser creado, cuando se presenta ante el Creador, debe realizar su deber. Es algo muy correcto y debe cumplir con esa responsabilidad. Sobre la base de que los seres creados cumplen sus deberes, el Creador ha realizado una obra aún mayor entre los seres humanos y ha llevado a cabo una etapa de obra más a fondo en las personas. ¿Y qué obra es esa? Él les proporciona la verdad a los humanos permitiendo que la reciban de Él mientras cumplen su deber, para así deshacerse de su carácter corrupto y ser purificados. Así, satisfacen las intenciones de Dios y se embarcan en la senda correcta de la vida, y, en última instancia, son capaces de temer a Dios y evitar el mal, alcanzar la salvación completa y dejar de estar sujetos a las aflicciones de Satanás. Este es el objetivo que Dios desearía que la humanidad logre al final mediante el cumplimiento de sus deberes” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (VII)). De hecho, así como los hijos tienen la obligación y la responsabilidad de ser devotos con sus padres, los seres creados tienen la responsabilidad de cumplir sus deberes. No debería existir ningún intercambio transaccional al cumplir un deber, para nada. Yo soy un ser creado, y Dios me dio vida, me concedió todo lo que necesito y por Su gracia me permitió presentarme ante Él para recibir la provisión de Sus palabras y cumplir un deber; esto es indicio del amor y la misericordia de Dios. Dios espera que busque la verdad y persiga la entrada en la vida en el transcurso de mi deber. Él desea que por medio de las situaciones que instrumenta para mí, yo pueda reflexionar y ganar conocimiento sobre mí misma, corregir mi carácter corrupto, ubicarme en la senda de temer a Dios y evitar el mal, desechar mi corrupción y alcanzar Su salvación. Tuve que hacer a un lado mi intención y mi deseo de ganar bendiciones, entregar mi corazón a Dios, y cumplir con mis responsabilidades y deberes con franqueza para reconfortar el corazón de Dios. Después de ello, me sentí mucho más liberada en mi deber; aunque aún tenía mis reservas y malinterpretaba a Dios en ocasiones, comencé a buscar la verdad a conciencia, rebelándome contra mí misma, priorizando los intereses de la iglesia, cumpliendo mi deber de acuerdo a los principios-verdad, y absteniéndome de ser asustadiza y cautelosa. Una vez que comencé a obrar de esa manera, me sentí mucho más en paz y relajada.
Cuando pienso en toda esta experiencia pasada, ya sea el tiempo que trabajé como líder o el haber sido destituida, me doy cuenta de que Dios había instrumentado meticulosamente todas estas situaciones para permitirme ganar conocimiento sobre mí misma y despojarme de mi corrupción. El esclarecimiento y la iluminación de las palabras de Dios fueron lo que me permitieron reconocer mis puntos de vista falaces y la corrupción e impureza en mi deber, ganar entendimiento de la intención sincera de Dios de salvar a la humanidad, y finalmente liberarme de los malentendidos y la reserva.
Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.
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