Lo que hay detrás de negarse a ser líder

17 Sep 2024

Por Christina, Estados Unidos

En enero de 2022, me seleccionaron para servir como líder en la iglesia, y me asignaron principalmente la supervisión de la producción de video. En ese momento, me sentí bastante conflictuada: por un lado, me preocupaba que, al carecer de conocimientos técnicos, si me sometía pero no lograba desempeñar bien mi trabajo, me pondrían en evidencia y me destituirían. Por otro lado, si me negaba a cumplir con este deber, me sentiría muy culpable. Así que oré a Dios y le pedí que me guiara para comprender Su intención. Ese día, casualmente me encontré con un hermano que, tras escuchar mi situación, compartió lo siguiente conmigo: “La razón principal por la que no quieres servir como líder es por preocupación por tu propio futuro y destino. Temes no ser capaz de realizar un trabajo real, que te pongan en evidencia y te destituyan. También tienes el punto de vista falaz de que ser líder es peligroso, ya que los líderes corren el riesgo de que los revelen y descarten. Te mantienes a la defensiva contra Dios y lo malinterpretas. En realidad, muchos líderes son puestos en evidencia y descartados no por ocupar esa posición, sino porque no persiguieron la verdad, no siguieron la senda correcta y siempre buscaron estatus y actuaron de manera deliberada”. La enseñanza del hermano identificó con precisión mi forma de pensar y me ayudó a obtener cierto conocimiento sobre mi estado. Después de eso, busqué palabras de Dios relacionadas con mi estado para comerlas y beberlas.

Un día, me encontré con dos pasajes de las palabras de Dios: “Cuando introducen una sencilla modificación en su deber, la gente debe responder con una actitud de obediencia, hacer lo que le diga la casa de Dios, lo que sea capaz de hacer e, independientemente de lo que haga, debe hacerlo lo mejor que sepa dentro de sus posibilidades, de todo corazón y con todas sus fuerzas. Lo que Dios ha hecho no es un error. Una verdad tan simple puede practicarla la gente con un poco de conciencia y razón, pero esto está más allá de las posibilidades de los anticristos. Cuando se trata del cambio de los deberes, los anticristos de inmediato oponen argumentos, sofismas y desafío, y en el fondo se niegan a aceptarlo. ¿Qué hay en su corazón? Sospecha y duda, así que sondean a los demás utilizando toda clase de métodos. […] ¿Por qué complicarían tanto algo tan simple? Existe una sola razón: los anticristos jamás obedecen lo que dispone la casa de Dios y siempre vinculan estrechamente su deber, fama, ganancias y estatus con su esperanza de recibir bendiciones y un destino futuro; como si una vez hubieran perdido su reputación y estatus no les quedara esperanza de recibir bendiciones y recompensas. A ellos eso les da la impresión de que desperdician sus vidas. Piensan: ‘He de ser prudente, no debo ser descuidado. No se puede confiar en la casa de dios, en los hermanos y hermanas, en los líderes y obreros, ni siquiera en dios. No puedo confiar en ninguno de ellos. La persona en la que más puedes confiar y más digna de confianza eres tú mismo. Si no haces planes para ti, entonces, ¿quién va a cuidar de ti? ¿Quién va a considerar tu futuro? ¿Quién va a considerar si vas a recibir o no bendiciones? Por tanto, tengo que hacer planes y cálculos cuidadosos por mi propio bien. No puedo cometer errores o ser levemente descuidado, de lo contrario, ¿qué haré si alguien trata de aprovecharse de mí?’. Así, se protegen de los líderes y obreros de la casa de Dios temiendo que alguien discierna o detecte cómo son y los acaben relegando y su sueño de bendiciones se estropee. Creen que deben mantener su reputación y estatus para tener esperanza de recibir bendiciones. Un anticristo considera que ser bendecido es más grande que los propios cielos, más grande que la vida, más importante que perseguir la verdad, que el cambio de carácter o la salvación personal y más relevante que desempeñar bien su deber y convertirse en un ser creado de calidad razonable. Les parece que convertirse en un ser creado dentro de lo normal, cumplir bien su deber y lograr la salvación son cosas nimias que ni merece la pena mencionar o comentar, mientras que obtener bendiciones es la única cosa en toda su vida que no se ha de descuidar. Todo lo que encuentran, sea grande o pequeño, lo relacionan con ser bendecidos, se muestran increíblemente precavidos y atentos y siempre se aseguran de tener un plan B(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 12: Quieren retirarse cuando no tienen estatus ni esperanza de recibir bendiciones). “Como tal, cuando se presenta ante el Creador, debe cumplir con su deber. Es algo muy correcto y deben cumplir con esa responsabilidad. Sobre la base de que los seres creados cumplen con sus deberes, el Creador ha realizado una obra aún mayor entre los seres humanos, y ha llevado a cabo una etapa más de la obra sobre las personas. ¿Y qué obra es esa? Proporciona la verdad a la especie humana, permitiéndole recibirla de Él mientras cumple con su deber, para así deshacerse de su carácter corrupto y ser purificada. Así, satisface las intenciones de Dios y se embarca en la senda correcta de la vida, y al final, es capaz de temer a Dios y evitar el mal, conseguir la salvación completa y dejar de estar sujeta a las aflicciones de Satanás. Este es el objetivo que Dios desearía que la especie humana consiguiera al final al cumplir sus deberes. […] Algo tan bello y grande es retorcido por la calaña de los anticristos para convertirlo en una transacción, en la que solicitan coronas y recompensas de manos de Dios. Dicha transacción convierte algo tan hermoso y recto en algo muy feo y perverso. ¿Acaso no es eso lo que hacen los anticristos? A tenor de esto, ¿no son perversos los anticristos? ¡Son bastante perversos! Esta es solo una manifestación de su perversidad(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (VII)). Las palabras de Dios expusieron que los anticristos solo creen en Dios para obtener bendiciones. Sin importar la situación que enfrenten, siempre la consideran en función de su destino y las bendiciones que puedan recibir. Incluso cuando se enfrentan a algo tan simple como algún cambio en su deber, no pueden simplemente someterse, sino que reflexionan y calculan cómo afectará esa decisión a sus oportunidades en el futuro. Si el cambio los favorece y les permitirá obtener bendiciones, lo aceptan, pero si amenaza sus oportunidades en el futuro y su destino, buscan la manera de evitarlo, temerosos de que, si dan un paso en falso, sean puestos en evidencia, los descarten y pierdan toda esperanza de obtener bendiciones. ¡Me di cuenta de que la esencia-naturaleza de los anticristos es verdaderamente perversa y falsa! Reflexioné que mi actitud hacia el cambio en mi deber era exactamente como la de un anticristo. Cuando me enteré de que me habían seleccionado como líder en la iglesia, lo primero que pensé fue en mis oportunidades, resultado y destino futuros. Analicé el deber para ver si sería beneficioso para mí y, antes incluso de haber comenzado a servir como líder, ya había considerado todas las posibles consecuencias de no cumplir bien con mi deber. Estaba llena de sospechas y desconfianza hacia Dios y no me sometía en lo más mínimo. Incluso se me ocurrieron algunas excusas altisonantes para eludir el deber, como decir que no tenía la aptitud para ser líder y que retrasaría el trabajo. Externamente, podría parecer que no buscaba estatus y que era bastante razonable, pero había un motivo inconfesable detrás de todo esto: me asustaba asumir las responsabilidades de un líder y el riesgo de que me revelaran y descartaran si lo hacía mal. Por lo tanto, quería evitar ese deber para asegurar mis perspectivas futuras. La intención de Dios es darnos oportunidades para practicar el cumplimiento de nuestros deberes para ayudarnos a entender la verdad, entrar en la realidad, desechar nuestro carácter corrupto y alcanzar la salvación. Cuando me dieron una oportunidad tan maravillosa, no solo no agradecí la gracia de Dios, sino que de hecho lo malinterpreté, desconfié de Él y quise rechazar y evitar el deber que me asignaron. ¡Fui realmente egoísta y falsa!

En lo sucesivo, busqué más pasajes de las palabras de Dios que abordaran mi punto de vista erróneo. Encontré estos pasajes: “Dime, en cuanto las personas corruptas adquieren estatus —independientemente de quiénes sean— ¿se vuelven anticristos? ¿Es totalmente cierto esto? (Si no persiguen la verdad, entonces se convertirán en anticristos, pero si lo hacen, entonces eso no ocurrirá). Así es: si las personas no persiguen la verdad, seguro que se convierten en anticristos. Y todas aquellas que caminan por la senda de los anticristos, ¿acaso lo hacen por el estatus? No, lo hacen principalmente porque no tienen amor por la verdad, porque no son gente correcta. Tengan o no estatus, todos los que no persiguen la verdad caminan por la senda de los anticristos. Sin importar cuántos sermones hayan oído, dichas personas no aceptan la verdad, no caminan por la senda correcta, sino que están decididas a avanzar hacia la senda sinuosa. Esto es parecido a la forma como las personas comen: algunas no consumen alimentos que puedan alimentar su cuerpo y mantener una existencia normal, sino que, en su lugar, insisten en consumir cosas que les hacen daño y al final se tiran piedras a su propio tejado. ¿No es esto su propia decisión? Tras su descarte, algunos líderes y obreros difunden nociones: ‘No seas líder y no te permitas ganar estatus. Las personas están en peligro en el instante en el que adquieren algo de estatus ¡y Dios las revelará! Una vez que sean reveladas, ni siquiera estarán calificadas para ser creyentes comunes y no recibirán bendición alguna’. ¿Qué clase de palabras son esas? En el mejor de los casos, representan un entendimiento incorrecto de Dios; en el peor, son una blasfemia contra Él. Si no vas por la senda correcta, no persigues la verdad ni sigues el camino de Dios, sino que te empeñas en recorrer la senda de los anticristos y terminas en la senda de Pablo, con lo que acabas obteniendo el mismo resultado, el mismo final que Pablo, e igualmente te quejas de Dios y lo juzgas injusto, ¿no eres el auténtico producto de un anticristo? ¡Semejante conducta recibe maldición!(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo resolver las tentaciones y la esclavitud del estatus). “Algunos piensan: ‘Cualquiera que lidere es tonto e ignorante y provoca su propia destrucción, porque actuar como líder inevitablemente hace que las personas revelen corrupción para que Dios la vea. ¿Se revelaría tanta corrupción si no hicieran ellos esta obra?’. ¡Qué idea tan absurda! Si no actúas como líder, ¿no revelarás corrupción? Si no eres un líder, incluso si demuestras menos corrupción, ¿significa esto que has logrado la salvación? De acuerdo con este argumento, ¿son todos aquellos que no sirven como líderes los que pueden sobrevivir y ser salvos? ¿No es esta afirmación demasiado ridícula? Las personas que sirven como líderes guían al pueblo escogido de Dios a comer y beber la palabra de Dios, y a experimentar la obra de Dios. Este requerimiento y estándar es elevado, por lo que es inevitable que los líderes revelen algunos estados corruptos cuando comienzan su formación. Esto es normal y Dios no lo condena. Dios no solo no lo condena, sino que además esclarece, ilumina y guía a esas personas, y les impone cargas adicionales. Siempre que logren someterse a la guía y obra de Dios, progresarán más rápido en la vida que la gente común. Si son personas que persiguen la verdad, pueden embarcarse en la senda de ser perfeccionadas por Dios. Esto es lo que Dios más bendice. Algunas personas no pueden verlo, y distorsionan los hechos. Según la interpretación humana, por mucho que cambie un líder, eso a Dios no le importará; Él solo observará cuánta corrupción revelan los líderes y obreros, y los condenará solo en función de eso. Y aquellos que no son líderes y obreros, al revelar poca corrupción, incluso si no cambian, Dios no los condenará. ¿No es esto absurdo? ¿No es una blasfemia contra Dios? Si te resistes tan seriamente a Dios en tu corazón, ¿puedes ser salvo? No puedes ser salvo. Dios determina los desenlaces de las personas sobre todo en función de si tienen la verdad y un testimonio verdadero, y eso depende principalmente de si son personas que persiguen la verdad. Si persiguen la verdad y pueden arrepentirse verdaderamente luego de ser juzgados y castigados por cometer una transgresión, entonces, mientras no digan palabras o hagan cosas que blasfemen a Dios, sin duda serán capaces de lograr la salvación. De acuerdo a vuestras elucubraciones, todos los creyentes comunes que siguen a Dios hasta el fin pueden obtener la salvación, y aquellos que sirven como líderes deben ser todos descartados. Si os pidieran a vosotros que fuerais líderes, pensaríais que no es correcto no hacerlo, pero que si fuerais a servir como líderes, involuntariamente revelaríais corrupción, y eso sería como enviaros a vosotros mismos a la guillotina. ¿Todo esto no lo causan vuestros malentendidos acerca de Dios? Si los desenlaces de las personas se determinaran en función de la corrupción que revelan, nadie podría ser salvo. En ese caso, ¿de qué valdría que Dios haga la obra de salvación? Si ese fuera el caso, ¿dónde radicaría la justicia de Dios? La humanidad no sería capaz de ver el carácter justo de Dios. Por lo tanto, todos vosotros habéis malinterpretado las intenciones de Dios, lo cual demuestra que no tenéis un conocimiento verdadero de Él(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). A través de las palabras de Dios, aprendí que los falsos líderes y anticristos no eran revelados y descartados por servir como líderes, sino más bien porque no perseguían la verdad ni seguían la senda correcta después de obtener estatus. Además, trastornaban y perturbaban el trabajo de la iglesia y no se arrepentían sin importar cuánto los podaran; esta es la verdadera razón por la que los ponían en evidencia y los descartaban. Dios no condena a las personas por una sola revelación de corrupción o por un único error; Él toma en cuenta su esencia-naturaleza y la senda que recorren. Aunque revelemos nuestro carácter corrupto en múltiples ocasiones y cometamos ciertas transgresiones, mientras busquemos la verdad y nos arrepintamos sinceramente, Dios nos dará otra oportunidad. Dios solo descarta a los anticristos y a las personas malvadas que son reacias a la verdad, la odian y nunca se arrepienten, sin importar cuántas transgresiones cometan. Reflexioné sobre los falsos líderes y anticristos que Dios reveló y descartó en el pasado. Algunos solo pronunciaban palabras y doctrinas, daban órdenes, pero no lograban resolver problemas reales y codiciaban los beneficios de su estatus. Finalmente, fueron clasificados como falsos líderes y destituidos. Otros solo buscaban estatus y reputación mientras trabajaban, competían por la fama con los demás, reprimían y atormentaban arbitrariamente a las personas, infringían gravemente los arreglos de la obra, seguían sus propios planes, establecían un “reino independiente”, engañaban a las personas, se negaban rotundamente a arrepentirse y, en última instancia, fueron revelados como demonios anticristos y expulsados. Estos son los tipos de personas a las que se pone en evidencia y se descarta. Al darme cuenta de esto, comprendí que las personas no son reveladas y descartadas por el tipo de deber que desempeñan, sino más bien en función de si persiguen la verdad y si la esencia de su humanidad es buena o mala. Si alguien no persigue la verdad y tiene una humanidad deficiente, aunque no sea un líder, no cumplirá bien con sus deberes; si siempre se muestra perezoso al trabajar, actúa de manera superficial y ni siquiera realiza un trabajo aceptable, al final también será descartado. Me di cuenta de que la iglesia maneja y organiza a las personas con base en muchos principios, que el carácter de Dios es justo y que la iglesia se rige por la verdad y la justicia. Sin embargo, no había visto este hecho y equivocadamente pensaba que ser un líder me perjudicaría. ¡Mis puntos de vista eran tan absurdos!

En una ocasión, durante mis prácticas devocionales, me encontré con este pasaje de las palabras de Dios: “No existe correlación entre el deber del hombre y que él sea bendecido o maldecido. El deber es lo que el hombre debe cumplir; es la vocación que le dio el cielo y no debe depender de recompensas, condiciones o razones. Solo entonces el hombre está cumpliendo con su deber. Ser bendecido es cuando alguien es perfeccionado y disfruta de las bendiciones de Dios tras experimentar el juicio. Ser maldecido es cuando el carácter de alguien no cambia tras haber experimentado el castigo y el juicio; es cuando alguien no experimenta ser perfeccionado, sino que es castigado. Pero, independientemente de si son bendecidos o maldecidos, los seres creados deben cumplir su deber, haciendo lo que deben hacer y haciendo lo que son capaces de hacer; esto es lo mínimo que una persona, una persona que busca a Dios, debe hacer. No debes llevar a cabo tu deber solo para ser bendecido y no debes negarte a actuar por temor a ser maldecido. Dejadme deciros esto: lo que el hombre debe hacer es llevar a cabo su deber, y si es incapaz de llevar a cabo su deber, esto es su rebeldía. Es por medio del proceso de llevar a cabo su deber que el hombre es cambiado gradualmente, y es por medio de este proceso que él demuestra su lealtad. Así pues, cuanto más puedas llevar a cabo tu deber, más verdad recibirás y más real será tu expresión. Los que solo cumplen con su deber por inercia y no buscan la verdad, al final serán descartados, pues esas personas no llevan a cabo su deber en la práctica de la verdad y no practican la verdad en el desempeño de su deber. Ellos son los que permanecen sin cambios y serán maldecidos. No solo sus expresiones son impuras, sino que todo lo que expresan es malvado(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre). Sentí una mayor claridad después de leer las palabras de Dios. No existe ninguna correlación entre el deber que uno cumple y el hecho de ser bendecido o maldecido. Como seres creados, es nuestra responsabilidad cumplir bien con nuestros deberes. Si alguien no es capaz de cumplir bien con su deber, no puede llamarse ser creado. Del mismo modo que es correcto y adecuado que los hijos sean devotos a sus padres; independientemente de si al final les otorgan derechos sobre su propiedad, los hijos deben cumplir con sus responsabilidades y obligaciones. En cuanto a mí, ¿cuál era mi actitud hacia mi deber? Cuando pensé que tendría que asumir más responsabilidades como líder y en que, si fallaba, mis posibilidades futuras y mi destino estarían en riesgo, quise buscar excusas para eludir mi deber y rechazarlo. No consideré mi deber como una responsabilidad u obligación que debía cumplir en lo más mínimo. En cambio, veía los deberes como una especie de transacción y los elegía según me trajeran bendiciones o maldiciones. No tenía ni la más mínima razón que un ser creado debería tener respecto a su deber. Además, creía equivocadamente que, al no ser una profesional y no tener conocimientos técnicos en producción de video, no sería capaz de hacer bien mi trabajo. Sin embargo, Dios claramente dice: “De hecho, como líder, tras organizar el trabajo, debes hacer un seguimiento del progreso del proyecto. Aunque no conozcas ese campo del trabajo, aunque carezcas de conocimientos al respecto, puedes buscar una manera de hacer tu trabajo. Puedes buscar a alguien que sea especialista, que entienda el trabajo en cuestión, para que revise las cosas y haga sugerencias. A partir de sus sugerencias podrás identificar los principios adecuados y, así, serás capaz de hacer seguimiento del trabajo(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (4)). Las palabras de Dios refutaron directamente mis nociones: Dios nunca exigió que domináramos todas las habilidades técnicas de un área para poder ser un líder. Incluso si no tenemos experiencia profesional en un ámbito específico, siempre podemos encontrar hermanos y hermanas que tengan esos conocimientos técnicos para colaborar con nosotros y así buscar los principios necesarios. De esta manera, seguimos siendo capaces de realizar el trabajo y si realmente no logramos resolver algo, podemos buscar ayuda de los líderes superiores. Sin embargo, si pongo todo mi corazón en ello y hago lo mejor que puedo, pero mi capacidad es demasiado limitada, mi aptitud es insuficiente, y simplemente no estoy a la altura de esta labor, entonces podría renunciar y asumir otro deber. Al comprender la intención de Dios, vi el asunto con mayor claridad y dejé de lado mis preocupaciones y mi angustia.

Más adelante, encontré otros dos pasajes de las palabras de Dios que dicen: “Cuando Noé hizo lo que Dios le ordenó no conocía Sus intenciones. No sabía lo que Él quería llevar a cabo. Dios solo le había dado un mandato y le había ordenado hacer algo, y sin mucha explicación, Noé siguió adelante y lo hizo. No intentó descifrar secretamente los deseos de Dios ni se resistió a Él, ni mostró falta de sinceridad. Solo fue y actuó en consecuencia, con un corazón puro y simple. Hizo todo lo que Dios le hizo hacer; someterse a Él y escuchar Su palabra sostuvieron su fe en lo que hacía. Así fue como lidió de forma directa y simple con lo que Dios le encargó. Su esencia, la esencia de sus acciones, fue la sumisión, no cuestionar, no resistirse y, además, no pensar en sus propios intereses personales ni en sus ganancias y pérdidas. Además, cuando Dios dijo que destruiría el mundo con un diluvio, Noé no preguntó cuándo lo haría ni qué sería de las cosas, y desde luego no le preguntó a Dios cómo iba a destruir el mundo. Simplemente hizo lo que Dios ordenó. Como fuera que Dios quisiera hacerlo y por el medio que deseara, él siguió al pie de la letra lo que Dios le pidió y además, de inmediato emprendió acción. Actuó de acuerdo con las instrucciones de Dios con la actitud de querer satisfacer a Dios. ¿Lo hacía para ayudarse a sí mismo a evitar el desastre? No. ¿Le preguntó a Dios cuánto faltaba para que el mundo fuese destruido? No. ¿Le preguntó a Dios o acaso sabía cuánto tardaría en construir el arca? Tampoco lo sabía. Simplemente se sometió, escuchó, y actuó en consecuencia(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I). “¿Cuáles son las manifestaciones de una persona honesta? Primero, no tener dudas acerca de las palabras de Dios. Esa es una de las manifestaciones de una persona honesta. Además de esto, la manifestación más importante es buscar y practicar la verdad en todo: esto es crucial. Dices que eres honesto, pero siempre pasas por alto las palabras de Dios y simplemente haces lo que te parece. ¿Acaso es esa la manifestación de una persona honesta? Dices: ‘Aunque tengo poco calibre, tengo un corazón honesto’. Y, sin embargo, cuando te llega un deber te da miedo sufrir y asumir la responsabilidad si no lo haces bien, por eso pones excusas para evadir tu deber o sugieres que lo haga otro. ¿Es esta la manifestación de una persona honesta? Claramente, no lo es. Entonces, ¿cómo debería comportarse una persona honesta? Debe someterse a los arreglos de Dios, ser leal al deber que le corresponde cumplir, y esforzarse por satisfacer las intenciones de Dios. Esto se manifiesta de diferentes maneras. Una es aceptar tu deber con un corazón honesto, no considerar tus intereses carnales, no ser desganado en él, y no conspirar por tu propio bien. Estas son manifestaciones de honestidad. Otra es dedicar todo el corazón y todas tus fuerzas a cumplir bien con tu deber, haciendo las cosas en forma adecuada y poniendo el corazón y tu amor en el deber a fin de satisfacer a Dios. Estas son las manifestaciones que debería tener una persona honesta cuando cumple con su deber(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Por medio de las palabras de Dios, aprendí que Noé no había escuchado muchas de las palabras de Dios y nunca antes había construido un arca, pero cuando recibió la comisión de Dios, no la analizó, no la examinó, ni intentó adivinar los deseos de Dios. Más bien, simplemente obedeció, se sometió e hizo todo lo que Dios le ordenó sin considerar cómo eso afectaría a sus propios intereses. La inocencia y la honestidad de Noé me impactaron profundamente, y me sentí bastante avergonzado y compungido. Reflexioné que mis hermanos y hermanas me habían elegido como su líder, pero al enfrentarme a un deber tan importante, lo único en lo que podía pensar eran mis propios intereses e incluso consideré todas las posibles consecuencias que podrían recaer sobre mí si aceptaba ese deber. Vi cuán falsa había sido: mi humanidad no era nada en comparación con alguien como Noé. ¿Cómo podría cumplir bien con mi deber con una actitud así? Me encontré con un pasaje de las palabras de Dios que dice: “¿Qué clase de persona se atreve a asumir responsabilidades? ¿Qué clase de persona tiene el valor de llevar una pesada carga? Alguien que asume el liderazgo y da un paso adelante con valentía en el momento más crucial de la obra de la casa de Dios, que no teme cargar con una gran responsabilidad y soportar grandes dificultades, cuando ve la obra más importante y crucial. Se trata de alguien leal a Dios, un buen soldado de Cristo(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). Las palabras de Dios me conmovieron profundamente, me di cuenta de que debía dejar de considerar mis propias perspectivas futuras. Fui elegida como líder, por lo que debía considerar la intención de Dios, atreverme a asumir esta gran responsabilidad y emular a Noé al abordar mi deber con un corazón honesto y puro. Al principio, no sabía por dónde empezar en mi deber, así que a menudo oraba a Dios y también recibía el apoyo paciente de mi hermana colaboradora, así como el aliento de otros hermanos y hermanas. A veces, cuando enfrentaba dificultades, buscaba a los hermanos y hermanas que habían obtenido buenos resultados en su trabajo. Ellos compartían generosamente conmigo los principios que habían comprendido y los métodos eficaces que habían utilizado. Me sentí profundamente conmovida. Poco a poco, comencé a comprender ciertos principios y sendas de práctica y me volví más eficaz en mi deber. Sentí verdaderamente la guía de Dios y le estuve especialmente agradecida. Aunque aún tengo muchas deficiencias y sé que llevo una gran responsabilidad, ya no deseo retroceder: ¡me apoyaré en Dios para esforzarme por mejorar!

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