Lo que pasa por no dudar jamás de la gente que usas

16 Abr 2023

Por Xunqiu, Estados Unidos

El año pasado era supervisor de riego y evangelización en la iglesia. Como acababa de empezar, no conocía muchos pormenores del trabajo, así que confiaba mucho en los líderes de equipo. Me parecían competentes en esos campos y mejores que yo en todo, por lo que debía aprender de ellos, sobre todo de la hermana Lily, que tenía mucha aptitud y era una obrera con talento. Siempre dirigía ella los debates de trabajo en las reuniones y la evangelización de su grupo era algo más fructífera que la de los otros. Por tanto, la tenía en lata estima y confiaba en ella. Normalmente, yo solo comprendía de manera simple su labor y nunca ahondaba en detalles. Confiaba en ella al máximo. Por entonces, mis hermanos y hermanas me advirtieron que me tomara un tiempo cada semana para revisar la labor de Lily y, pese a que accedí a ello, pensé: “Lily puede ser cabezota a veces, pero trabaja bastante bien en todos los sentidos y es la que más talento tiene en este campo, con lo que probablemente no tendrá grandes problemas. Si siempre estoy indagando en su labor, parecerá que no me fío de ella”. Así pues, no me tomé sus sugerencias en serio. Un día, dos hermanas me contaron que Lily no hacía un trabajo práctico. Según ellas, normalmente no seguía el trabajo del grupo ni hablaba con los hermanos y hermanas para resolver sus problemas y dificultades, y cuando, en ocasiones, sí revisaba las cosas, no servía de mucho, por lo que la evangelización del equipo era cada vez menos eficaz. Me escandalizó esto que oí. ¿Cómo era posible que Lily no hiciera un trabajo práctico? Ella me había contado que seguía el trabajo del equipo y, siempre que yo le había preguntado, había negado que hubiera problemas. Entonces, ¿por qué decían los demás que no hacía seguimiento de su trabajo? No obstante, reflexioné: “Al equipo de Lily le va bien en general; quizá estas hermanas no conocen toda la historia. No puedo guiarme únicamente por sus palabras. Además, estas hermanas tienen sus propios problemas; aunque Lily tenga problemas en el deber, es normal. ¡Nadie es perfecto!”. Así, no les di mucha importancia a sus quejas y tan solo le advertí brevemente a Lily en privado que, en lo sucesivo, debía centrarse en seguir la labor del equipo, y ahí terminó aquello. Para mi sorpresa, pronto surgieron grandes problemas en la labor de Lily.

Un día, un líder señaló que habían vuelto a denunciar a Lily por no hacer un trabajo práctico. No hacía seguimiento de la labor evangelizadora ni siquiera cuando no iba bien, y no respondía rápido al equipo cuando este tenía problemas al predicar el evangelio. Al trabajar, no completaba las cosas; exponía planes en las reuniones, pero luego no les hacía seguimiento, con lo que no podían llevarse a cabo, lo que afectaba directamente a los resultados de evangelización. Cuando me enteré, me escandalicé una vez más: sabía que Lily tenía algunos problemas en el deber, pero no que eran tan graves. Tenía aptitud y era muy activa en el deber; ¿cómo era posible que no hiciera un trabajo práctico? No podía creer que fuera cierto. Después, el líder habló con ella y le señaló sus problemas. Yo pensaba que haría introspección y aprendería una lección con esto, pero, para mi sorpresa, no recapacitó y le faltó por completo una actitud de aceptación y sumisión. Alegó que no servía para líder de equipo y se ofreció a renunciar. No solo no hacía un trabajo práctico, sino que no aceptaba que trataran con ella. Al final, y según los principios, fue considerada inadecuada como líder de equipo y la trasladaron. Posteriormente, me sentí fatal. ¿Por qué no me di cuenta de que una líder de equipo no hacía un trabajo práctico? Me presenté ante Dios en oración: “Dios mío, he estado muy ciego. Te pido esclarecimiento y guía para hallar el motivo de mi fracaso”.

Un día, en mis devociones, vi este pasaje de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Los falsos líderes no se ocupan de los supervisores que no hacen un trabajo real o que ignoran sus responsabilidades. Piensan que basta con elegir a un supervisor para que todo vaya bien; a partir de ese momento, el supervisor se encargará de todos los asuntos del trabajo, y lo único que tienen que hacer es celebrar una reunión muy de vez en cuando, no tendrán que prestar atención al trabajo ni preguntar cómo va, pueden mantenerse al margen. Si alguien informa de un problema con un supervisor, el falso líder dirá: ‘Es un problema menor, no pasa nada. Podéis ocuparos vosotros mismos. No me preguntéis a mí’. La persona que informa del problema dice: ‘Ese supervisor es un comilón perezoso. No hace más que comer y entretenerse; es un tremendo holgazán. No quiere sufrir ni la más mínima dificultad en el deber, y siempre encuentra la manera de engañar y poner excusas para eludir su trabajo y sus responsabilidades. No es idóneo para ser supervisor’. El falso líder responde: ‘Cuando lo eligieron supervisor no había problema. Lo que dices no es cierto, y si lo es, es solo algo temporal’. El falso líder no intenta averiguar más sobre la situación del supervisor, sino que juzga y valora el asunto según sus impresiones anteriores de la persona. Más allá de quién informe de problemas relacionados con el supervisor, el falso líder los ignora. El supervisor está con el agua hasta el cuello, no es lo suficientemente competente para completar su trabajo y ya está a punto de estropearlo todo, pero al falso líder no le importa. Ya es bastante malo que cuando alguien informa de los problemas del supervisor, este haga la vista gorda. ¿Pero qué es lo más despreciable de todo? Cuando la gente les habla sobre los problemas graves que tiene el supervisor, no trata de resolverlos, e incluso viene con todo tipo de excusas: ‘Conozco a este supervisor, cree de verdad en Dios, nunca tendría problemas. Incluso si los tuviera, Dios lo protegería y lo disciplinaría. Si comete algún error, eso queda entre él y Dios; no tenemos de qué preocuparnos’. Así es como trabajan los falsos líderes: según sus propias nociones e imaginaciones. Pretenden entender la verdad y tener fe, y el resultado es que destrozan el trabajo de la iglesia o incluso lo paralizan, al tiempo que fingen ignorancia. ¿Acaso no son meros chupatintas? Los falsos líderes son incapaces de hacer un trabajo real, ni abordan el trabajo de los líderes de grupo y supervisores con seriedad alguna. Su visión de las personas solo se basa en sus propias impresiones e imaginaciones. Al ver que alguien se comporta bien durante un tiempo, creen que esta persona será buena para siempre, que no va a cambiar; no creen a nadie que diga que existe un problema con esta persona y lo ignoran cuando alguien señala algo sobre esa persona. […] Los falsos líderes también tienen un gran defecto: Se apresuran a confiar en la gente basándose en sus propias imaginaciones. Y esto se debe a que no entienden la verdad, ¿no es así? ¿Cómo revela la palabra de Dios la esencia de la humanidad corrupta? ¿Por qué deberían confiar en la gente cuando Dios no lo hace? En lugar de juzgar a las personas por las apariencias, Dios vigila constantemente sus corazones; entonces, ¿por qué deberían los falsos líderes mostrarse tan despreocupados cuando juzgan a otros y depositan su confianza en ellos? Los falsos líderes son demasiado engreídos, ¿no es así? Piensan: ‘No estaba equivocado cuando noté a esta persona. Nada podría salir mal; desde luego no es alguien que pierda el tiempo, que le guste divertirse y odie el trabajo duro. Es totalmente fiable y de confianza. No va a cambiar; si lo hiciera, eso significaría que me he equivocado con él, ¿no?’. ¿Qué clase de lógica es esta? ¿Acaso eres un experto? ¿Tienes visión de rayos X? ¿Esta es tu habilidad especial? Podrías vivir con esta persona durante uno o dos años, pero ¿serías capaz de ver quién es en realidad sin un entorno adecuado que deje su naturaleza y esencia totalmente al descubierto? Si no fueran expuestos por Dios, podrías vivir junto a ellos durante tres o incluso cinco años, y seguirías teniendo dificultades para ver qué tipo de naturaleza y esencia tienen. ¿Y cuánta más verdad hay en esto cuando rara vez los ves o estás con ellos? Confías alegremente en ellos basándote en una impresión fugaz o en la valoración positiva de alguien, y te atreves a confiar el trabajo de la iglesia en gente así. ¿Acaso no estás siendo extremadamente ciego? ¿Acaso no estás siendo impetuoso? Y cuando trabajan así, ¿acaso no son los falsos líderes extremadamente irresponsables?(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). Al meditar las palabras de Dios, entendí que la gente tiene un carácter corrupto, que toda ella es poco confiable hasta que no ha alcanzado la verdad y transformado su carácter y que no se puede confiar en nadie. Sin embargo, los falsos líderes no comprenden la verdad, no saben discernir la esencia de la gente y confían en otros a la ligera, con lo que no supervisan ni siguen su trabajo durante largo tiempo. Son muy arrogantes e irresponsables. Yo también me comportaba así. No supervisaba ni revisaba el trabajo de Lily, principalmente porque confiaba demasiado en ella. Veía que tenía aptitud y experiencia, y que era eficaz predicando el evangelio, así que confiaba totalmente en ella, la tenía en alta estima y nunca me molestaba en supervisar su trabajo. Cuando los demás me informaron de sus problemas, no les hice caso, y llegué a creer que eran ellos los que tenían problemas. Por eso surgieron grandes problemas en el trabajo sin que yo lo supiera. No contemplaba a las personas y las cosas a través de las palabras de Dios, solo me fiaba de lo que veía, como si fuera un experto con una perspicacia asombrosa. Era muy engreído. De hecho, no se puede confiar por completo en ninguna persona corrupta: nadie sabe qué hará en un momento dado. Solo porque alguien tenga un éxito pasajero y haga algo de trabajo práctico, eso no quiere decir que sea totalmente confiable. Como la gente tiene un carácter corrupto, puede que actúe caprichosamente y vulnere los principios en el deber, puede holgazanear, ser negligente y perjudicar el trabajo. Además, hacía poco que conocía a Lily y no la comprendía realmente, pero había confiado mucho en ella, pues creía que se le daba bien todo y que no necesitaba supervisión para trabajar bien. ¡Qué arrogante fui y qué ciego estaba! Jamás pensé que Lily fuera tan egoísta. Era líder de equipo, pero lo único que le importaba era convertir ella a más gente, e ignoraba el trabajo de su equipo. Cuando los demás tenían problemas en el trabajo, no hablaba con ellos para resolverlos. No hacía ningún trabajo exigido a un líder de equipo. Como yo siempre había creído que era una obrera con talento y aptitud capaz de hacer un trabajo práctico, la tenía en alta estima. Hasta entonces no supe que eso no era verdad. Lily era egoísta por naturaleza, no le importaba más que su trabajo y no protegía los intereses generales de la iglesia. Solo era apta para predicar el evangelio por su cuenta, no para ser líder de equipo. Como yo confiaba ciegamente en Lily, no revisé su trabajo y no capté enseguida los errores y descuidos presentes en él. Por ello, se demoró la labor evangelizadora. Esto era imperdonable en un supervisor. Cuanto más reflexionaba, más culpable me sentía, así que oré a Dios con el deseo de recapacitar de veras y cambiar mi estado y mis ideas incorrectos.

Luego descubrí este pasaje de las palabras de Dios. “Se puede decir que la mayoría considera verdad la frase ‘no dudes de la gente que usas ni uses a gente de la que dudes’ y se deja engañar y regir por ella. Se sienten perturbados e influenciados por ella al elegir o nombrar a gente y hasta dejan que les dicte sus actos. En consecuencia, muchos líderes y obreros siempre encuentran dificultades y dudas cada vez que revisan el trabajo de la iglesia y promocionan y nombran a personas. Al final, lo único que pueden hacer es consolarse con las palabras ‘No dudes de la gente que usas ni uses a gente de la que dudes’. Cada vez que inspeccionan o preguntan por el trabajo, piensan eso mismo: ‘“No dudes de la gente que usas ni uses a gente de la que dudes”. Debo confiar en mis hermanos y hermanas y, después de todo, el Espíritu Santo observa a la gente, así que no debo estar siempre dudando de los demás y vigilándolos’. Les ha influido esta frase, ¿no? ¿Qué consecuencias acarrea la influencia de esta frase? En primer lugar, aquello a lo que eres fiel no es la palabra de Dios, ni a Su comisión para ti ni a Él, sino a una filosofía satánica de vida y a la lógica satánica. Crees en Dios mientras lo traicionas descaradamente a Él y Su palabra. Es un grave problema, ¿verdad? En segundo lugar, esto no es simplemente que no te atengas a la palabra de Dios y al deber, sino que adoptas los esquemas y la filosofía de vida de Satanás como si fueran la verdad, los sigues y los practicas. Obedeces a Satanás y vives de acuerdo con una filosofía satánica, ¿cierto? Esto significa que eres una persona que no obedece a Dios y ni mucho menos acata Sus palabras. Eres un sinvergüenza. ¡Dejar de lado las palabras de Dios y, por el contrario, adoptar una frase satánica y practicarla como verdad es traicionar la verdad y a Dios! Trabajas en la casa de Dios, pero actúas según la lógica y la filosofía de vida satánicas; ¿qué clase de persona eres? Una que traiciona Dios y lo deshonra gravemente. ¿Cuál es la esencia de esta acción? Condenar abiertamente a Dios y negar abiertamente la verdad. ¿No es esa su esencia? Aparte de no obedecer la voluntad de Dios, permites que proliferen en la iglesia las falacias de Satanás y las filosofías satánicas de vida. Con ello te conviertes en cómplice de Satanás y favoreces sus actuaciones en la iglesia. La esencia de este problema es grave, ¿no?(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión uno). Con las palabras de Dios entendí que la frase “no dudes de la gente que usas” no es ni positiva ni la verdad. Es una filosofía satánica. Había confiado en Lily y no había supervisado su trabajo, principalmente porque vivía según esta filosofía y me fiaba demasiado de ella. Incluso cuando quería vigilarla, me preocupaba que, si era demasiado puntilloso, ella creyera que no me fiaba. A fin de cuentas, llevaba mucho tiempo en este deber y tenía mucha experiencia, era mejor que yo en muchos sentidos y sus resultados eran satisfactorios. ¿Qué problemas importantes podría tener una persona así? Pensaba que no tenía que examinar asuntos triviales, que, si le asignaba el trabajo, debía confiar en ella, que no habría problema alguno. Dominado por esa filosofía satánica de vida, nunca supervisaba ni examinaba su trabajo. Ni siquiera cuando otros denunciaron sus problemas, yo los creí ni investigué más. Por ello, se resintió la evangelización; el daño que yo había hecho era irreparable. De hecho, Dios exige que los líderes y obreros supervisemos y sigamos el trabajo para que podamos captar enseguida los problemas y errores. Esto beneficia tanto al deber de la gente como al trabajo de la iglesia. En cambio, yo vivía según la filosofía satánica de que “no dudes de la gente que usas” y no supervisaba ni vigilaba a la gente tras asignarle el trabajo, y no digamos guiarla o ayudarla. Era negligente en el deber y no hacía un trabajo práctico; esta era la conducta de una falso líder. Mantenía en el equipo a una líder que no hacía un trabajo práctico, lo que no solo no ayudaba al trabajo de la iglesia, sino que, de hecho, lo interrumpía gravemente. ¡Hacía el mal! Entendí entonces que esta idea satánica de que “no dudes de la gente que usas” era sumamente perjudicial. Si siempre vivimos de acuerdo con ella, nos exponemos a demorar la labor de la iglesia. Cuanto más reflexionaba, más remordimiento tenía, así que oré a Dios: “Quiero dejar de considerar a la gente y mi deber de acuerdo con la filosofía satánica. Estoy dispuesto a esforzarme por cumplir con el deber según Tus exigencias. No quiero hacer más cosas que luego lamente”.

Después leí este pasaje de las palabras de Dios y hallé una senda de práctica. Dios Todopoderoso dice: “¿Crees correcta la frase ‘no dudes de la gente que usas ni uses a gente de la que dudes’? ¿Es verdad esta frase? ¿Por qué habría de utilizarla alguien en el trabajo de la casa de Dios y en el cumplimiento del deber? ¿Qué problema hay? Estas son claramente las palabras de los incrédulos, palabras que vienen de Satanás; entonces, ¿por qué las tratan como la verdad? ¿Por qué no pueden decir si están bien o mal? Estas son patentemente las palabras del hombre, las palabras de la humanidad corrupta, simplemente no son la verdad, están totalmente en desacuerdo con las palabras de Dios, y no deben servir como el criterio para las acciones, la conducta y la adoración de Dios por parte de la gente. Entonces, ¿cómo debe abordarse esta frase? Si eres realmente capaz de notar la diferencia, ¿qué tipo de criterio debes emplear en su lugar para que te sirva de principio de práctica? El criterio debería ser ‘cumple con el deber con todo tu corazón, toda tu alma y toda tu mente’. Actuar con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente significa no estar limitado por nadie; significa tener un solo corazón y una sola mente, y nada más. Esta es tu responsabilidad y es tu deber, y debes cumplirlo bien, como está dispuesto por el cielo y aceptado en la tierra. Sean cuales sean los problemas que encuentres, debes actuar de acuerdo con los principios. Manéjalos como corresponda; si hay que podar y tratar, que así sea, y si es necesario despedir, que así sea. Actúa basándote en las palabras de Dios y en la verdad. ¿Acaso no es este el principio? ¿No es esto exactamente lo contrario de la frase ‘No dudes de la gente que usas ni uses a gente de la que dudes’? ¿Qué significa esta frase? Significa que si has empleado a una persona, no debes dudar de ella. Si has empleado a alguien, debes soltarle las riendas, no supervisarla y dejar que haga lo que quiera; y si dudas de ella, entonces no debes emplearla. ¿No es eso lo que significa? Eso está terriblemente mal. La humanidad ha sido profundamente corrompida por Satanás. Toda persona tiene un carácter satánico y es capaz de rebelarse contra Dios y resistirse a Él. Se podría decir que nadie es de fiar. Incluso si una persona jura hasta el fin del mundo, no sirve de nada porque las personas están constreñidas por sus actitudes corruptas y no pueden controlar sus acciones. Deben aceptar el juicio y el castigo de Dios para poder resolver el problema de su carácter corrupto, y resolver completamente el problema de su resistencia y traición a Dios; resolver la raíz de los pecados de la gente. Todos aquellos que no han pasado por el juicio y la purificación de Dios y no han alcanzado la salvación no son de fiar. No son dignos de confianza. Por tanto, cuando emplees a alguien, debes supervisarlo, dirigirlo, podarlo y tratarlo, y comunicarle con frecuencia la verdad. Solo de esta manera podrás ver claramente si se les puede seguir empleando. Si hay algunas personas que puedan aceptar la verdad, aceptar ser podadas y tratadas, que son capaces de cumplir con su deber con lealtad, y que tienen un progreso continuo en su vida, entonces solo estas personas son verdaderamente aptas para ser empleadas(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión uno). Con la lectura de las palabras de Dios hallé una senda de práctica. Dios nos pide que nos volquemos en el deber. En todo trabajo supervisado por mí, tanto si conozco a una persona como si no, y sin importar qué opine de ella, debo cumplir igualmente con el deber según los principios expuestos por Dios para los líderes y obreros y hacer todo lo que se espera de mí: supervisar el trabajo de todos, comprenderlo a fondo, descubrir los problemas, resolverlos enseguida y tratar y podar a quienes tengan graves problemas. Esos son los principios de mi deber y el único modo de que lo cumpla correctamente. Tras comprenderlo, me sentía mucho más seguro y tenía una senda que seguir en el deber.

Posteriormente, la iglesia asignó a Lily el riego de nuevos fieles, y ella estaba feliz de hacerlo. Pensé para mis adentros: “Probablemente aprenda de su destitución y cumpla bien con el deber esta vez”. Pero, poco después, muchos nuevos a quienes regaba no se reunían normalmente. Como me pareció extraño, le pregunté más a fondo sobre por qué pasaba esto. Para mi sorpresa, se excusó diciendo que no tenía tiempo de hacerles seguimiento. Esto me enojó mucho. Creía que, tras su destitución, haría introspección y algo de trabajo práctico, pero resultaba que me había equivocado. Supe que no podía seguir considerando a nadie según mis nociones. Como supervisor, tenía que vigilar, comprobar y dirigir el trabajo y cumplir mis responsabilidades. Recordé en ese momento unas palabras de Dios: “Actuar con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente significa no estar limitado por nadie; significa tener un solo corazón y una sola mente, y nada más. Esta es tu responsabilidad y es tu deber, y debes cumplirlo bien, como está dispuesto por el cielo y aceptado en la tierra. Sean cuales sean los problemas que encuentres, debes actuar de acuerdo con los principios. Manéjalos como corresponda; si hay que podar y tratar, que así sea, y si es necesario despedir, que así sea. Actúa basándote en las palabras de Dios y en la verdad(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión uno). Así es. Tenía que cumplir con el deber según las palabras y exigencias de Dios. Después le señalé y expuse a Lily todos sus problemas, y le hablé para analizar su actitud negligente en el deber y sus peligrosas consecuencias. Por fin se dio cuenta Lily de sus problemas. Luego, de vez en cuando indagaba en el trabajo de Lily, lo revisaba y, si advertía un problema, hablaba con ella para que lo corrigiera. Más tarde, Lily tuvo unos resultados mucho mejores en el riego de nuevos fieles. Me entusiasmé mucho con esto y comprendí realmente que contemplar las cosas y actuar según las palabras de Dios es lo que más fructifica en mi deber. Además, me sentía mucho más tranquila y en paz.

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