79. Las inquietudes a la hora de informar de problemas
En abril de 2023, servía como diácono de riego en la iglesia. En ese momento, el PCCh había arrestado a muchos hermanos y hermanas que cumplían sus deberes, y el trabajo de la iglesia había caído en un estado de parálisis. Aunque algunos hermanos y hermanas y yo colaborábamos para encargarnos del trabajo de seguimiento, este aún avanzaba muy lentamente. Después de un tiempo, eligieron a la hermana Chen Ping como una líder de la iglesia, y pensé: “Esto es genial. Con una líder, el trabajo avanzará mucho más rápido”.
Un día, los líderes superiores nos enviaron una carta para pedirnos que escribiéramos evaluaciones sobre la hermana Su Jing, una predicadora. Dado que Su Jing estaba a cargo del trabajo en nuestra iglesia, todos la conocíamos bastante bien, pero Chen Ping no quiso escribir nada y hasta dijo que no conocía bien a Su Jing. Me quedé perplejo y me preguntaba: “¿Qué pasa con Chen Ping? Se ha relacionado bastante con Su Jing antes, así que podría dar una evaluación objetiva basada en la comprensión que ha obtenido de relacionarse con ella. ¿Por qué no quiere escribir nada?”. Unos días después, me reuní con Chen Ping, que me dijo: “¿Sabes por qué no quise escribir una evaluación de Su Jing ese día? No sé qué deber quieren asignarle los líderes a Su Jing, pero no creo que ella sea la persona adecuada”. Le pedí que lo explicara en más detalle, y Chen Ping dijo enojada: “No tienes idea. En 2012, Su Jing servía como líder y nunca hizo ningún trabajo real. Una vez, preparamos con mucho esfuerzo materiales para expulsar a un anticristo, pero Su Jing detuvo el proceso sin dar ninguna razón. Esa persona había creado un caos total en la iglesia, pero Su Jing no nos permitió recopilar los materiales sobre él. ¿No era eso obstaculizar el trabajo de depuración de la iglesia? ¿No era ella una falsa líder?”. Como temía que no le creería, Cheng Ping hasta presumió de haber hecho trabajo de depuración antes y de tener algo de discernimiento sobre las personas. Pero, según mi entendimiento de Su Jing, ella no era el tipo de persona que Chen Ping describía. Tuve la sensación de que podría haber alguna rencilla personal entre ellas, de lo contrario, ¿por qué Chen Ping estaría tan predispuesta en contra de Su Jing? Pero como no sabía lo que había sucedido, no dije nada. Chen Ping continuó: “Últimamente, he estado informando de los problemas en la iglesia a Su Jing, pero ella no me ha respondido. ¡Como predicadora, no está resolviendo problemas reales!”. Me sorprendió un poco oír esto, ya que sentí que algunas de las cosas que decía Chen Ping no coincidían con la realidad. Había colaborado con Su Jing durante más de un año y, aunque tenía una aptitud algo baja, aún era capaz de hacer trabajo real. Además, estuve presente cuando Chen Ping informó de los problemas y, aunque Su Jing no encontró una solución en ese momento, luego conversó y buscó soluciones con todos y resolvió algunos problemas reales. No era como decía Chen Ping, que Su Jing no hacía ningún trabajo real. Después de un rato, Chen Ping me preguntó con cautela: “Puede que mis opiniones no sean del todo certeras. Conoces a Su Jing desde hace mucho tiempo, así que debes entenderla mejor. ¿Qué piensas?”. Así que mencioné tanto las fortalezas como las debilidades de Su Jing. Cuando mencioné las debilidades de Su Jing, Chen Ping parecía muy contenta, pero cuando hablé de sus fortalezas, Chen Ping parecía insatisfecha y no quería escuchar. Al final, dijo de mala gana: “Tal vez esté predispuesta en contra de ella”. Tras eso, Chen Ping no volvió a mencionarme el asunto. Sentí que Chen Ping estaba predispuesta en contra de Su Jing y parecía que, al decirme estas cosas, estaba juzgando a Su Jing a sus espaldas e intentaba sembrar discordia. Pensé: “¿Debería informar de esto a los líderes superiores para que lo resuelvan? De lo contrario, su falta de colaboración armoniosa afectará el trabajo”. Pero luego pensé: “No entiendo completamente la situación y, si informo de esto y Chen Ping se entera, ¿me acusará de ser un soplón y me hará la vida imposible?”. Con esto en mente, no me atreví a informar de ello.
Unos días después, Chen Ping difundió su hostilidad hacia Su Jing a una líder de otra iglesia, Wu Xin, y hasta involucró a la diaconisa del evangelio Li Yun y les dijo que Su Jing era una falsa obrera. Me tomó un poco por sorpresa, y me pregunté: “¿Cómo terminó Li Yun envuelta en esto también? Ahora se ha puesto del lado de Chen Ping. Esto parece un asunto serio. Debería informar de esto a los líderes superiores de inmediato; de lo contrario, hará un desbarajuste en el trabajo de la iglesia”. Pero también estaba preocupado y me preguntaba: “Chen Ping está a cargo de mi trabajo. Si informo de sus problemas y ella se entera, ¿no me reprimirá o atormentará?”. Al pensarlo, me dio un poco de miedo, así que no me atreví a informar de ello.
Unos días después, la hermana Danchun, que estaba a cargo del trabajo de depuración, me envió una carta que decía que Chen Ping también le había difundido su hostilidad hacia Su Jing, que Chen Ping afirmaba que no podía colaborar bien con ella y que Su Jing no aceptaba ninguna sugerencia que le daban. Chen Ping incluso pidió a Danchun que investigara cómo se comportaba sistemáticamente Su Jing. Me sorprendí mucho. Al principio, pensé que Chen Ping solo tenía un prejuicio personal contra Su Jing, pero, después de enterarme de estos asuntos, me di cuenta de que este tema no era tan simple y que Chen Ping estaba tratando de formar camarillas e incitar al caos a propósito. Encontré un pasaje de las palabras de Dios: “El fenómeno de que alguien sea condenado, etiquetado y atormentado arbitrariamente se da a menudo en todas las iglesias. Por ejemplo, algunas personas albergan un prejuicio contra cierto líder u obrero y, para vengarse, hacen comentarios sobre ellos a sus espaldas, los exponen y diseccionan bajo el pretexto de compartir la verdad. La intención y los propósitos detrás de tales acciones son erróneos. Si uno realmente está compartiendo la verdad para dar testimonio de Dios y para beneficiar a los demás, debería enseñar sobre sus propias experiencias verdaderas, y beneficiar a otros a través de la disección y el conocimiento de sí mismos. Tal práctica da mejores resultados, y el pueblo escogido de Dios lo aprobará. Si la propia enseñanza expone, ataca y menosprecia a otra persona en un intento de acometer contra ella o de vengarse de ella, entonces la intención de la enseñanza es incorrecta, es injustificada, aborrecida por Dios y no edificante para los hermanos y hermanas. Si la intención de alguien es condenar a otros, o atormentarlos, entonces es una persona malvada y está haciendo el mal. Todo el pueblo escogido de Dios debe tener discernimiento cuando se trata de personas malvadas. Si alguien voluntariamente ataca, expone o menosprecia a las personas, entonces debe ser ayudado con cariño, se debe compartir con él y diseccionarlo o podarlo. Si son incapaces de aceptar la verdad, y se niegan obstinadamente a enmendar sus caminos, entonces esto es un asunto totalmente diferente. Cuando se trata de personas malvadas que a menudo condenan, etiquetan y atormentan arbitrariamente a los demás, deben ser expuestas plenamente, para que todos puedan aprender a discernirlas, y entonces, deberían ser restringidas o expulsadas de la iglesia. Esto es esencial, ya que tales personas perturban la vida de iglesia y la obra de la iglesia, y es probable que desorienten a las personas y traigan el caos a esta. […] El comportamiento de estas personas no solo repercute en la vida de iglesia, sino que también da lugar a conflictos en ella. Incluso puede repercutir en la obra de la iglesia en su conjunto y en la difusión del evangelio. Por lo tanto, los líderes y obreros deben advertir a este tipo de personas, y también necesitan restringirlas y gestionarlas” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (15)). Las palabras de Dios son muy claras. Juzgar y condenar de forma arbitraria a los demás es hacer el mal. Esto perturba el trabajo de la iglesia, y se debe limitar de inmediato a quienes lo hacen. Al reflexionar sobre los acontecimientos recientes, me pregunté: “Su Jing tiene algunos problemas, pero aún puede hacer trabajo real. Entonces, ¿por qué Chen Ping sigue obsesionada con sus defectos y problemas? Si Chen Ping ve que Su Jing está haciendo algo inapropiado, podría señalárselo o informar de ello a los líderes superiores, pero ¿por qué me dice estas cosas a mí y hasta descarga las quejas que tiene arraigadas de años atrás contra Su Jing? ¿No es esto sembrar discordia? ¿No es esto socavar a Su Jing? Además, no solo la está juzgando frente a mí, sino que también está tratando de involucrar a la líder y a la diaconisa del evangelio de otra iglesia, y hasta está difundiendo sus quejas a la hermana que está a cargo del trabajo de depuración. Indudablemente, lo que Chen Ping está haciendo no es para proteger el trabajo de la iglesia ni para ayudar a Su Jing. Está tratando de formar camarillas e incitar al caos con el objetivo de conseguir que la gente se ponga de su lado para juzgar y aislar a Su Jing hasta derribarla”. Estos pensamientos me preocuparon. “El PCCh acaba de aplicar mano dura sobre la iglesia, muchos hermanos y hermanas no pueden llevar una vida de iglesia normal, y todo el trabajo de la iglesia aún está en vías de recuperación. Si surge el caos en este momento, tanto el trabajo de la iglesia como la vida de los hermanos y hermanas sufrirán enormemente”. Pensé en escribir una carta para informar del asunto, pero cuando estaba a punto de escribirla, volví a dudar y pensé: “Chen Ping está a cargo de mi trabajo. Si se entera de que escribí la carta, ¿No me atacará y excluirá? ¿No me hará la vida difícil o hasta sacará partido de mis defectos para atormentarme o expulsarme? Si eso sucede, ¿no arruinaría mi oportunidad de obtener la salvación?”. Este pensamiento me asustó, y me dije a mí mismo: “Cuando estás en casa de otra persona, no tienes más remedio que agachar la cabeza. Chen Ping está a cargo de mi trabajo. Si la ofendo y me atormenta, ¿quién se enterará? ¿Quién me ayudará? Ni hablar, mejor no me involucro o me meteré en problemas”. Así que seguí a lo mío, sin informar del asunto, pero después sentí que cargaba una culpa constante en mi interior.
Un día, durante una práctica devocional, encontré las palabras de Dios: “Todos vosotros decís que tenéis consideración por la carga de Dios y defenderéis el testimonio de la iglesia, pero ¿quién de vosotros ha considerado realmente la carga de Dios? Hazte esta pregunta: ¿Eres alguien que ha mostrado consideración por Su carga? ¿Puedes tú practicar la justicia por Él? ¿Puedes levantarte y hablar por Mí? ¿Puedes poner firmemente en práctica la verdad? ¿Eres lo bastante valiente para luchar contra todos los hechos de Satanás? ¿Serías capaz de dejar de lado tus sentimientos y dejar a Satanás al descubierto por causa de Mi verdad? ¿Puedes permitir que Mis intenciones se satisfagan en ti? ¿Has ofrecido tu corazón en el momento más crucial? ¿Eres alguien que sigue Mi voluntad? Hazte estas preguntas y piensa en ellas a menudo” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 13). “La mente de una persona sigue siendo más ágil que la de una máquina. Sabe cómo adaptarse, cuándo se encuentra en alguna situación, sabe qué acciones contribuyen a sus propios intereses y cuáles no, y aplica con rapidez todos los métodos que se encuentran a su disposición. Por consiguiente, cada vez que afrontas ciertos asuntos, tu escasa confianza en Dios no puede mantenerse firme. Actúas contra Él con falsedad, utilizas tácticas en Su contra y te sirves de engaños. Todo esto revela tu falta de auténtica fe en Él. Crees que Dios no es digno de confianza, que quizá no pueda protegerte o garantizar tu seguridad y que, incluso, podría dejarte morir. Te parece que Él no es de fiar, y que solo si confías en ti mismo podrás estar seguro. ¿Qué ocurre al final? No importa a qué circunstancias o asuntos te enfrentes, los abordas utilizando estos métodos, tácticas y estrategias, y eres incapaz de mantenerte firme en tu testimonio de Dios. Sean cuales sean las circunstancias, eres incapaz de ser un líder u obrero apto, de exhibir las cualidades o acciones de un mayordomo y de mostrar una lealtad plena, por lo que te quedas sin tu testimonio. Independientemente de cuántos asuntos enfrentes, eres incapaz de confiar en tu fe en Dios para poner en práctica tu lealtad y tu responsabilidad. Por eso, al final no ganas nada” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (19)). Las palabras de Dios expusieron mi estado con exactitud. Cuando las cosas iban bien, proclamaba que Dios tenía soberanía sobre todas las cosas y que mi porvenir estaba en Sus manos, pero cuando vi que Chen Ping intentaba formar camarillas e instigar al caos, aunque sabía que debía informar de ello a los líderes superiores para que lo resolvieran de inmediato, me faltó verdadera fe en Dios y mi corazón se llenó de preocupaciones e inquietudes. Temía que, si Chen Ping se enteraba de que la había denunciado, buscaría oportunidades para atormentarme y vengarse de mí, y hasta podría hacer que me expulsaran. Para protegerme, no informé de los problemas de Chen Ping. Afirmaba creer en Dios, pero no confiaba en Su soberanía. Hasta creía que mi porvenir estaba en manos de los líderes y que, si un líder me atormentaba, no estaba claro si Dios me protegería. ¿Cómo se diferenciaba esta opinión de la de un incrédulo? Veía con claridad la naturaleza del problema, pero no estaba dispuesto a informar de ello. Siempre protegía mis propios intereses y tenía miedo de que la líder me reprimiera o excluyera. No estaba salvaguardando en absoluto los intereses de la casa de Dios. ¡Había sido tan egoísta y despreciable!
Más tarde, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “No hagas siempre las cosas para tu propio beneficio y no consideres constantemente tus propios intereses; no consideres los intereses humanos ni tengas en cuenta tu propio orgullo, reputación y estatus. Primero debes considerar los intereses de la casa de Dios y hacer de ellos tu prioridad. Debes ser considerado con las intenciones de Dios y empezar por contemplar si ha habido impurezas en el cumplimiento de tu deber, si has sido leal, has cumplido con tus responsabilidades y lo has dado todo, y si has estado pensando de todo corazón en tu deber y en la obra de la iglesia. Debes meditar sobre estas cosas. Si piensas en ellas con frecuencia y las comprendes, te será más fácil cumplir bien con el deber” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción). Después de leer las palabras de Dios, me sentí profundamente avergonzado. Dios no tiene altas exigencias para las personas. Él solo espera que, cuando sucede algo, las personas protejan los intereses de Su casa y cumplan su deber lo mejor que puedan. Dios estará satisfecho con esto. Yo ya había confirmado que Chen Ping estaba socavando a los demás, perturbando la iglesia e incitando al caos. Además, sabía que, si ese problema no se resolvía a tiempo, obstaculizaría gravemente el trabajo de la iglesia. Pero, por miedo a que me atormentaran, no estuve dispuesto a informar de ello. En cambio, elegí evitar e ignorar el problema. ¿Dónde estaba mi conciencia y razón? Mi actitud estaba permitiendo que Satanás perturbara el trabajo de la iglesia, ¡lo que era una traición a Dios! No podía seguir buscando protegerme a mí mismo. Tenía que poner los intereses de la casa de Dios en primer lugar. Dios es justo, y la verdad reina en Su casa. Si informaba del problema como debía, Chen Ping no podría hacerme nada. Incluso si me atormentaban y reprimían, eso sería algo que debía experimentar y contendría una lección que debía aprender. También leí los testimonios vivenciales de algunos hermanos y hermanas. Cuando se enfrentaron a anticristos y a personas malvadas, inicialmente, algunos entraron en un estado de protección propia por temor a que los atormentaran. Sin embargo, después de comprender la intención de Dios a través de la oración y la búsqueda, informaron de las acciones malvadas de esos anticristos y esas personas malvadas y, tras una investigación y verificación, finalmente los expulsaron y el trabajo de la iglesia volvió a la normalidad. Me sentí muy animado después de leer sus testimonios. Pensé: “Debo confiar en Dios e informar del problema para que los líderes superiores comprendan la situación, envíen a alguien para que resuelva de inmediato este caos y restauren el orden normal del trabajo de la iglesia. Esta es mi responsabilidad y deber, y no puedo rehuirlos”. Así que escribí todo lo que había sucedido y envié el informe a los líderes superiores. Al practicar de esta manera, me sentí en paz.
Más tarde, reflexioné: “¿Por qué no tuve el valor de exponer los intentos de Chen Ping de formar camarillas o informar de ellos? ¿Qué razón había detrás de esto?”. Un día, leí las palabras de Dios: “Entonces, ¿cuál es la raíz de vuestra incapacidad para manejar y abordar a las personas malvadas? ¿Acaso es porque tu humanidad es cobarde, timorata y temerosa por naturaleza? Esa no es la causa principal ni la esencia del problema. La esencia es que las personas no le son leales a Dios, se protegen a sí mismas, su seguridad personal, su reputación, su estatus y su vía de escape. Su deslealtad se pone de manifiesto en la manera en la que siempre se resguardan a sí mismas, se esconden como una tortuga en su caparazón cada vez que afrontan algo y esperan hasta que pase antes de volver a sacar la cabeza. Da igual con qué se encuentren, siempre caminan sobre brasas calientes, tienen mucha ansiedad, preocupación y aprensión, y son incapaces de alzarse y defender la obra de la iglesia. ¿Cuál es el problema? ¿Acaso no es la falta de fe? No tienes auténtica fe en Dios, no crees que sea soberano sobre todas las cosas y tampoco que tu vida, tu todo, se encuentre en Sus manos. No crees lo que Él asegura: ‘Sin el permiso de Dios, Satanás no se atreve a tocar ni un pelo de tu cuerpo’. Confías en tus propios ojos y juzgas los hechos, emites juicios sobre la base de tus propios cálculos y te proteges a ti mismo en todo momento. No estás convencido de que el porvenir de una persona está en manos de Dios; tienes miedo de Satanás, te asustan las personas y las fuerzas malvadas. ¿No es eso una falta de fe genuina en Dios? (Sí). ¿Por qué no existe la verdadera fe en Dios? ¿Acaso es porque las experiencias de la gente son demasiado superficiales y no puede desentrañar tales aspectos o porque aquello que comprende acerca de la verdad es muy limitado? ¿Cuál es la razón? ¿Tiene algo que ver con las actitudes corruptas de la gente? ¿Se debe a que es extremadamente falsa? (Sí). Por mucho que experimente, por numerosos que sean los hechos que le pongan delante, no cree que esta sea la obra de Dios o que el porvenir de una persona esté en Sus manos. Ese es un aspecto. Otra cuestión capital es que la gente se preocupa demasiado de sí misma. No está dispuesta a pagar ningún precio ni a realizar ningún sacrificio por Dios, por Su obra, por los intereses de la casa de Dios, por Su nombre ni por Su gloria. No está dispuesta a hacer nada que involucre siquiera el menor peligro. ¡Se preocupa demasiado de sí misma! Debido a su miedo a la muerte, a la humillación o a que la atrapen las personas malvadas y verse en algún tipo de apuro, la gente se esfuerza mucho por preservar su propia carne y evitar involucrarse en situaciones peligrosas. Por una parte, semejante conducta evidencia la excesiva malicia de las personas, mientras que, por otra, revela su deseo de autopreservación y su egoísmo” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (19)). La exposición de las palabras de Dios me permitió entender que la razón por la que no podía practicar la verdad ni proteger el trabajo de la iglesia se debía, principalmente, a que mi naturaleza era verdaderamente egoísta y falsa. Los venenos de Satanás, como: “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda” y “El sensato se protege nada más que para no equivocarse”, habían llegado a controlarme. Así que, cuando pasaban cosas, lo primero que consideraba era si mis intereses se verían perjudicados. Estaba dispuesto a hacer cosas que me beneficiaran, pero si algo perjudicaba mis intereses o ponía en peligro mi seguridad, no lo hacía, aunque eso fuera para proteger el trabajo de la iglesia. Sabía perfectamente que Chen Ping estaba intentando formar camarillas e incitar al caos, y que, si esto no se resolvía a tiempo, perturbaría y obstaculizaría gravemente el trabajo de la iglesia. Pero estaba lleno de temores constantes. Me preocupaba que, tras informar del problema, Chen Ping tomara represalias contra mí, me atormentara y hasta hiciera que me expulsaran, así que no me atreví a hacer el informe y, en su lugar, actué como una tortuga que escondía la cabeza en su caparazón. No tenía ninguna fe genuina en Dios. ¡Qué cobarde era! Había creído en Dios durante muchos años y había estado cumpliendo mis deberes en la iglesia porque Él me había exaltado. La intención de Dios era que protegiera los intereses de Su casa en momentos cruciales, pero cuando Chen Ping intentó formar camarillas e incitar al caos, lo que amenazó con paralizar el trabajo de la iglesia, solo consideré mis propios intereses. ¡Qué egoísta y falso fui! Para protegerme, ni siquiera estaba dispuesto a practicar la verdad que entendía. ¿No era eso vivir una existencia innoble? Si no cambiaba, era indudable que Dios me desdeñaría y descartaría. En especial, porque el PCCh acababa de aplicar mano dura sobre la iglesia, y varios aspectos del trabajo aún no se habían recuperado. Si surgía otro episodio de caos, no solo se vería perturbado el trabajo de la iglesia, sino que la entrada en la vida de los hermanos y hermanas también sufriría grandes pérdidas. Con esto en mente, no pude contener más las lágrimas. Me dije a mí mismo: “No puedo seguir decepcionando a Dios. Debo practicar la verdad para proteger el trabajo de la iglesia y resolver este problema lo antes posible”.
Más tarde, colaboré con los líderes superiores para investigar y verificar la situación. Tras la investigación, descubrimos que Chen Ping había guardado rencor a Su Jing desde 2012. En ese momento, Su Jing era líder y como Chen Ping deseaba con ansias obtener estatus, quiso ser líder y se alió con otras personas para intentar destituir a Su Jing. Pero sus planes no tuvieron éxito. Más tarde, destituyeron a Chen Ping, pero siempre guardó rencor a Su Jing y siguió tratando de sacar partido de sus defectos. La mayoría de las acusaciones de Chen Ping contra Su Jing eran infundadas. Después de evaluar todo, era evidente que Su Jing sí estaba logrando hacer trabajo real, sino que Chen Ping se aprovechaba constantemente de sus defectos, los magnificaba y hasta trataba de involucrar a más personas para excluir a Su Jing. Chen Ping mostró el grave carácter de un anticristo, por lo que la destituyeron. Los líderes superiores diseccionaron la naturaleza y el daño de sus acciones y le hicieron una advertencia. A través de la plática y el discernimiento, la diaconisa del evangelio Li Yun se dio cuenta de que Chen Ping la había manipulado. También entendió que había trastornado y perturbado el trabajo de la iglesia y, más tarde, escribió una carta de arrepentimiento. Basándose en los principios, la iglesia le dio a Li Yun la oportunidad de arrepentirse y la mantuvo en su puesto.
Después de pasar por esto, realmente sentí en mi corazón que la verdad reina en la casa de Dios y que Su carácter justo no tolera ofensa alguna. Todos los anticristos y las personas malvadas que no practican la verdad y se le resisten o son reacios a esta serán revelados y descartados por Dios en última instancia. También vi lo crucial que es comprender la verdad y tener sentido de la justicia. Si no exponemos ni denunciamos de inmediato a las personas malvadas y a los anticristos en la iglesia, no solo se verá gravemente perturbado el trabajo de la iglesia, sino que también se obstaculizará el progreso en la vida de los hermanos y hermanas. A través de este entorno real, vi lo profundamente corrupto que era, las grandes carencias que tenía y lo egoísta y falso que había sido. Al mismo tiempo, este asunto me ayudó a ganar algo de discernimiento. ¡Doy gracias a Dios desde lo más profundo de mi corazón!