Una lección aprendida a partir de un asunto menor

23 Oct 2022

Hace un tiempo, la hermana Li, una líder de grupo, postuló a Wang Mei para el riego. Me dio la impresión de que la humanidad de Wang Mei era bastante pobre. Era descuidada en su deber y no cuidaba la obra de la iglesia. Por eso, me apresuré a pedirle a la hermana Li su evaluación sobre Wang Mei para ver cómo era ahora. Si aún era irresponsable en su deber, entonces no era apta para regar a los recién llegados. La hermana Li dijo: “Wang Mei valora su reputación y estatus, pero su actitud hacia su deber es decente, y no veo ningún problema grave”. Me sentí aliviada al oír esto. Si la hermana Li había investigado la cuestión, Wang Mei debería ser apta para el riego. Unos días después, había organizado todo para su cambio de puesto y había preparado para que Wang Mei asumiera el trabajo. Pero, de pronto, la hermana Li me dijo que como Wang Mei había sido descuidada y negligente, y no aceptaba la verdad, no era apta para regar a los recién llegados. Me sorprendió oír estas noticias, y pensé: “¿No dijiste que no había mayores inconvenientes cuando la evaluaste hace unos días? ¿Cómo pudiste cambiar de opinión tan rápido?”. No pude evitar quejarme: “No eres confiable. Te pido que investigues a alguien, y no lo haces meticulosamente. Esto muestra una grave falta de discernimiento de tu parte. Elegir a la persona incorrecta impactó mi trabajo también ¿Esto no retrasará las cosas? ¿Cómo puedes ser líder de grupo con este calibre?”. Cuanto más lo pensaba, más me enojaba, pero no entendía la situación real, y seguía juzgándola en mi mente. En ese momento, quería enviarle un mensaje a la hermana Li preguntándole qué le pasaba, si había tenido algún discernimiento sobre esta persona, por qué no había investigado la cuestión meticulosamente, y cómo podía ser tan irresponsable. Pero luego pensé: “Enviar mensajes cuando una está enojada no es racional”. Por eso no le escribí, y el asunto pasó.

Durante una reunión, un hermano contó que se enojaba y culpaba a otros cuando las cosas no salían como él quería, y cómo buscó la verdad, reflexionó y aprendió sobre sí mismo. Me sentí avergonzada cuando oí esto, y no pude evitar recordar mi propia experiencia previa. ¿Acaso este hermano y yo no éramos iguales? Obtuvo resultados porque buscó la verdad y aprendió su lección. ¿Por qué no aprendía mi lección? Por eso oré y llevé este asunto ante Dios, buscando la lección que debería aprender. Una vez, durante mis devocionales, leí la palabra de Dios: “La obediencia a las orquestaciones y arreglos de Dios es la lección más básica de la obediencia a Dios. Las orquestaciones y los arreglos de Dios incluyen a las personas, los asuntos y las cosas —y las diversas situaciones— que Dios suscita a tu alrededor. Entonces, ¿cómo deberías reaccionar cuando te enfrentas a estas situaciones? Lo más fundamental es la aceptación por parte de Dios. ¿Qué significa ‘aceptación por parte Dios’? ¿Es quejarse y resistirse aceptación por parte de Dios? ¿Es poner excusas y encontrar fallos aceptación por parte de Dios? No. Entonces, ¿cómo se debe poner en práctica la aceptación por parte de Dios? Primero relájate, busca la verdad y practica la obediencia. No vengas con excusas o razones. No trates de adivinar o analizar quién tiene razón y quién está equivocado. Y no analices de quién es el error más grave y de quién el menor. ¿Acaso analizar siempre estas cosas es una actitud de aceptación por parte de Dios? ¿Se trata de una actitud de obediencia? (No). Esta no es una actitud de obediencia a Dios, no es una actitud de aceptación de parte de Dios, no es una actitud de aceptar el dominio y las disposiciones de Dios. Aceptación por parte de Dios: este es un aspecto de los principios para practicar la obediencia a Dios. […] No analizar lo correcto o lo incorrecto, no racionalizar, no encontrar faltas en las personas, no hilar fino, no analizar las razones objetivas, y no analizar y examinar usando la mente humana; todos estos son detalles, y es aceptación por parte de Dios. Y la manera de poner esto en práctica consiste, en primer lugar, en obedecer. Incluso si tienes nociones o si las cosas no te resultan claras, obedece, no pongas excusas ni te rebeles; y una vez obedezcas, busca la verdad; ora a Dios y busca(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La sumisión a Dios es una lección fundamental para alcanzar la verdad). Dios dice que cuando estamos en una situación, más allá de si entendemos Su voluntad, no debemos contradecirla ni argumentar a nuestro favor. Debemos tener una actitud de aceptación y obediencia hacia la situación en que Dios nos pone. Esta es la conducta de aceptar que las cosas vienen de Dios. Cuando algo sucedía, yo siempre lo miraba desde afuera, analizaba lo correcto y lo incorrecto, me quejaba de esto y lo otro. Siempre pensaba que la líder de grupo era descuidada e irresponsable en su deber, lo que afectaba mi trabajo y me generaba más esfuerzo. En esta situación, no tenía una actitud de aceptar que las cosas vienen de Dios, para nada. No aquieté mi corazón y busqué la voluntad de Dios ni reflexioné sobre qué lecciones debía aprender. En cambio, fijé mi atención en la líder de grupo. Quería enojarme, regañarla y criticar sus defectos. ¡No era una actitud de aceptación u obediencia! ¿Los problemas y conflictos en el trabajo en ese momento de verdad eran culpa de otros? ¿Nada de eso se relacionaba conmigo? Me había resistido siempre a las situaciones a las que me enfrentaba. Incluso si al final los problemas eran culpa de otros por completo, y yo no era responsable, los demás podían hacer introspección, aprender de ello y crecer. Pero ¿qué ganaba yo, además de una ira acumulada en mi interior? En ese momento me di cuenta de que estaba en un estado equivocado. No podía seguir analizando e investigando, obsesionándome con quién tenía razón o no. Debía calmarme, buscar la verdad y aprender mi lección.

Mientras reflexionaba, leí un pasaje de las palabras de Dios. “Si no dependes de Dios ni acudes a Él cuando cumples con tu deber, y te limitas a hacer lo que te da la gana, entonces no importa lo inteligente que seas, siempre habrá momentos en los que falles. Las personas que son tercas son propensas a seguir sus propias ideas, entonces ¿acaso tienen un corazón que teme a Dios? Las personas que son demasiado obstinadas se han olvidado de Dios, y se han olvidado de la obediencia a Dios; solo cuando las cosas pasan, cuando estas personas se han topado con un muro o no han logrado nada, se les ocurre que no han obedecido a Dios y no le han orado. ¿Qué es esto? Esto es que no tienen a Dios en su corazón. Sus acciones indican que Dios está ausente de sus corazones, que todo proviene de ellos mismos. Por lo tanto, ya sea que estés haciendo un trabajo en la iglesia, cumpliendo con un deber, gestionando algunos asuntos externos u ocupándote de situaciones en tu vida personal, debe haber principios en tu corazón, debe haber un estado espiritual. ¿Qué estado? ‘Sea lo que sea, debo orar antes de que algo me suceda, debo obedecer a Dios, debo obedecer Su dominio, todo está dispuesto por Dios, y cuando algo sucede, debo buscar Su voluntad, debo tener esta mentalidad, no debo seguir mis propios planes’. Después de experimentar así durante algún tiempo, las personas se darán cuenta de que ven el dominio de Dios en muchas cosas. Si siempre tienes tus propios planes, consideraciones, deseos, motivos egoístas y anhelos, entonces tu corazón se alejará involuntariamente de Dios, no tendrás conocimiento alguno de la forma en que Dios actúa, y la mayoría de las veces, Dios estará oculto para ti. ¿Acaso no te gusta hacer las cosas según tus propias ideas? ¿No sigues tus propios planes? Tienes cerebro, tienes estudios, tienes conocimientos, tienes la capacidad y la metodología para hacer las cosas, puedes hacerlas por ti mismo, eres bueno, no necesitas a Dios, así que Él dice: ‘Entonces adelante, hazlo por tu cuenta, y asume la responsabilidad de si va a salirte bien o no, a Mí no me importa’. Dios no te prestará ninguna atención. Cuando las personas siguen su propia voluntad de esta manera en su fe en Dios y creen como les viene en gana, ¿qué consecuencias hay? Nunca son capaces de experimentar el dominio de Dios, nunca pueden ver Su mano, nunca pueden sentir la iluminación y el esclarecimiento del Espíritu Santo, no pueden sentir la guía de Dios. ¿Y qué ocurrirá con el paso del tiempo? Su corazón se alejará cada vez más de Dios, y habrá efectos secundarios. ¿Qué efectos son estos? (El dudar y negar a Dios). No se trata solo de dudar y negar a Dios; cuando Él no tiene cabida en el corazón de las personas, y estas hacen lo que quieren a largo plazo, se creará un hábito. Cuando les suceda algo, lo primero que harán será pensar en su propia solución, sus objetivos, motivaciones y planes; primero considerarán si esto es beneficioso para ellos; si lo es, lo harán, y si no, no lo harán; para ellos lo habitual será tomar directamente esa senda. ¿Y cómo tratará Dios a estas personas si siguen actuando así, sin arrepentirse? Dios no les prestará ninguna atención y los hará de lado(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Principios de práctica de la sumisión a Dios). Mientras meditaba las palabras de Dios, vi mi estado más claramente. La palabra de Dios dice que aquellos que son particularmente obstinados a menudo empiezan haciendo planes e imponiendo reglas, calculando qué harán y cómo lo harán. Empiezan formulando y concluyendo un plan, lo ejecutan usando los medios y los métodos que han elegido, mientras exigen que los demás también sigan sus métodos. Aparentan cumplir con su deber, salvaguardar la obra de la iglesia y asegurarse de que su trabajo alcance buenos resultados. Pero cuando hacen las cosas así, hay demasiado de su propia voluntad y de sus propias reglas. No oran ni buscan a Dios lo suficiente, carecen de una actitud de obediencia, y no se cuidan de seguir la guía del Espíritu Santo. Hacen todo de acuerdo con sus propios deseos y quieren que las cosas sucedan como ellos desean. Dios dice que su propio deseo es demasiado fuerte, y que no hay lugar para Dios en sus corazones. Dios detesta e ignora a este tipo de persona. Reflexionar sobre mi conducta me mostró que había sido muy obstinada en mis deberes y que, sin importar qué hacía, en cuanto decidía algo, nada me hacía cambiar de opinión. Incluso hacía que otros cumplieran mis exigencias, y si no lo hacían, pensaba que no eran leales en su deber y que no protegían la obra de la iglesia. Así actué con la investigación de la regadora. Oí que no había problemas con Wang Mei, por lo que planifiqué un momento para que ella viniera y se hiciera cargo del trabajo, pero la líder de grupo me dijo que ella no podía venir a regar a los recién llegados, y mis planes cayeron en la confusión. Quería enojarme, y mi corazón se llenó de quejas. Juzgué que la líder de grupo carecía de aptitud y discernimiento, que era irresponsable. ¡Fui tan santurrona, arrogante e irracional! Incluso si las cosas que yo planeo y decido son correctas y no violan los principios de la casa de Dios, las cosas no siempre suceden del modo que yo quiero, y no siempre tendrán el efecto que yo imagino. Hago planes y arreglos, es mi deber, y así debería cooperar, pero no debería predestinar el resultado final. Debería hacer lo que puedo y luego someterme a la voluntad de Dios. En cuanto a si algo se puede lograr al final, qué variables pueden aparecer y cómo se desarrollará, debo seguir la guía del Espíritu Santo y someterme al gobierno de Dios. Este es el sentido de razón que debería tener. Las cosas que hacía eran por completo mi propia voluntad, no conocía la soberanía de Dios y no había lugar para Dios en mi corazón. ¿Cómo podía obtener el esclarecimiento y la guía de Dios si cumplía así con mi deber?

Después leí otro pasaje de la palabra de Dios que me hizo entender el carácter corrupto detrás de mi enojo. Dios dice: “Si, en el fondo, realmente comprendes la verdad, sabrás cómo practicarla y obedecer a Dios y, naturalmente, te embarcarás en la senda de búsqueda de la verdad. Si la senda por la que vas es la correcta y conforme a la voluntad de Dios, la obra del Espíritu Santo no te abandonará, en cuyo caso serán cada vez menores las posibilidades de que traiciones a Dios. Sin la verdad es fácil hacer el mal, y no podrás evitar hacerlo. Por ejemplo, si tienes un carácter arrogante y engreído, que se te diga que no te opongas a Dios no sirve de nada, no puedes evitarlo, escapa a tu control. No lo haces intencionalmente, sino que esto lo dirige tu naturaleza arrogante y engreída. Tu arrogancia y engreimiento te harían despreciar a Dios y verlo como algo insignificante; harían que te ensalzaras a ti mismo, que te exhibieras constantemente; te harían despreciar a los demás, no dejarían a nadie en tu corazón más que a ti mismo; te quitarían el lugar que ocupa Dios en tu corazón, y finalmente harían que te sentaras en el lugar de Dios y exigieras que la gente se sometiera a ti y harían que veneraras tus propios pensamientos, ideas y nociones como la verdad. ¡Cuántas cosas malas hacen las personas bajo el dominio de esta naturaleza arrogante y engreída!(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo buscando la verdad puede uno lograr un cambio en el carácter). Mientras meditaba las palabras de Dios, gané algo de entendimiento sobre mi naturaleza arrogante y engreída. Resulta que yo no solo hacía las cosas según mis propios deseos, sino que un carácter arrogante se escondía detrás de esto. Al recordar el problema en el trabajo de esta vez, no entendí el trasfondo ni pregunté si la líder de grupo tenía dificultades. Solo me quejé indiscriminadamente y la juzgué. Cuando la desprecié y la juzgué, de hecho, la denigré para elevarme a mí misma, me puse en un pedestal y pensé que era mejor que los demás, como si tuviera una comprensión especial de la verdad, y los demás, no; como si fuera la única meticulosa y todos los demás fueran descuidados; como si yo lo entendiera todo, pero los demás fueran ciegos. Me vi como si fuera el ama de la verdad, y los demás fueran sirvientes de la verdad. Les recordaba a otros que reflexionaran sobre sus acciones, que se conocieran y aprendieran lecciones, como si no estuviera corrompida por Satanás y no necesitara reflexionar y tener conciencia de mí. A mis ojos, los demás eran incompetentes e insoportables, y yo era la mejor, por lo que, cuando surgían problemas en el deber de alguien, yo siempre pensaba: “¿Dices que esto es cumplir tu deber?”. “¿Acaso eres capaz de cumplir tu deber?”. “Solo perturbas las cosas”, y decía que esa persona era de tal o cual manera. Solo quería culpar a otros y regañarlos. De hecho, yo también había cometido muchos de los mismos errores que los demás en mis deberes, y me había visto envuelta en las mismas cosas, por lo que ¿era acaso mucho mejor que ellos? Todos tienen momentos en los que no pueden ver claramente a una persona o situación, y la gente, inevitablemente, carecerá y fracasará en sus deberes. Mientras se hallen a tiempo los problemas y desvíos, y se los repase y corrija a tiempo, solo es un proceso de crecimiento. De hecho, a menudo me equivoco en mi deber, igual que con el incidente con Wang Mei. Sabía claramente que la conducta de esta persona había sido mala en el pasado, pero cuando la hermana Li dijo que no había habido problemas con su conducta recientemente, yo dejé de buscar claridad. Solo asumí que la hermana Li había evaluado la situación y que no debería haber problemas. Al final, surgió un problema, y era claro que yo también era responsable, pero le pasé toda la responsabilidad a la hermana Li, la acusé, la juzgué y la critiqué. ¡Fui muy arrogante y carente de humanidad! Cumplir con el deber así no solo no ayudará ni edificará a otros, lo más probable es que limite a la gente y la vuelva negativa. Cuando enfrentaba un problema, no vi las cosas ni a la gente de acuerdo con la palabra de Dios. Solo me quejé, me acaloré y regañé a la gente. Incluso pensé que eso era ser responsable, que era un acto de justicia, y yo que protegía la obra de la iglesia. ¡Esa visión era absolutamente absurda!

Después, leí un pasaje de la palabra de Dios que iluminó mi corazón. Dios Todopoderoso dice: “Una vez que el hombre tiene estatus, encontrará frecuentemente difícil controlar su estado de ánimo y disfrutará aprovechándose de oportunidades para expresar su insatisfacción y dar rienda suelta a sus emociones; a menudo estallará de furia sin razón aparente, como para revelar su capacidad y hacer que otros sepan que su estatus e identidad son diferentes de los de las personas ordinarias. Por supuesto, las personas corruptas, sin estatus alguno, también pierden a menudo el control. Su enojo es a menudo provocado por un daño a sus intereses privados. Con el fin de proteger su propio estatus y dignidad, darán frecuentemente rienda suelta a sus emociones y revelarán su naturaleza arrogante. El hombre estallará de ira y descargará sus emociones a fin de defender la existencia del pecado, y estas acciones son las formas en las que el hombre expresa su insatisfacción; rebosan de impurezas; de conspiraciones e intrigas, de la corrupción y la maldad del hombre y, más que otra cosa, rebosan de las ambiciones y los deseos salvajes del hombre. Cuando la justicia choca con la maldad, la furia del hombre no estallará en defensa de la existencia de la justicia o para hacerla valer; al contrario, cuando las fuerzas de la justicia son amenazadas, perseguidas y atacadas, la actitud del hombre es la de pasar por alto, evadirse o encogerse. Sin embargo, cuando se enfrenta a las fuerzas del mal, la actitud del hombre es la del acomodo, la reverencia y la sumisión. Por tanto, el desahogo del hombre es un escape para las fuerzas malignas, una expresión de la conducta malvada descontrolada e imparable del hombre carnal. Cuando Dios envíe Su ira, sin embargo, todas las fuerzas malvadas serán detenidas, todos los pecados que hacen daño al hombre serán refrenados, todas las fuerzas hostiles que obstruyen la obra de Dios serán puestas al descubierto, separadas y malditas, mientras que todos los cómplices de Satanás que se oponen a Dios serán castigados y erradicados. En su lugar, la obra de Dios continuará libre de cualquier obstáculo, el plan de gestión de Dios continuará desarrollándose paso a paso según lo planeado, y el pueblo escogido de Dios estará libre de las perturbaciones y los engaños de Satanás; aquellos que siguen a Dios disfrutarán del liderazgo y la provisión de Dios en entornos tranquilos y apacibles. La ira de Dios es una salvaguardia que evita que todas las fuerzas malignas se multipliquen y proliferen, y es también una salvaguardia que protege la existencia y la propagación de todas las cosas que son justas y positivas, y las guarda eternamente de la supresión y la subversión(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único II). Tras leer la palabra de Dios comprendí que, para proteger sus intereses personales y satisfacer sus deseos y ambiciones, la gente se enoja sin considerar la razón, el principio o el objetivo de su ira. Son todas formas de acaloramiento, y la expresión de un carácter corrupto, y desagradan a Dios. Pero si la gente puede ver las cosas y a las personas de acuerdo con la palabra de Dios, puede amar lo que Dios ama y odiar lo que Dios odia, detestar a los malhechores y anticristos que perturban, para proteger la obra de la iglesia y los intereses de los escogidos de Dios, entonces, esta es una expresión de humanidad normal y una manifestación del sentido propio de justicia. Incluso si a veces hablas con demasiada firmeza o rigor, mientras que todo lo que digas se base en la palabra de Dios, no contradiga los hechos, no sea descargar el rencor personal ni esté turbio con tus propios motivos, las personas estarán convencidas y verán más claramente la esencia de los problemas, y tus comentarios lograrán resultados positivos. Este tipo de ira es algo positivo, no es la expresión de un carácter corrupto. Enojarse como resultado de un carácter corrupto es diferente. La ira está contaminada con motivos personales y objetivos indecibles. Algunos se enojan para proteger su reputación y su estatus, algunos de enojan para que otros los escuchen y actúen de acuerdo con sus deseos, y alguno lo hacen porque se han perjudicado sus intereses personales. Son todas formas de acaloramiento, y la expresión de un carácter corrupto, Como cuando vi que en los deberes de la gente surgían problemas que retrasaban el progreso, mi ira parecía motivada por un deseo de proteger la obra de la iglesia, pero, en realidad, estaba enojada porque la gente no cumplía mis exigencias y yo tenía que enfrentar un montón de problemas innecesarios. Lo usé como oportunidad para desahogar mis sentimientos de insatisfacción, y por dentro juzgaba y minimizaba a la gente. Claramente, el acaloramiento se asomaba.

A menudo enfrentaba este tipo de situaciones en el cumplimiento normal de mis deberes. Antes, mi naturaleza me vencía, pero yo no lo pensaba mucho. ¿Cómo debería actuar frente a esta situación en el futuro? En mis devocionales, leí un pasaje de la palabra de Dios. “Cuando se trata de trabajar o resolver cosas, como mínimo no infrinjas las normas de conciencia y razón; comprométete y relaciónate con la gente —y gestiona las cosas— de acuerdo con el sentido de la humanidad normal; naturalmente, lo mejor es practicar según los principios de la verdad exigidos por Dios, pues esto le satisface. ¿Cuáles son los principios de la verdad exigidos por Él? Que la gente sea comprensiva con la debilidad y la negatividad de los demás cuando estos se muestren débiles y negativos, que sea consciente del dolor y de las dificultades de los demás, y entonces indague sobre estas cosas y les ofrezca ayuda y apoyo, y les lea las palabras de Dios para ayudarles a resolver los problemas, para que dejen de ser débiles y sean llevados ante Dios. ¿Es esta una forma de practicar acorde con los principios? Practicar así está en consonancia con los principios. Naturalmente, las relaciones de este tipo también lo están. Cuando las personas son entrometidas y perjudiciales de manera deliberada, o descuidadas y negligentes en el cumplimiento de su deber, si te das cuenta de ello y eres capaz de gestionar los asuntos de acuerdo con los principios, puedes señalarles estas cosas, reprenderlas y ayudarlas; esto concuerda entonces con los principios de la verdad. Si haces la vista gorda, o eres tolerante con ellos y los encubres, e incluso llegas a decirles cosas agradables, a elogiarlos y aplaudirlos, adulándolos con palabras falsas, entonces tales comportamientos, tales formas de relacionarte con la gente, de tratar los asuntos y de gestionar los problemas, están claramente en desacuerdo con los principios de la verdad, y no tienen ninguna base en las palabras de Dios, en cuyo caso estos comportamientos y formas de relacionarse con la gente y de gestionar los asuntos son claramente ilegítimos(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). Tras leer la palabra de Dios comprendí que la mejor forma, y la más racional, de actuar cuando surgen problemas en los deberes de los demás es hablarles sobre la verdad, ayudarlos y apoyarlos. Si otros causan demoras en el trabajo debido a un descuido momentáneo o porque no han captado los principios, debes enseñarles la verdad con paciencia, al mismo tiempo que les enseñas los principios con claridad para que sean conscientes de los problemas que hay y para darles una senda. Algunos son muy descuidados en su deber. No pueden resistir las cargas, los problemas siguen surgiendo, y las cosas que podrían estar bien hechas, no lo están. Los mismos problemas siguen surgiendo una y otra vez, afectan el trabajo o incluso lo perjudican gravemente. Este tipo de personas puede entonces ser tratada, podada o advertida. Si no cambian a pesar de las repetidas advertencias, pueden ser reasignadas o destituidas. Pero, sin importar cuál sea la situación, siempre deber ver y gestionar las cosas según la palabra de Dios y los principios de la verdad, y no actuar por acaloramiento o por un carácter corrupto. Tras meditar estas cosas, mi corazón se iluminó, y hallé una senda de práctica.

Después de esto, busqué a la hermana Li para comprender qué había pasado con Wang Mei. Recién entonces supe que Wang Mei había cumplido deberes en otras iglesias, y que se había transferido a la nuestra recientemente, por lo que la hermana Li aún no la conocía muy bien. Tras preguntar en otras iglesias, descubrió que Wang Mei siempre había sido descuidada, taimada y escurridiza. Lo que Wang Mei decía sonaba bien en la superficie, pero no hacía lo que decía, carecía de humanidad y le gustaba limitar a la gente, por lo que no era apta para regar a los recién llegados. Tras descubrir esta historia, me sentí muy avergonzada. La hermana Li no había sido irresponsable, como yo había creído. Como había que indagar en otras iglesias, algunos errores ocurrieron en el proceso y la verificiación no se había hecho claramente. Ya no critiqué más a la hermana Li por ese asunto, y solo le recordé usar este tema como una oportunidad para repasar estos errores y evitar que este tipo de problema vuelva a surgir. Cuando lidié con el problema esta vez, no me pareció que fuera por enojo o por mi voluntad propia, solo por buscar los principios de la verdad. Al practicar así, mi corazón se sintió en paz.

De esta experiencia vi que, sin importar si se trata de cumplir tu deber o de cómo tratas a la gente, no puedes confiar en tus propias nociones e imaginaciones, ni en tu enojo. Todo debe basarse en las palabras de Dios. Busca los principios de la verdad en las palabras de Dios, practica y cumple tus deberes de acuerdo con Sus exigencias. Solo esta es una verdadera búsqueda de la verdad y la senda para entrar en la vida.

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