Qué se ganó por informar

10 Ene 2022

Por Kristina, Estados Unidos

En el verano de 2019, supe que la hermana Jocelyn, una líder de la iglesia, había elegido al hermano Eli como supervisor del trabajo de riego, pues decía que su calibre era muy bueno y que su enseñanza en las reuniones era esclarecedora. La noticia me sorprendió un poco. Ya había trabajado con él en mi deber, lo conocía bastante. Era cierto que era buen orador y que hablaba sin parar en las reuniones, pero la mayor parte de lo que decía era palabras y doctrinas y en verdad no resolvía los problemas reales. También era bastante arrogante y tendía a hacer las cosas a su manera, y tomaba decisiones sobre el trabajo sin consultar las cosas con los demás. Eso generó algunos problemas que perjudicaron la obra de la iglesia. Una hermana y yo le mencionamos estos problemas varias veces, pero él siempre se defendía, no lo admitía, nunca reflexionó y al final jamás cambió. Después de un tiempo, me di cuenta de que él era alguien que siempre soltaba palabras y doctrinas, pero no podía aceptar la verdad. Un principio para elegir líderes y obreros en la iglesia es que la persona debe tener una comprensión pura de la verdad, ser capaz de aceptarla, tener sentido de la responsabilidad y tener buen calibre. Además, el supervisor del trabajo de riego debería ser bueno para resolver los problemas a través de la enseñanza de la verdad, y debería ser capaz de hacer algo de obra real. Jocelyn nombró a Eli supervisor del trabajo de riego solo porque él tenía cierta aptitud y era elocuente. Eso no estaba en línea con los principios. Cuanto más lo pensaba, más incómoda me sentía, y quería compartir mis pensamientos con Jocelyn, pero dudaba. Pensaba: “Acaban de destituirme de mi deber como la supervisora del trabajo de riego. Si objeto a la persona que la líder acaba de elegir, ¿cómo me haría quedar? ¿Dirían los demás que, como acababan de destituirme de ese deber, estaba celosa de la persona que había obtenido el puesto y que hacía todo lo posible por criticarlo? ¿Y si decían que yo perturbaba la obra de la iglesia? Olvídalo, es mejor no complicar las cosas y no arriesgarme y buscar problemas”. Por eso, me tragué las palabras cuando estaba por abrir la boca. Después, supe que algunos hermanos y hermanas también habían trabajado antes con Eli y sentían que él nunca se hacía responsable de una carga en su deber y no era apto para ser el supervisor. Al escuchar eso, estuve aún más segura de que tenía razón sobre él y pensé: “Debería hablar con Jocelyn lo antes posible para que la obra de la iglesia no se retrase porque se asignó el trabajo a la persona equivocada. Pero ella fue quien nombró a Eli, así que si se lo menciono a ella, ¿no estaría criticándola en la cara? Cuando trabajé con ella anteriormente, me pareció bastante arrogante, sentenciosa y controladora. Hablé con ella sobre estos temas, y no solo se negó a aceptarlo, también me increpó. Si ahora le menciono un problema con la persona que promovió, podría pensar que estoy causándole problemas, que intento molestarla. ¿Qué haría si me dificultaba las cosas? Recuerdo que hace unos años, cuando una hermana y yo señalamos algunos problemas de un líder, ese líder nos acusó de conspirar para atacarlo. Perdí mi deber por eso. Si bien ese líder luego quedó en evidencia como un anticristo y fue expulsado, yo no tuve un deber por mucho tiempo porque ese anticristo me reprimió. Me preocupa que Jocelyn tal vez no admita el problema que le planteo, y luego encuentre una excusa para quitarme mi deber. ¿Qué haría entonces? Esta es la época más crucial para cumplir un deber. Si no puedo cumplir un deber y preparar buenos actos en un momento como este, me preocupa que pierda mi oportunidad de salvación. Entonces, ¿no perderé por completo?”. Al pensar eso, saqué de mi cabeza la idea de mencionar el problema.

Después, oí a algunos hermanos y hermanas decir que, desde que Eli se convirtió en el supervisor del trabajo de riego, solo había estado soltando palabras y doctrinas y había presumido en las reuniones, y no ayudaba a las personas con sus problemas reales para nada. No asumía la responsabilidad de su deber tampoco, y varios de los recién llegados por los cuales él era responsable habían dejado de ir a las reuniones porque habían sido engañados por los rumores del Partido Comunista. Él no les había ofrecido enseñanza y apoyo a tiempo, y algunos habían abandonado la fe. Al oír esto, me di cuenta de lo grave que era el problema. Si él continuaba como el supervisor, eso perjudicaría más la obra de la iglesia, y yo sabía que debía informar esto a Jocelyn enseguida. Pero temía ofenderla y meterme en problemas, por lo que en verdad me sentía en conflicto: “¿Debería informarlo o no? Si lo hago, tengo miedo de las consecuencias que sufriré yo, pero, si no lo hago, me sentiré culpable. Me pregunto cómo puedo mencionarlo para resguardarme y garantizar que nada saldrá mal”. Me enredé con estos pensamientos como si estuviera atascada en una telaraña, lo que me dejó intranquila e inquieta.

Una vez, en una reunión, nuestro líder de grupo nos preguntó si teníamos alguna opinión sobre el ascenso de Eli y, de ser así, debíamos enviarle un mensaje al respecto. Oír eso me entusiasmó mucho, y pensé: “Esta es una gran oportunidad. Él estará al frente, y recabará nuestras opiniones para compartirlas con la líder, y ella no sabrá quién ha escrito qué. Si ella de verdad intenta indagar, el líder de grupo nos protegerá”. Por lo tanto, escribí los problemas que veía y se los di al líder de grupo. A la mañana siguiente, para mi sorpresa, me dijo que ya le había enviado a la líder lo que yo había informado. En cuanto oí que no había compartido las cosas con la líder como la opinión de todo el grupo, me puse muy nerviosa. Le pregunté: “¿Por qué enviaste mi mensaje directamente a Jocelyn?”. Al ver lo fuerte de mi reacción, me dijo: “Trasladé a la líder los comentarios de todos. Todos deberíamos ser sinceros sobre nuestras opiniones. ¿De qué hay que preocuparse?”. No supe qué responder. Quedé sorprendida y un poco avergonzada, pues pensé: “Es cierto, ¿por qué yo tenía tanto miedo de ser directa sobre el problema?”. Fui ante Dios a orar para buscar Su guía e hice introspección.

Mientras reflexionaba, leí un pasaje de las palabras de Dios: “¿Qué clase de persona es la que carece de conciencia y no tiene la razón de la humanidad normal? Hablando en términos generales, es una persona que carece de humanidad, una persona de una humanidad extremadamente pobre. Entrando en más detalle, ¿qué manifestaciones de humanidad perdida exhibe esta persona? Prueba a analizar qué características se hallan en tales personas y qué manifestaciones específicas presentan. (Son egoístas y vulgares). Las personas egoístas y vulgares son superficiales en sus acciones y se mantienen alejadas de las cosas que no les conciernen de manera personal. No consideran los intereses de la casa de Dios ni muestran consideración por las intenciones de Dios. No asumen ninguna carga de desempeñar sus deberes o de dar testimonio de Dios y no poseen ningún sentido de responsabilidad. […] Hay algunas personas que no asumen ninguna responsabilidad, independientemente del deber que estén cumpliendo. Tampoco informan con celeridad a sus superiores de los problemas que descubren. Cuando ven a gente que causa trastornos y perturbaciones, hacen la vista gorda. Cuando ven a personas malvadas cometiendo el mal, no intentan detenerlas. No protegen los intereses de la casa de Dios ni consideran lo que es su deber y responsabilidad. Cuando cumplen con su deber, las personas así no hacen ningún trabajo real; son unos complacientes y están sedientos de comodidades; hablan y actúan solo por su propia vanidad, su imagen, su estatus y sus intereses, y están solo dispuestos a dedicar su tiempo y esfuerzo a cosas que les beneficien. Las acciones e intenciones de alguien así son claras para todos. Salen de repente siempre que hay una oportunidad para mostrar su rostro o para disfrutar alguna bendición. Pero, cuando no hay una oportunidad para mostrar su rostro, o en cuanto llega un tiempo de sufrimiento, desaparecen de la vista como una tortuga que esconde la cabeza. ¿Tiene esta clase de persona conciencia y razón? (No). ¿Siente remordimiento una persona sin conciencia ni razón que se comporta de esta manera? Esa gente no tiene sensación alguna de remordimiento; la conciencia de esta clase de persona no le sirve para nada. Nunca ha sentido remordimiento de conciencia. Así pues, ¿puede percibir el reproche o la disciplina del Espíritu Santo? No(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entregando el corazón a Dios, se puede obtener la verdad). Las palabras de Dios describían mi estado exacto. Sabía que la líder no nombraba gente de acuerdo con los principios, y vi que Eli no estaba haciendo obra real como el supervisor, y que estaba entorpeciendo la entrada en la vida de los hermanos y las hermanas. Debería haberme decidido e informado el problema para resguardar la obra de la iglesia. Es mi deber obligatorio como integrante del pueblo elegido de Dios. Pero, en cambio, tuve miedo de ofender a Jocelyn y de perder mi deber, por lo que hice la vista gorda ante el problema. Si bien compartí por escrito mi opinión con el líder de grupo, no quería que Jocelyn supiera que yo era quien la había escrito, y temía que me causara problemas. Me di cuenta de que solo había estado pensando en mis intereses personales en todo, y no había considerado para nada cómo resguardar los intereses de la iglesia. Carecía de conciencia y razón. Había disfrutado mucho riego y sustento de las palabras de Dios, pero cuando la obra de la iglesia sufría, solo pensaba en protegerme a mí misma. No tenía nada de lealtad hacia Dios. Mordía la mano que me daba de comer. No tenía nada de humanidad. Cuanto más lo pensaba, más culpable me sentía, y me pregunté: “¿Por qué me asustaba tanto, me ponía tan nerviosa, cuando enfrentaba tal problema? Decir una palabra sincera me costaba mucho… ¿qué tipo de carácter me controlaba?”.

Después, leí un pasaje de las palabras de Dios que me aclaró todo. Dios Todopoderoso dice: “La mayoría de las personas desean perseguir y practicar la verdad, pero gran parte del tiempo simplemente tienen la determinación y el deseo de hacerlo; la verdad no se ha convertido en su vida. Como resultado, cuando se topan con las fuerzas de la perversidad o se encuentran con personas malvadas y malas que cometen actos malvados o con falsos líderes y anticristos que hacen las cosas de una forma que viola los principios —con lo que perturban el trabajo de la iglesia y perjudica a los escogidos de Dios— pierden el coraje de plantarse y decir lo que piensan. ¿Qué significa cuando no tienes coraje? ¿Significa que eres tímido o poco elocuente? ¿O que no tienes un entendimiento profundo y, por tanto, no tienes la confianza necesaria para decir lo que piensas? Ninguna de las dos cosas; esto es principalmente la consecuencia de estar limitado por actitudes corruptas. Una de las actitudes corruptas que revelas es un carácter falso; cuando te sucede algo, lo primero que piensas es en tus propios intereses, lo primero que consideras son las consecuencias, si te beneficiará. Este es un carácter falso, ¿verdad? Otro es un carácter egoísta y vil. Piensas: ‘¿Qué tiene que ver conmigo una pérdida para los intereses de la casa de Dios? Si no soy líder, ¿por qué debería importarme? No tiene nada que ver conmigo. No es responsabilidad mía’. No piensas de manera consciente estos pensamientos y palabras, estos representan el carácter corrupto que se revela cuando la gente se topa con un problema, son una creación de tu subconsciente. Tales actitudes corruptas gobiernan tu forma de pensar, te atan de manos y pies, y controlan lo que dices. En tu interior, quieres levantarte y hablar, pero tienes reticencias, e incluso cuando llegas a hablar, te vas por las ramas y dejas un margen de maniobra, o bien vacilas y no cuentas la verdad. La gente perspicaz lo ve; de hecho, en el fondo sabes que no has dicho todo lo que debías, que lo que has dicho no ha tenido efecto alguno, que simplemente actuabas sin convicción y que no se ha resuelto el problema. No has cumplido con tu responsabilidad, pero dices abiertamente que has cumplido con ella o que no tenías claro lo que estaba sucediendo. ¿Es eso cierto? ¿Y de verdad es lo que piensas? ¿No estás entonces completamente bajo el control de tu carácter satánico? Aunque parte de lo que dices se ajusta a los hechos, en puntos clave y en temas cruciales, mientes y engañas a la gente, lo que demuestra que eres alguien que miente y vive de acuerdo con su carácter satánico. Todo lo que dices y piensas ha sido procesado por tu cerebro, lo que conlleva que cada una de tus declaraciones sea falsa, vacía, una mentira; en realidad, todo lo que dices es contrario a los hechos, para justificarte, para tu propio beneficio, y sientes que has logrado tus objetivos cuando has desorientado a la gente y les has hecho creer. Esa es la forma en que hablas; eso también representa tu carácter. Estás totalmente controlado por tu propio carácter satánico. No tienes poder sobre lo que dices o haces. Aunque quisieras, no podrías decir la verdad o lo que piensas realmente; aunque quisieras, no podrías practicar la verdad; aunque quisieras, no podrías cumplir con tus responsabilidades(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Al leer las palabras de Dios, entendí que no practicaba la verdad ni resguardaba la obra de la iglesia porque era falsa, egoísta y despreciable por naturaleza. Pensé en que yo sabía que Jocelyn no seguía los principios al nombrar a Eli, y luego, él ponía en riesgo la obra de la iglesia porque no hacía nada de obra real. Veía todo esto con mucha claridad, y sabía que debería señalar tales cosas, que sería útil para la obra de la iglesia, y que eso beneficiaría la entrada en la vida de todos, pero nunca me armé de valor para decidirme y decir algo. Luego, cuando mi líder de grupo tomó la iniciativa, al fin puse mis opiniones por escrito, pero cuando supe que él se las había pasado directamente a la líder, me sentí contrariada, sentí que él me había dejado en evidencia. Me devanaba los sesos, calculando cómo protegerme para que no tuviera nada que perder. Me guiaba por las filosofías satánicas de “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, “Agua que no has de beber, déjala correr”, “El sensato se protege nada más que para no equivocarse” y “Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen”. Estas cosas controlaban mis pensamientos y me mantenían atada bajo su hechizo, y me hacían taimada y falsa. Aunque tenía fe y leía las palabras de Dios, no había ningún lugar para Él en mi corazón. Apenas podía decir algo sincero o echar luz sobre una situación real. Era un perro faldero de Satanás, y mi existencia era patética. Era egoísta, despreciable y carente incluso de una pizca de humanidad. Eso de veras hacía que Dios me detestara. Sentí un remordimiento enorme y oré a Dios en silencio: “Oh, Dios mío, soy tan egoísta y falsa. No asumí nada de responsabilidad cuando vi un problema y no practiqué la verdad ni protegí la obra de la iglesia. He llevado una vida muy penosa. Dios mío, ya no quiero seguir viviendo así. Quiero practicar la verdad y satisfacerte”. Después de orar, sentí más confianza y dejé de preocuparme por cómo podría reaccionar Jocelyn después de leer mi informe.

Pensaba que tras leer nuestros informes sobre sus problemas, Jocelyn sería consciente de que estaba vulnerando los principios al nombrar a Eli, pero ella no reflexionó sobre sí misma ni lo destituyó de inmediato. Además, descubrí que no lidiaba realmente con los problemas de que los proyectos avanzaran lentamente o no fueran eficientes. Pensé: “No puede aceptar la verdad ni hacer nada de obra real, por lo que, según los principios para discernir falsos líderes, parece que es muy probable que ella sea justamente eso”. Quería informar esto a algún superior, pero, otra vez, dudé, pues pensaba: “¿Y si se entera? ¿Qué pensará de mí? Si no la destituyen y, en cambio, sigue como líder, ¿buscará excusas para reprimirme? Olvídalo. Negarse a cambiar o a hacer obra real es su problema; por eso, yo solo debería cumplir bien mi deber y ver cómo siguen las cosas”. Así pues, dejé las cosas como estaban.

Un poco después, supe que había un líder en otra iglesia que había sido puesto en evidencia como anticristo y había sido expulsado. Hizo muchas cosas malvadas en su época como líder, y todos lo veían, pero nadie se animaba a hablar. Ninguna persona de toda la iglesia informó sobre él, e incluso después de que fuera puesto en evidencia y expulsado, aún no sacaban a la luz las maldades que había hecho. Solo trasladaban la responsabilidad aduciendo ignorancia. Encubrían a ese anticristo y se ponían de su parte, y se oponían a Dios actuando como cómplices de Satanás, lo que de verdad ofendía el carácter de Dios. A causa de eso, se confinó a toda la iglesia para que pudieran reflexionar sobre sí mismos. Esto me impresionó mucho y me recordó algunas de las palabras de Dios: “Si no hay nadie en una iglesia que esté dispuesto a practicar la verdad ni nadie que pueda mantenerse firme en el testimonio de Dios, entonces esa iglesia debe ser completamente aislada y se deben cortar sus conexiones con otras iglesias. A esto se le llama ‘muerte por sepultura’; eso es lo que significa rechazar a Satanás. Si en una iglesia hay varios bravucones y son seguidos por ‘pequeñas moscas’ que carecen completamente de discernimiento, y si las personas en esa iglesia, incluso después de haber visto la verdad, siguen siendo incapaces de rechazar las ataduras y la manipulación de estos bravucones, entonces todos estos tontos serán descartados al final. Tal vez estas pequeñas moscas no hayan hecho nada terrible, pero son aún más falsas, aún más resbaladizas y evasivas y todos los que son como ellas serán descartados. ¡No quedará ni uno! Aquellos que pertenecen a Satanás serán devueltos a Satanás, mientras que aquellos que pertenecen a Dios seguramente irán en busca de la verdad; esto está determinado por su naturaleza. ¡Que todos los que siguen a Satanás perezcan! No habrá compasión hacia estas personas. Que los que buscan la verdad sean provistos y que se complazcan en la palabra de Dios hasta que se sientan saciados. Dios es justo; Él no muestra favoritismo hacia nadie. Si eres un diablo, entonces eres incapaz de practicar la verdad; si eres alguien que busca la verdad, entonces es seguro que no serás llevado cautivo por Satanás. Esto está más allá de toda duda(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Una advertencia a los que no practican la verdad). A partir de las palabras de Dios obtuve una idea de Su carácter majestuoso y justo que no tolera ofensa, y de Su ira hacia aquellos que no ponen en práctica la verdad. Si bien en apariencia no hicieron nada de veras malvado, se quedaron mirando mientras los anticristos hacían el mal y no hicieron nada para informar sobre ellos o ponerlos en evidencia. Permitieron que los anticristos anduvieran desbocados y arruinaran la obra de la iglesia, pero no movieron un dedo. Encubrían al anticristo y eran cómplices de Satanás. Eso era formar parte de la maldad del anticristo, y ofendía gravemente el carácter de Dios. ¿Yo no era exactamente igual? Había leído mucho de la palabra de Dios y había ganado algo de discernimiento. Veía que la líder no seguía los principios al seleccionar personal, que no podía aceptar la verdad y, es más, que no hacía obra real, lo que ya había obstaculizado la obra de la iglesia. Vi que ella era una falsa líder, pero temía ofenderla y que me reprimiera, así que lo dejé pasar porque no me afectaba personalmente. Sentía que si ella cambiaba o no era asunto suyo, y que no tenía nada que ver conmigo. Había disfrutado mucho del sustento de Dios, pero igualmente mordía la mano que me daba de comer y me ponía del lado de Satanás. Veía que se afectaban los intereses de la iglesia, pero yo no hacía nada. ¿No era como Satanás? Si bien cumplía mi deber, Dios vigilaba cada pequeña cosa que hacía. Sabía que, si no me arrepentía, Él me detestaría y descartaría. Este pensamiento me aterró. Oré y me arrepentí ante Dios enseguida: “Dios mío, vi una falsa líder que se comporta de una manera que no concuerda con los principios y que perturba la obra de la iglesia, pero no la puse en evidencia ni la denuncié, solo para poder protegerme. He sido cómplice de Satanás. Soy muy rebelde y detestable. Dios mío, quiero arrepentirme ante ti”.

Posteriormente, me preguntaba: “¿Por qué tenía tanto miedo de informar sobre los problemas de la líder? ¿De qué tenía miedo en realidad?”. Durante mi oración y mi búsqueda, leí un par de pasajes de las palabras de Dios que me ayudaron a entender mejor el problema. Dicen las palabras de Dios: “¿Cuál es la actitud que las personas deben tener en términos de cómo tratar a un líder o a un obrero? Si lo que un líder o un obrero hacen está bien y en consonancia con la verdad, puedes obedecerlos; si lo que hacen está mal y no concuerda con la verdad, no debes obedecerlos y puedes exponerlos, oponerte a ellos y plantear una opinión distinta. Si ellos son incapaces de llevar a cabo obra real o cometen actos malvados que causen una perturbación en la obra de la iglesia, y se revelan como falsos líderes, falsos obreros o anticristos, entonces puedes discernir sobre ellos, exponerlos y denunciarlos. Sin embargo, algunos de los escogidos de Dios no comprenden la verdad y son particularmente cobardes; temen que los repriman y atormenten falsos líderes y anticristos, así que no se atreven a defender los principios. Dicen: ‘Si el líder me saca a patadas, estoy acabado; si hace que todos me expongan o me abandonen, ya no podré creer en Dios. Si me expulsan de la iglesia, Dios no me querrá y no me salvará. ¿Y no habrá sido mi fe para nada?’. ¿No es ridículo ese pensamiento? ¿Tienen esas personas verdadera fe en Dios? ¿Un falso líder o un anticristo representarían a Dios cuando te expulsan? Cuando un falso líder o anticristo te atormenta y expulsa, esto es el trabajo de Satanás, y no tiene nada que ver con Dios; cuando echan o expulsan a las personas de la iglesia, esto solo se ajusta a las intenciones de Dios cuando hay una decisión conjunta entre la iglesia y el pueblo escogido de Dios, y cuando echarlas o expulsarlas se ajusta totalmente a los arreglos del trabajo de la casa de Dios y a los principios-verdad de las palabras de Dios. ¿Cómo es posible que el ser expulsado por un falso líder o anticristo signifique que no puedas ser salvado? Esta es la persecución de Satanás y el anticristo, y no significa que Dios no vaya a salvarte. Depende de Dios que puedas ser salvado o no. Ningún ser humano está capacitado para decidir si puede salvarte Dios. Debes tener esto claro. Tratar la expulsión por parte de un falso líder o anticristo del mismo modo que la expulsión por parte de Dios, ¿acaso no es malinterpretar a Dios? Lo es. Y esto no es solo malinterpretar a Dios, sino también rebelarse contra Él. También es una especie de blasfemia contra Dios. ¿Y no es ignorante y necio malinterpretar a Dios de esta manera? Cuando un falso líder o anticristo te expulsa, ¿por qué no buscas la verdad? ¿Por qué no buscas a alguien que entienda la verdad para obtener algo de discernimiento? ¿Y por qué no lo denuncias ante los superiores? Esto demuestra que no crees que la verdad impere en la casa de Dios, demuestra que no tienes verdadera fe en Dios, que no eres una persona que crea sinceramente en Dios. Si confías en la omnipotencia de Dios, ¿por qué temes la represalia de un falso líder o un anticristo? ¿Pueden ellos decidir tu porvenir? Si sabes discernir y detectas que sus actos no concuerdan con la verdad, ¿por qué no hablas con el pueblo escogido de Dios que comprende la verdad? Si tienes boca, ¿por qué no te atreves a hablar? ¿Por qué tienes tanto miedo a un falso líder o un anticristo? Esto demuestra que eres un cobarde, un inútil, un lacayo de Satanás. Si, cuando te ves amenazado por un anticristo o un falso líder, no te atreves a denunciarlo a los superiores, lo que esto demuestra es que ya has sido atado por Satanás y que eres del mismo sentir que ellos; ¿no es esto seguir a Satanás? ¿Cómo puede alguien así pertenecer al pueblo escogido de Dios? Es escoria, ni más ni menos(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 3: Excluyen y atacan a quienes persiguen la verdad). “Todas las palabras o la obra de Dios relacionadas con el destino de la humanidad tratarán adecuadamente con las personas, según la esencia de cada una; no se cometerá el menor error y no habrá ni una sola falla. Solo cuando las personas llevan a cabo una obra, los sentimientos o el significado humanos entran en juego. La obra que Dios hace es la más adecuada; Él definitivamente no presenta reclamos falsos contra ningún ser creado(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo). Después de leer esto, vi que no me atrevía a informar sobre el problema de la líder porque mi perspectiva estaba falaz. Pensaba que un líder podía decidir sobre mi futuro y mi destino, por eso, si ofendía a un líder y este me reprimía, y no me dejaba cumplir con el deber, yo perdería toda esperanza de salvación. Creía que los líderes eran superiores a Dios. ¿Acaso eso era ser creyente? El destino del hombre está en manos de Dios. Mi resultado final y si puedo ser salvada o no dependen por completo de Dios. No lo decide ningún ser humano. Aunque me habían tratado mal en el pasado por señalar problemas en la labor de un líder, los hermanos y las hermanas después se dieron cuenta de que él era un anticristo y lo sacaron de la iglesia. No había perdido mi oportunidad de salvación por haber sufrido la injusta represión de un anticristo durante un tiempo, y sí había desarrollado discernimiento sobre los anticristos y había aprendido algunas lecciones. Hay hermanos y hermanas que denuncian e informan sobre los falsos líderes y los anticristos para proteger la obra de la iglesia, y luego, los falsos líderes y los anticristos los reprimen y los atacan. A algunos incluso los echan de la iglesia, pero como tienen verdadera fe y continúan compartiendo el evangelio y cumpliendo su deber, siguen teniendo la obra del Espíritu Santo y la guía de Dios. Pueden preparar buenas obras y alcanzar la salvación. Cuando se ponen en evidencia y se expulsan a los anticristos, ellos pueden volver a la iglesia. Esto me mostró que Dios es justo y que la verdad reina en la casa de Dios. Él gobierna sobre todas las cosas. Pensé de nuevo en esa iglesia en la que ni una sola persona puso en evidencia al anticristo y todos simplemente hacían la vista gorda a sus acciones malvadas, e ignoraban lo que no los afectaba personalmente, lo que le daba al anticristo vía libre para alterar la iglesia. Aunque no eran reprimidos y podían seguir cumpliendo su deber en la iglesia, se ponían de parte del anticristo, se oponían a Dios. Al final, Dios odió y desdeñó a toda la iglesia. Al pensar en esto, llegué a creer que no informar sobre falsos líderes y anticristos resguarda a Satanás y daña al pueblo escogido de Dios, y que no informar cuando ellos perturban el trabajo de la iglesia ofende el carácter de Dios. Sentí un poco de miedo, y en verdad me desprecié. Esto me motivó a poner en práctica la verdad.

Recordé este pasaje de las palabras de Dios: “No hagas siempre las cosas para tu propio beneficio y no consideres constantemente tus propios intereses; no consideres los intereses humanos ni tengas en cuenta tu propio orgullo, reputación y estatus. Primero debes considerar los intereses de la casa de Dios y hacer de ellos tu prioridad. Debes ser considerado con las intenciones de Dios y empezar por contemplar si ha habido impurezas en el cumplimiento de tu deber, si has sido leal, has cumplido con tus responsabilidades y lo has dado todo, y si has estado pensando de todo corazón en tu deber y en la obra de la iglesia. Debes meditar sobre estas cosas(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción). Las palabras de Dios me mostraron una senda de práctica. Al afrontar este asunto, debía anteponer los intereses de la iglesia, debía priorizarlos y rebelarme contra mis motivos equivocados conscientemente. Debía dejar de anteponer mis intereses personales. Por eso, escribí los problemas que había visto y me preparé para informarlos a un líder superior. Justo entonces, algunas otras hermanas me dijeron que también habían notado que Jocelyn no hacía obra real, no había resuelto problemas de larga data en la iglesia, que ascendía a la gente a voluntad y se negaba a destituir a ciertas personas de poca aptitud que eran incompetentes en su trabajo y desde hacía mucho eran superficiales en su deber, con la excusa de que no encontraba candidatos adecuados. Esto había dañado mucho la obra de la iglesia. Según los principios, Jocelyn era una falsa líder. Así pues, escribimos una carta informando sobre ella, y se la entregamos a un líder.

Más tarde, los líderes superiores investigaron la situación y descubrieron que Jocelyn nunca hacía obra real, tenía una postura dictatorial, y usaba su estatus para limitar a otros. La identificaron como falsa líder y la sacaron de su puesto. También se determinó que Eli no era adecuado como el supervisor del trabajo de riego, así que le asignaron otro deber. Al ver lo que había pasado, tuve todo tipo de sentimientos. Vi que, en la casa de Dios, de veras imperan Cristo y la verdad, y sentí más confianza para ponerla en práctica. Me sentí llena de gratitud hacia Dios. Estoy muy agradecida por el esclarecimiento y la guía de las palabras de Dios que me permitieron librarme gradualmente del control y las ataduras de esas filosofías satánicas y reunir el coraje para practicar la verdad, informar sobre una falsa líder y vivir con un poco de dignidad.

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