He oído la voz de Dios

15 Jul 2022

Por Mathieu, Francia

Hace más de dos años que acepté la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días. Sinceramente, he aprendido más que en casi diez años como creyente dentro de la comunidad religiosa.

Me llamo Mathieu y nací en una familia católica en Lyon (Francia). Tuve la crianza católica tradicional de ser bautizado, ir a misa, recibir la imposición de manos, e ir de peregrinación. Al hacerme mayor, me di cuenta de que los curas católicos siempre predicaban las mismas doctrinas antiguas sin ningún contenido nuevo. Me parecía un ambiente frío, y la fe de muchos creyentes se había apagado. Sentía que ese lugar carecía de la obra del Espíritu Santo, y que allí yo no podía recibir la vida. Eso me desanimaba. Anhelaba encontrar una iglesia con la obra del Espíritu Santo, donde sintiera la presencia del Señor. Decidí dejar el catolicismo para buscar esa clase de iglesia. Terminé después en Ginebra, donde fui a la universidad y me uní a una iglesia cristiana evangélica local, pero descubrí que el pastor solo predicaba algunas palabras y doctrinas bíblicas, gritaba consignas y hablaba de los dones espirituales y teorías teológicas que estaban alejadas de la realidad. Nada me conmovía ni me ayudaba a conocer al Señor. Otra cosa en que reparé que me impactó aun más fue la idolatría a los ídolos. El retrato del pastor principal estaba junto al púlpito y, cuando se incorporaba alguien nuevo a la iglesia, el pastor local le hacía saludar al retrato del pastor principal. A diario, el pastor enviaba a los creyentes sus interpretaciones de la Escritura y los hermanos y hermanas las consideraban el pan de cada día, como si leyeran las palabras de Dios. Incluso las practicaban como si fueran palabra del propio Dios. Esto me incomodaba mucho. No me parecía correcto. Veía que el Señor no estaba en esa iglesia, así que también la dejé. Me preguntaba: “En realidad, ¿dónde está el Señor?”. Me sentía muy vacío espiritualmente y me preguntaba si el Señor me había desechado. A partir de entonces leí la Biblia en casa yo solo. Leía mucho el tercer capítulo del Apocalipsis, y la parte que habla de la iglesia de Filadelfia me impresionó de una forma especialmente profunda. “Porque has guardado la palabra de mi perseverancia, yo también te guardaré de la hora de la prueba, esa hora que está por venir sobre todo el mundo para poner a prueba a los que habitan sobre la tierra. Vengo pronto; retén firme lo que tienes, para que nadie tome tu corona. Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí(Apocalipsis 3:10-12). Estos versículos realmente me hicieron feliz porque rebosaban misterio y promesas. Vi que el Señor deja claro que habrá una iglesia que recibirá la aprobación del Señor: la iglesia de Filadelfia. Me pareció como si el Señor dijera: “Yo estoy en esta iglesia”. Eso me planteó una pregunta: ¿Dónde se encuentra esta iglesia? Al seguir leyendo, encontré esto: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo(Apocalipsis 3:20). Me emocionó mucho leer que el Señor dejaba claro que llamaría a la puerta. Me pregunté cómo llamaría exactamente y si eso significaba que Él volvería pronto. Eso fue sumamente esclarecedor para mí e impulsó mi deseo de seguir buscando.

El 1 de mayo de 2018, a la noche, oré de nuevo a Dios con todo mi corazón y toda mi alma: “Oh, Dios mío, dame esclarecimiento. Sé que pronto vas a venir. Te pido que me permitas comprender Tu intención”. Al día siguiente fui al trabajo como siempre. A la hora de comer, fui a la orilla del lago Lemán y me senté en un banco. Me percaté de que había alguien a la distancia, así que fui directo hacia él con la intención de predicarle el evangelio. Para mi sorpresa, me dijo: “Hermano, ¿sabes qué? El Señor ha regresado y ha expresado millones de palabras”. Me quedé atónito al oírlo, y me pregunté: “¿Por qué ha dicho eso este hermano? ¿De verdad ha vuelto el Señor?”. A medida que continuábamos hablando, no hacían más que surgirme preguntas en mi mente: “¿Ha regresado el Señor? ¿Cómo ha regresado?”. Me dio la dirección de la web de la Iglesia de Dios Todopoderoso y señaló: “Aquí puedes indagar más sobre ello”.

Abrí el sitio web de la Iglesia de Dios Todopoderoso en cuanto volví a la oficina. Lo primero que vi fue “Cristo de los últimos días ha aparecido en China”. Esa noticia me impactó, y aún más sorprendente era que había libros de todo tipo en el sitio, como dos que me impresionaron enormemente, La Palabra manifestada en carne y Declaraciones de Cristo de los últimos días. Tenía muchas ganas de entender qué era esto, así que pulsé sobre el primer libro La Palabra manifestada en carne y leí un pasaje: “Todo Mi pueblo que sirve delante de Mí debería pensar en el pasado: ¿Estaba vuestro amor por Mí manchado de impureza? ¿Era vuestra lealtad hacia Mí pura y sincera? ¿Era vuestro conocimiento de Mí verdadero? ¿Cuánto espacio ocupaba Yo en vuestro corazón? ¿Llené vuestro corazón completamente? ¿Cuánto lograron Mis palabras en vosotros? ¡No intentéis embaucarme! ¡Estas cosas están muy claras para Mí! Hoy, cuando la voz de Mi salvación resuena, ¿se ha producido algún incremento en vuestro amor por Mí? ¿Se ha vuelto pura parte de vuestra lealtad hacia Mí? ¿Se ha profundizado vuestro conocimiento de Mí? ¿La alabanza ofrecida en el pasado sentó una base sólida para vuestro conocimiento actual? ¿Cuánto de vosotros está ocupado por Mi Espíritu? ¿Cuánto lugar ocupa Mi imagen dentro de vosotros? ¿Han tocado Mis declaraciones una fibra sensible en vuestro interior? ¿Sentís verdaderamente que no tenéis donde esconder vuestra vergüenza? ¿Creéis realmente que no estáis cualificados para ser Mi pueblo? Si sois completamente ajenos a las preguntas anteriores, esto muestra que estás pescando en aguas turbias, que solo estás maquillando los números. En el momento preordenado por Mí serás sin duda descartado y echado al abismo sin fondo por segunda vez. Estas son Mis palabras de advertencia, y Mi juicio derribará a cualquiera que las tome a la ligera, y, en la hora designada, enfrentará el desastre. ¿No es así?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 4). Estas palabras me parecieron muy autorizadas, como si el propio Dios me hablara cara a cara, y me preguntara: “¿Me amas de verdad? ¿Es sincera tu sumisión a Mí?”. Me sentí algo inquieto, pues servía a Dios solo para completar un trabajo, no por amor. En mis oraciones, le exigía constantemente cosas al Señor, como: “Oh, Dios mío, quiero tal automóvil, quiero una casa como esta, un trabajo así, una esposa tal…”. Comprendí que todo eso era irracional. Peor aún, si el Señor no satisfacía mis extravagantes deseos, lo culpaba. Sentí total vergüenza ante semejante desenmascaramiento, al punto de desear encontrar un sitio donde esconderme, como un niño que intenta esconderse cuando sus padres lo retan por portarse mal. Pero también me alegré mucho al sentir que Dios me hablaba cara a cara. Creía que esta era la voz de Dios, ya que solo Dios puede penetrar en el corazón humano. Estas palabras me ponían al descubierto tal como realmente era, y me dejaban sin habla. No podía dejar de leer. Leía varios pasajes de las palabras de Dios. Recuerdo uno de ellos que me impresionó mucho. Dios Todopoderoso dice: “Desde lo alto miro hacia abajo sobre todas las cosas, y desde lo alto ejerzo dominio sobre todas las cosas. De la misma manera, he instaurado Mi salvación sobre la tierra. No existe momento alguno en el que Yo no esté vigilando, desde Mi lugar secreto, cada movimiento de los seres humanos y todo lo que dicen y hacen. Los seres humanos son para Mí como libros abiertos: Yo veo y conozco a todos y cada uno. El lugar secreto es Mi morada, y el firmamento entero es la cama sobre la que reposo. Las fuerzas de Satanás no pueden llegar a Mí, porque estoy desbordante de majestad, justicia y juicio(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 5). Estas palabras me parecían llenas de la autoridad de Dios. Aparte de Dios, ¿quién puede penetrar en nuestro corazón? Aparte de Dios, ¿quién puede hablarnos directamente con tanto poder y tanta autoridad? Dios creó a la humanidad y solo Él ve lo que escondemos en el fondo del corazón. Estaba seguro de que estas palabras eran de Dios y sentí una gran emoción que nunca antes había tenido. Leí mucho ese día y llegué a casa tres horas más tarde de lo habitual. Sentía que estas palabras eran sumamente especiales. De camino a casa, no hacía más que repetir: “¡Dios mío, gracias de verdad! He reconocido Tu voz y sé que has vuelto. He presenciado Tu autoridad. ¡A Ti toda la gloria!”. Estaba muy emocionado. Me acordé de mi oración a Dios de la noche anterior, para pedirle que me ayudara a comprender Su intención con respecto a Su regreso. Me di cuenta de que Dios había oído mi oración y había respondido a ella. ¡Qué cosa más increíble! Sin embargo, al mismo tiempo, también me abrumaban preguntas como: ¿Cómo ha venido el Señor? ¿Qué obra va a realizar? A fin de encontrar la respuesta a estas preguntas, contacté con los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso.

Ellos entonces me contaron que el Señor se ha hecho carne como el Hijo del hombre y que ha venido en secreto. Me dijeron que Él ha expresado verdades y está realizando una nueva obra, es decir, el juicio de los últimos días, profetizado en la Biblia, que comienza por la casa de Dios para purificar y salvar plenamente a la humanidad. También me aportaron gran esclarecimiento sus enseñanzas sobre versículos bíblicos como Apocalipsis 16:15: “He aquí, vengo como ladrón”. También Mateo 24:44: “También vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre”. Obviamente, “Hijo del hombre” no se refiere al Espíritu de Dios ni a Su cuerpo espiritual, sino a un ser nacido de hombre que posee una humanidad normal y la esencia de Dios, como el Señor Jesús hace 2000 años. Parecía una persona normal, pero, en esencia, era Dios. Después, también me hablaron de Apocalipsis 3:20, que señala que el Señor llama a la puerta. Aprendí que “llamar” significa que el Señor expresa nuevas palabras en los últimos días para llamar a la puerta del corazón de la gente. Cuando los auténticos creyentes oyen las palabras del Señor, son capaces de reconocerlas como la voz de Dios, y ellos son las vírgenes prudentes que son ascendidas ante Dios y reciben el regreso del Señor. Esto, además, cumple la profecía del Señor Jesús: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen(Juan 10:27).

Quedé impactado. Pensé que esta es la segunda vez que Dios viene a la tierra a obrar en la carne, justo cuando yo estoy vivo en el mundo, respirando el mismo aire, y que Él tiene el aspecto de una persona normal. ¡Estaba maravillado, me pareció increíble! Porque siempre había creído que Dios estaba en lo alto del cielo, y jamás imaginé que, en los últimos días, Dios vendría a la tierra encarnado a hablar y obrar. Luego, los hermanos y hermanas me leyeron un par de pasajes de las palabras de Dios sobre Su encarnación: “La ‘encarnación’ es la aparición de Dios en la carne; Él obra en medio de la humanidad creada a imagen de la carne. Por tanto, dado que es la encarnación de Dios, primero debe ser carne, una carne con una humanidad normal; esto, como mínimo, es el requisito previo más básico. De hecho, la implicación de la encarnación de Dios es que Él vive y obra en la carne; Dios se hace carne en Su misma esencia, se hace hombre(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La esencia de la carne habitada por Dios). “El Dios encarnado se llama Cristo y Cristo es la carne vestida con el Espíritu de Dios. Esta carne es diferente a cualquier hombre que es de la carne. La diferencia es porque Cristo es la encarnación del Espíritu, en lugar de ser carne. Tiene tanto una humanidad normal como una divinidad completa. Su divinidad no la posee ningún hombre. Su humanidad normal sustenta todas Sus actividades normales en la carne, mientras que Su divinidad lleva a cabo la obra de Dios mismo. Sea Su humanidad o Su divinidad, ambas se someten a la voluntad del Padre celestial. La esencia de Cristo es el Espíritu, es decir, la divinidad. Por lo tanto, Su esencia es la de Dios mismo; esta esencia no trastornará Su propia obra y Él no podría hacer nada que destruyera Su propia obra ni tampoco pronunciaría ninguna palabra que fuera en contra de Su propia voluntad(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La esencia de Cristo es la sumisión a la voluntad del Padre celestial). A partir de estos pasajes de las palabras de Dios, entendí que Dios encarnado es el Espíritu de Dios que viste de la carne y que viene a la tierra a hablar y obrar a fin de salvar a la humanidad. Cristo parece, a primera vista, una persona normal que come, viste, vive y duerme como cualquiera, pero tiene esencia divina. Puede hablar a toda la humanidad en la identidad y posición de Dios y expresar verdades que nunca podría expresar un ser humano. Puede realizar la obra del propio Dios y conseguir la voluntad de Dios. Visto desde fuera, no podemos saber que es Dios, pero, cuando oímos Su voz, descubrimos que Sus palabras no son de este mundo. Puede dilucidar verdades y misterios que nadie ha visto ni oído jamás. Puede revelar la corrupción más profunda de la humanidad. Lo que expresa Él es lo que expresa el propio Dios. Por eso creemos que Él es Dios. Igual que cuando el Señor Jesús vino a obrar en aquel tiempo parecía una persona normal por fuera, pero fue capaz de ser la ofrenda por el pecado de toda la humanidad para absolver nuestros pecados. Fue capaz de otorgarnos paz, gozo y gracia abundante. Nadie excepto Él podría realizar esta clase de obra, pues las personas son solo personas, sin la esencia de Dios.

Los hermanos y hermanas también me enseñaron que Dios Todopoderoso es como el Señor Jesús. Parece una persona normal por fuera, pero Su esencia es de Dios. Está realizando la obra del juicio, que comienza por la casa de Dios, y expresa toda verdad que purifica y salva a la humanidad y revela misterios que no podría revelar ningún ser humano, especialmente cosas como los misterios del plan de gestión de Dios de seis mil años, los misterios de las tres etapas de Su obra, cómo corrompe Satanás a la gente, cómo Dios salva paso a paso a la humanidad, quién va a ser salvado y a entrar al reino de los cielos, quién será descartado y castigado, y también Su desenmascaramiento de la naturaleza satánica de la gente; nadie excepto Dios podría expresar estas verdades. Ningún ser humano podría. Esto demuestra que Dios Todopoderoso tiene esencia divina y que es el Cristo de los últimos días. Todo esto que oí me ayudó a comprender algunas verdades de la encarnación, y comprobé que Cristo tiene una humanidad normal y esencia divina. Se aclararon algunas de mis imaginaciones y nociones vagas sobre Dios. Es posible contemplar y tocar a Dios encarnado y Él puede hablar cara a cara con la gente. Me resultó muy emocionante y conmovedor pensar que Dios se encarna en los últimos días y viene a la tierra para expresar personalmente palabras para salvar a toda la humanidad. Sin embargo, al oír que Dios se ha encarnado por segunda vez para realizar la obra del juicio, sentí cierto recelo, cierto temor. Ya que todavía vivía en pecado, me preguntaba si el Señor me condenaría y castigaría cuando regresara a juzgar a la humanidad. No obstante, tras hablar con los hermanos y hermanas, aprendí que la obra del juicio de Dios no pretende condenarnos y castigarnos, sino purificarnos y salvarnos. De hecho, el Señor Jesús solo hizo parte de la obra salvadora. Solo absolvió nuestros pecados, pero nuestra naturaleza pecaminosa todavía persiste. Aunque nos esforcemos por Dios y aparentemente hagamos algunas cosas buenas, nuestra naturaleza rebosa actitudes satánicas, como la arrogancia, la falsedad y la intransigencia. A menudo envidiamos a los demás y todo lo hacemos por nuestro bien. Somos sumamente egoístas. Nuestro carácter satánico nos controla y domina por completo y no sabemos cómo escapar a las ataduras del pecado. Es así y lo podemos ver a diario. Dios dijo: “Debéis ser santos, porque Yo soy santo(Levítico 11:45).* Este versículo deja claro que no somos dignos de entrar en el reino de los cielos. Por ello, Dios realiza la obra del juicio para purificarnos y salvarnos en los últimos días, de modo que nos libremos totalmente de las ataduras del pecado y seamos personas que teman y se sometan a Dios, que ya no pequen ni se opongan a Él. Ese es el objetivo de Su obra de juicio, lo que cumple las profecías del Señor Jesús: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad(Juan 17:17). “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres(Juan 8:32).

Después leímos otro par de pasajes. Las palabras de Dios dicen: “Aunque Jesús vino entre los hombres e hizo mucha obra, solo completó la obra de redimir a toda la humanidad y sirvió como ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no solo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter corrompido por Satanás. Y, así, una vez que el hombre fue perdonado por sus pecados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a un reino más elevado. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). “Cristo de los últimos días usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para dejar la sustancia del hombre en evidencia y para diseccionar sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tales como el deber del hombre, cómo el hombre debe someterse a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como la sabiduría y el carácter de Dios, etc. Todas estas palabras están dirigidas a la sustancia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que dejan cómo el hombre desdeña a Dios en evidencia se refieren a que el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al realizar Su obra del juicio, Dios no aclara simplemente la naturaleza del hombre con unas pocas palabras; desenmascara y poda a largo plazo. Todos estos métodos diferentes para desenmascarar y podar no pueden ser sustituidos con palabras corrientes, sino con la verdad de la que el hombre carece por completo. Solo los métodos de este tipo pueden llamarse juicio; solo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido acerca de Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de las intenciones de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra del juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra del juicio realizada por Dios(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cristo hace la obra del juicio con la verdad). Luego, un hermano compartió: “En los últimos días, Dios Todopoderoso expresa verdades que juzgan y purifican a la humanidad. Las palabras de Dios desenmascaran y juzgan nuestra naturaleza satánica, así como la verdad de nuestra corrupción, y Él resuelve nuestro carácter corrupto y nuestra naturaleza pecaminosa mediante pruebas y refinaciones para que veamos con claridad cuánto ha corrompido Satanás a la humanidad, y veamos la arrogancia, tortuosidad y falsedad de nuestra naturaleza. Lo más triste es que, si bien puede que creamos en Dios, nos esforcemos por Él y aparentemente hagamos algunas cosas buenas, no las hacemos por amor ni por sumisión a Él; las hacemos para ser bendecidos y recompensados, y solo para negociar con Dios. En cuanto la obra de Dios no concuerda con nuestras ideas y nociones, negamos y rechazamos a Dios como hicieron los fariseos. Culpamos a Dios ante las pruebas y adversidades. Todo esto demuestra que todavía vivimos con un carácter satánico corrupto, y que aún le pertenecemos a Satanás. ¿Cómo podría entrar una persona así al reino de los cielos? El juicio y el desenmascaramiento de las palabras de Dios son lo que nos hace ver la verdad de nuestra corrupción, que somos incapaces de seguir la voluntad de Dios y que ninguna de nuestras obras o acciones lo satisface. Después nos embarga el remordimiento, nos arrepentimos ante Dios y nos disponemos a comportarnos y hacer las cosas de acuerdo con Sus palabras. Al someternos al juicio y castigo de Dios, entendemos que Su carácter no solo es de amor y misericordia, sino también de justicia, majestad, ira y maldición. Empezamos a tener un corazón un poco temeroso de Dios y nos volvemos capaces, conscientemente, de rebelarnos contra la carne y practicar Sus palabras. Cultivamos cierta sumisión a Dios y nuestro carácter-vida comienza a transformarse. Entonces experimentamos de veras que el juicio, el castigo, las pruebas y la refinación de Dios son Su máxima salvación y amor para con nosotros”.

Al oír estas palabras del hermano, percibí lo profundamente significativa que es la obra del juicio de Dios en los últimos días. Sin la experiencia del juicio de Dios de los últimos días, jamás entenderíamos la verdad de nuestra corrupción ni lograríamos un arrepentimiento sincero. Como yo, que oraba y confesaba ante el Señor cada día, y luego todavía cometía los mismos pecados otra vez. Mi naturaleza corrupta me controlaba del todo y, en semejante estado, ¿cómo podría entrar en el reino de los cielos y recibir la aprobación de Dios? Antes, siempre pensaba que, siempre y cuando aparentara buena conducta, Dios me daría Su aprobación, pero entonces me di cuenta de que Dios quiere que se transformen las cosas satánicas de nuestro interior. Fue entonces cuando comprendí lo importante que es la obra del juicio para nosotros, que, sin esta etapa de obra, nadie se salvaría. Dios expresa la verdad y realiza la obra del juicio en los últimos días para purificar nuestro carácter corrupto para poder ser compatibles con Dios y entrar en Su reino. ¡Qué sincero y real es el amor de Dios!

La lectura de las palabras de Dios Todopoderoso me dio total certeza de que Él es el regreso del Señor Jesús. Es el Cristo de los últimos días. No cabe ninguna duda. Desde ese momento, participé a diario en la vida de iglesia, compartí con los hermanos y hermanas, y aprendí a conocer a Dios. No creía, como antes, en el Dios vago de mi imaginación, sino en el Dios práctico encarnado, que camina y obra en medio de la humanidad y puede expresar la verdad en todo momento y lugar. He oído la voz de Dios, he gozado del abundante riego y sustento de Sus palabras, y he probado la obra del Espíritu Santo. En verdad, me he acercado al Señor. ¡Doy gracias a Dios Todopoderoso por Su salvación!

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Por Pierre, Estados UnidosNací en el seno de una familia cristiana y, cuando era niño, acudía con mis padres a los servicios de la iglesia....

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